LA CONJURA

viernes, 29 de diciembre de 2017

ESCRITO EN EL AGUA



De: PAULA HAWKINS


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No me ha gustado este libro. Pero nada, nada, de nada. A punto he estado de abandonar la lectura, y no lo he hecho porque quería saber quién era el asesino. Tenía interés en ver cómo la autora resolvía el misterio de las tres mujeres ahogadas/asesinadas en un río. Y cuando lo he descubierto ha sido todavía peor.

Puff.

El caso es que me gustó su anterior novela: “La chica del tren”. Que sí, que era un best seller, para pasar el tiempo y tal, pero aquél primer libro me enganchó desde el principio, fue de lectura trepidante y lo pasé muy bien leyéndolo. ¿Qué más se puede pedir a este tipo de lecturas?

Escrito en el agua” adolece de ritmo y de interés. El perfil de los personajes es artificial, sus vidas son demasiado complejas y lo que es más grave, sin interés, melodramáticas, hasta conseguir el aburrimiento. La autora da vueltas y vueltas para rellenar páginas, con una sorpresa final, que guarda en la última página y que, a pesar de ser enrevesada, es demasiado obvia y, encima, mal explicada, ¿Qué motivación había? ¿Fue un arrebato, planeado, o un accidente? No lo sé.

Nel Abbott muere en extrañas circunstancias.  Si bien la versión oficial es que se ahogó en el río, es extraño puesto que ella fue una gran nadadora. Su hermana, Jules, con la que no se habla desde hace años, regresa al pueblo de su infancia para hacerse cargo de su sobrina, ahora huérfana.

He reconocido en ella algo que sé que yo también tenía, algo que quizá todo el mundo tiene a esa edad: una inaccesibilidad esencial. Te recuerdo a ti con diecisiete y a mí con trece y estoy segura de que nuestros padres no tenían ni idea de quiénes éramos.


martes, 26 de diciembre de 2017

PATRIA



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Patria es una novela sobre el conflicto vasco, cuyo argumento principal es la necesidad del perdón como forma de vida. Las víctimas necesitan perdonar para poder seguir viviendo. Así también los asesinos.

El autor, Fernando Aramburu, nos muestra el enfrentamiento desde su perspectiva más personal y cotidiana, al margen de la política. Un enfrentamiento que ha destrozado familias, arruinado vidas, y ha dejado una sociedad anquilosada por el miedo, silenciada, y que ha justificado, en nombre de la libertad,  los actos más bárbaros.
  
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La narración empieza el día en que ETA declara el cese de la lucha armada. Dos familias de signo político distinto, una de ellas abertzale, la otra, con un miembro asesinado por la banda terrorista ETA, se enfrentan a este acontecimiento, cada cual a su manera. Ambas familias han sido inseparables en otro tiempo: Bittori y Miren, Txato y Joxian, amigos íntimos desde la infancia, muy unidos en su adolescencia y juventud, y posteriormente en su matrimonio; sus hijos han formado pandilla, sus mujeres han sido íntimas desde niñas, ellos, deportistas, compañeros de mus... Sin embargo, en la actualidad, no mantienen ninguna relación ni contacto, ni siquiera se dirigen la palabra.

Txato, es un empresario vasco con una modesta flota de camiones, que paga el impuesto revolucionario de ETA. Hasta ahora ha pagado puntualmente, pero se le hace difícil cumplir cuando se le exige más dinero, lo que le supone un esfuerzo añadido y  dificultades económicas. El hombre intenta  llegar a un acuerdo, pide que le fragmenten la cuota, que se la aplacen o que se la reduzcan. Ante la imposibilidad de pagar, los vecinos le retiran el saludo y dejan de hablarle,  el miedo se instala en un pueblo donde los presos etarras son héroes, sus fotos cuelgan de la fachada del ayuntamiento o de la iglesia, se recauda dinero para su causa, y las víctimas, además de víctimas, son acosadas. Todo lo que no sea manifiestamente abertzale es sospechoso.

Al poco tiempo, Txato es asesinado.

La otra familia es la de Miren. Ella está casada con Joxian, un hombre apocado ante el fuerte carácter de su mujer. Cuando el hijo mayor, Joxe Mari,  ingresa en la ETA, Miren, sufre un proceso paralelo de fanatización, hasta tal punto, que lo que únicamente importa es una Euskal Herria libre, aunque para ello tenga que pasar por encima de la amistad, de la justicia o de la felicidad de sus otros hijos.

He leído algunas críticas negativas sobre el estilo de la novela. Argumentan que carece de calidad literaria. Yo no lo veo así. Lo cierto es que no es el típico novelón decimonónico, a pesar de sus casi setecientas páginas; sino que la narración intercala estilo directo, indirecto y frases sin terminar (a propósito)  y una estructura que, en mi opinión, refleja la atmósfera represiva y, lo que es peor, de autocensura existente en el país vasco. En un blog, por ejemplo, escribe un lector que sólo  leyó sesenta páginas y que a punto estuvo de vomitar. ¡Ah!  ¡Qué mala es la envidia!

Incluso, diría más... Como sostenía Fernando Fernán Gómez: “Ni siquiera es que los españoles seamos envidiosos; no, no, es que sentimos un enorme desprecio hacia el trabajo de los demás”

Habían aparecido pintadas en las paredes. Una de tantas: TXATO TXIBATO. Por la rima, supongo, pero el caso es difamar y meter miedo. Fulano hace un poco, mengano hace otro poco y, cuando ocurre la desgracia que han provocado entre todos, ninguno se siente responsable porque, total, yo sólo pinté, yo sólo revelé dónde vivía, yo sólo le dije unas palabras que igual ofenden, pero, oye, son sólo palabras, ruidos momentáneos en el aire.

--Pues como ocurren estas cosas. De sorpresa no le ha podido pillar. Ya se lo venían anunciando con pintadas.--¿Ha sido el que han matado por la tarde? No jodas.--Pues jodo. Se acabó el Txato. Es lo que tiene la guerra, que deja muertos.

Cagüen la puta, cagüendiós. No paraba de proferir palabrotas con cabeceos disgustados, negadores. Trató de cenar. No pudo. Le temblaba tanto la mano que era incapaz de sujetar la cuchara y esto a Minen la molestó.--Oye, ¿no te irás a poner triste?Cagüen la puta, etcétera. Y también:--Un vasco, uno del pueblo como tú y como yo. Hostia si dirías un policía, pero ¡el Txato! Yo no lo tengo por mala persona.--No se trata de buenas o malas personas. Está en juego la vida de un pueblo. ¿Somos abertzales o qué somos? Y no se te olvide que tienes un hijo en la lucha.

--Con la ama. Una tarde entra en mi cuarto a echarme en cara que yo estuviera en casa entretenido con libros mientras mi hermano se sacrificaba por Euskal Herria y la gente del pueblo había salido a la calle a protestar contra no me acuerdo qué. Y me soltó que si Joxe Mari se enteraba, se llevaría un disgusto muy grande. --¿Y tú que hiciste? --¿Qué iba a hacer? Cogí el paraguas y me fui a la manifestación a pegar cuatro gritos.








domingo, 26 de noviembre de 2017

EL HÉROE DE LAS MUJERES


¿Qué quieres que te traiga? Me pregunta Mariplatónica a las tres de la madrugada desde Argentina (Aquí son las siete y pico). Y yo le contesto por wasap que cualquier cosa me viene bien,  una piedra, un pañuelo blanco de las madres de mayo, una fotografía linda, un souvenirs o una camiseta del Boca para mi marido.Lo que tú veas.


Entonces, me trajo  “El héroe de las mujeres”, un libro del gran ABC de las letras argentinas, Adolfo Bioy Casares,  y que ella sabe que a mí tanto me gusta. Es lo que tiene conocerse.




Además, por entre las páginas, encuentro una servilletita del café Tortoni. Este último detalle es importante, quizás lo que más. Tengo también de ella, por ejemplo, una cajetilla de cerillas del bar, en Nueva York, donde toca o tocaba el clarinete Woody Allen, un vaso de cristal de una terraza de Venecia, o, también, arena del Sahara, o agua del Mar Muerto.




Significa, que alguien se acuerda de tí, cuando estaba allí, lejos,  y te ha traído algo "vivo" del lugar... Ahí es ná.


El héroe de las mujeres es un libro de relatos de corte fantástico. A mí me parece que a Bioy Casares le pasa factura su amistad y colaboración con su gran amigo Borges o al revés. No sé. No se puede saber. Es una impresión mía.  Sin embargo, su destreza literaria, nos permite disfrutar sus relatos, ante todo su fino humor, elegante y culto, el gran Adolfito, el gentleman argentino, el descendiente de conquistadores, de familia de clase alta, oligarcas ganaderos.


Adolfo Bioy Casares, Victoria Ocampo y José Luis Borges



Aquí, un pequeño resumen de los argumentos de cada relato.


En “De la forma del mundo” Unos contrabandistas utilizan un túnel para su negocio, túnel que une misteriosamente Argentina con Uruguay, trasladándolos a otra dimensión espacial y que el protagonista aprovecha para visitar a una mujer.


--Ahí está lo que no entiendo. Si partimos de la premisa que la tierra es redonda…--Qué premisa ni premisa. Usted dice que es redonda porque se lo contaron, pero en realidad no sabe si es redonda, cuadrada o como su propia cara. Le prevengo: si el detalle geográfico es lo que le llama la atención, no cuente conmigo. A mis años no tengo paciencia para estupideces. Me pregunto si tomarlo de socio no habrá sido un error fatal. Un hombre como usted, que está completamente fuera de la realidad, a lo mejor se pone a ventilar mi túnel con mujeres y extraños.


En “Otra esperanza”, El director de un sanatorio transforma el dolor humano en energía eléctrica.


El empleo me atrajo por su carácter humanitario. En seguida le aviso que yo no siento particular admiración por el género humano. Prefiero los animales: por ejemplo, las vacas y los caballos, que pastan a los lados del camino. Si levantan la cabeza, cuando paso, les devuelvo el saludo. Lo que sí respeto es la caridad, porque sé que a la gente no la consultaron para traerla a una vida donde lo único cierto es el dolor; pero socorrer a los que sufren no siempre es fácil.


“Una guerra perdida” Un hombre abandona a su esposa por su amante y posteriormente por otras mujeres; todas ellas, extrañamente obsesionadas por el estudio de la formación de las dunas (médanos).


“Entonces, ¿no es tu abuelo?” pregunté, dolido. “Es mucho más que un abuelo”, replicó. “Es el padre de la fijación de médanos.” “¿Brémontier?”, inquirí en un murmullo. “Brémontier”, contestó. Le di la espalda.
En la soledad de mi escritorio, yo pensaba: “Evidentemente, el azar me echó en medio de esta racha… Hay que esperar a que pase”. O quizá, cambiando tanta mujer, como dice el tango, envejecí. Envejecer y distraerse (ya se sabe) es la  misma cosa. Durante mi distracción, el mundo cambió, se llenó de fijadoras de médanos y, por buena cara que le ponga a Mercedes, a mí el asunto me aburre. No sólo me aburre; me enoja. Si toda mujer se dedica a fijar médanos, disminuye la variedad de mujeres (pero, ¿no hay precedentes? Los filósofos, al clasificar la realidad, ¿no la empobrecieron?). En todo caso, la historia conoció muchas obsesiones no menos universales.


O “Lo desconocido atrae a la juventud”  La atracción de Luisito Coria, por el mundo de lujo del hampa, y finalmente el cuento que da título al libro, “El héroe de las mujeres” en el que se hace una expedición a una Hacienda ya derruida para constatar la existencia o no de un tigre.

Acaso en el afán de hacer gala ante Laura de una impecable imparcialidad, o meramente en el afán de ser generosos, llegaron a una situación extraña: después de un rato de alegar, cada uno se había mudado a la posición del otro, de modo que el conservador cifraba sus esperanzas en la transformación de la sociedad y el radical, en el escrupuloso respeto de la tradición.

jueves, 16 de noviembre de 2017

TIERRA DE CAMPOS






“Todos conocemos el final. Y el final no es feliz”, así empieza “Tierra de Campos” de David Trueba. La idea es que todos somos conscientes del final de la historia, nuestra historia, que es la vida; aunque desconocemos el argumento.


Mi maridito dice que no es cierto. Eso dice desde el sofá en el que se recuesta para leer filosofía. Según él, el FINAL de cada uno es de lo más distinto que pueda imaginarse, depende de la narración de nuestras vidas y cada uno tiene la suya. Conocerla en su totalidad es lo que se produce al final, por lo que el final, la narración final de cada uno, es diferente  uno de otro. Además es aparente el final de la muerte, pues la muerte es algo que ocurre a la vida justo después de la identidad personal completada de cada cual, cuando termina la narración. Y, por tanto también el final es feliz y no infeliz, es feliz pues al final completamos la identidad personal.  


Y yo le digo algo alterada mientras escribo ¿Pero es o no es cierto que al final está la muerte? ¿Cómo puede ser “eso” un final feliz? ¡Jesús! ¡Qué cosas dices! ¡En fin! Volvamos al relato.


Dani Mosca, es un músico de éxito, que emprende un viaje para enterrar a su padre en el pueblo donde nació. Durante el trayecto, el protagonista, siente el desarraigo de no pertenecer a un lugar concreto como lo es su padre. Su identidad, al contrario que su padre, le viene dada por sus convicciones culturales, por sus ideas, por el arte,  y no por un lugar geográfico. ¡Así estamos más de uno!





Aquí interviene de nuevo mi maridito con lo que a continuación transcribo: “Esto le sucede al narrador y al autor por la pérdida de la idea de nación española durante la transición. Al no ser ni vasco ni catalán no ha conseguido contarse en su vida un nomos de la tierra, unas raíces en la tierra. Tener piernas y no raíces exige la desterritorialización de la vida


En lo que nunca fracasábamos era en fracasar.


El viaje por Tierra de Campos o por Campos de Castilla, como diría el poeta, se convierte en un recorrido interior que representa los orígenes del protagonista, que reconstruye su vida, y reflexiona sobre la infancia vivida, la familia y sus inicios en la música. Trueba nos cuenta la historia sin estridencias, desde la perspectiva de lo cotidiano, como la forma de componer sus canciones que tiene mucho que ver con su relación con las mujeres o con su padre... y en cuyas anécdotas sonreímos los lectores de su generación.


Y me invadió la pereza, hablar mal de los políticos es parecido a comentar el frío cada vez que llega el invierno.


Es una novela con feedbak bien hilvanados y estructurados, con algún que otro cliché sobre la relación entre la música el sexo y la vida desenfrenada en estos ambientes. Por lo demás, muy bien.





A mi el desamor me valía, era tal mi pasión por Oliva que perderla era otra forma de quererla, de gozarla, una perversión mía, un placer oculto y malsano que me provocaba satisfacción incluso en la infelicidad más absoluta. Era otra liberación.

Cuando Gus me dijo es de esa clase de chicas que te pueden hacer sufrir mucho, lo tomé como un elogio, tantas veces nos decíamos él y yo que si una canción no podía terminar siendo un disparate vergonzante no merecía la pena comenzarla. Como todo en la vida, sólo lo que puede salir mal merece la pena intentarse.



Sus manos y las de mi padre, con aquella herida de guerra que nunca quiso aclararme si se debía a la gangrena causada por la astilla de un azadón mientras cavaba una trinchera en Tremp, versión ramplona, o la metralla de una descarga de antitanques, versión épica, me inspiraron la canción “Manos de viejo”.


Heredé su capacidad para ser amable con gente que no apreciaba. Nunca le niegues el saludo a nadie, me explicaba, no les concedas la ventaja de que sepan lo que piensas de ellos.


Cuanto peor te traten, tú sé más amable con ellos, [...] Mi padre era el mejor jefe de prensa de sí mismo. Mi trabajo es la política, decía, yo llamo de puerta en puerta, a mí no me regalan nada.


¿Me dejaría allí ducharme sin gritarme que cerrara el grifo de una maldita vez?


Es interesante aceptar sin traumas la idea de decepcionar a los demás, de no hacer lo que esperan de ti.


Pero él sabía que el oficio venía a salvarme de nuevo, que la desdicha es lo único que las personas llegamos a poseer de verdad.


Metí la ropa de mi padre en cajas de cartón y salvé alguna prenda, aquel abrigo, una visera. Deshacer la casa tuvo algo de deshacer la infancia.

Ya no guardaba en mí aquella hambre de los once años cuando quería saberlo todo. Puede que ahora ya entendiera mejor que no hay un orden, que no existe ese orden que creen los niños que lo explica todo, la disciplina moral, la consecuencia exacta de cada cosa, su significado. Hacerse adulto puede que signifique aceptar el caos o al menos aprender a convivir con él. Caos que a un niño le desasosiega y por eso inventa un mundo tan sólido como el que fabrica con su juego de bloques de construcción. Con palabras robustas como papá, mamá, familia, futuro.

sábado, 28 de octubre de 2017

IMPOSIBLE PARA UNA SOLTERONA







Novela romántica de posguerra española. Tengo que reconocer que el título se las trae, que echa pa trás, como si una solterona fuese poco menos que un bicho raro, (era la época, supongo). A todo esto la solterona protagonista del libro tiene treinta y dos años. Y es que la palabra “solterona” es fea de narices, despectiva, hasta cruel.


Sin embargo, hoy en día se llenan los escaparates de las librerías con novelas de mujeres románticas sobre lo absurdo de la existencia romántica. No sé lo que es peor.




¡Una solterona de 32 años! ¡Virgen Santa! Ja ja... (Mi maridito confirma desde su sofá  que hasta hace cuarenta años superar poco más de los 18 años en una joven y no estar casada era una tragedia sólo remediable con el convento).


¿Y qué hago yo leyendo semejante novela ahora? Pues porque me gusta. Así, como lo oyen. Yo, de muy niña , leía estas novelitas. ¡Qué se le va a hacer!


El caso es que hace poco visitamos a unos amigos en Salamanca y me llevaron a una de esas librerías de lance, muy organizada, con las estanterías perfectamente informatizadas por materias, muy limpito todo (nada de montoneras de libros con ácaros),  de las mejores que he visto, y donde te puedes encontrar alguna que otra joyita que la gente desecha sin ningún miramiento. Antonio, por ejemplo, compró un libro desclasificado de Salvador de Madariaga, que coincidía con el que había llevado para regalárselo a Eduardo, amigo, gran liberal  español también. Pueden verla aquí, se llama Re-Read.




No digo yo que “Imposible para una solterona” sea un canónico, no no..., pero sí que es verdad que ya no se edita a La Linares. Y allí estaba, esperándome. Así que le dije a mi maridito que me lo comprara. Bueno, la verdad es que se ofreció él a comprarmelo antes de que yo le dijera nada, pues es muy romántico.


No es el mejor libro que he leído de ella, pero la Linares posee todavía la capacidad de envolver y mantener la ilusión en la historia que nos cuenta. Lo que más me gusta de sus libros no es su faceta amorosa  sino el sentido de aventura que tienen cada una de sus heroínas, y que se ha mantenido fresco e intacto a través del tiempo, y todo ello, aunque el relato sea rancio, tradicional en exceso. Me lo he leído en un plis plas, a la vez que  paseaba, entre prados y vacas, por los alrededores bucólicos de la casa de mis amigos, en Salamanca. He aquí unas fotos que hice.





Bueno, pues la Linares nos cuenta la historia de Gina (Regina) que trabaja como secretaria en una empresa, algo gordita, blanco de las burlas de sus compañeros de trabajo y cuya vida anodina la hace comer, comer y engordar, sin amigos, sin novio ni perspectivas. Se enamora de un joven médico nutricionista al que saluda todas las mañanas por la ventana de la oficina con la esperanza de que se fije en ella y, además, tiene un jefe, soltero y sin compromiso, aunque algo serio e inaccesible. ¿Con quién se quedará? ahhhhhh…….No diré el final.


De la vida de Luisa María Linares conozco poca cosa, tan sólo que se casó muy jovencita con un oficial de la marina que, poco tiempo después, fue ejecutado a bordo de un destructor. Para poder sacar a sus hijas adelante tuvo que dedicarse a la literatura, escribiendo más de treinta novelas.


Intuyo que la vida de Luisa María Linares sí que daría para un novelón.


Quisiera saber  por qué los seres humanos tenemos ese estúpido interés en contemplarnos, de exigir al cuerpo unos cánones imposibles.
En los instantes de pesimismo pienso que, como nos encontramos tan horribles por dentro, necesitamos convencernos de que al menos por fuera no se nos nota.


— ¿Píldoras contra la angustia…? — Parece que hoy día todo el mundo siente angustia vital. Temor a la vida. Terrores nocturnos. Emotividad excesiva. Indecisión de espíritu. Todo esto se puede curar si uno se lo propone. Ansiolíticos.


domingo, 22 de octubre de 2017

LA BRIGADA DE ANNE CAPESTÁN




El personaje protagonista de esta novela, Anne Capestán, es policía; hasta ahora una brillante policía. Pero, al disparar (y matar) en una detención a un asesino y secuestrador de niños, un ser de lo más infame y abyecto dentro de su especie, es suspendida de empleo. No sabemos si también de sueldo.  (Cosas que pasan en un Estado de Derecho)


Como castigo es puesta al frente de una brigada muy especial, al parecer, de ineptos e incompetentes policías, que altas instancias reúnen con la intención de quitárselos de encima y enviarlos lo más lejos posible. Agentes repudiados por diversas razones: un jugador, una escritora y su perro, un alcohólico, un homosexual deprimido … La brigada apenas tiene recursos, sin presupuesto, sin coche, sin armas;  su sede es un viejo piso en deplorables condiciones. Tan sólo cuentan con una carpeta y dos antiguos casos de asesinatos sin resolver, ya archivados: el de un marino tiroteado en un río y el de  una anciana estrangulada en su propia casa. ¡Hala! ¡Ahí tienen! para que se entretengan!!!!






La historia tiene su toquecillo de humor. El sistema de espionaje que utilizan, por ejemplo, es un enchufe de vigila bebés, y como vehículo perseguidor de delincuentes tienen un recogecacas. Algo difícil de creer, pero bueno...


No me ha entusiasmado mucho este libro, la verdad…,salvo la idea central de la novela de reunir un grupo de fracasados, que me ha parecido original. En mi opinión, la autora no ha sabido desarrollar bien la historia, cuyo argumento no acaba de cuajar y que, se ha quedado ahí, en un mero planteamiento.


Pero, así y todo, voy a leer el segundo de esta saga, y darle otra oportunidad...




La adrenalina le espumeó en las venas. Capestán inspiró profundamente y espiró para disipar los velos negros que le invadían el cerebro. Tenía que reflexionar y sortear las barricadas que había levantado el director. A pie firme en el salón. les dijo gritando a los presentes, con la esperanza de que le oyeran desde la terraza hasta los despachos del fondo