Agatha Raisin es una mujer en edad casadera a pesar de sus cincuenta y pico años. Reside en un pueblecito de la campaña inglesa y su mayor sueño es conquistar el amor del coronel James Lacey, militar jubilado por el que siente una gran devoción. Pero, he aquí, que el coronel evita a nuestra heroína y huye al menor indicio de persecución al que constantemente le somete su impetuosa vecina.
Pero un nuevo veterinario llega al pueblo convirtiéndose en otro posible candidato romántico para las expectativas de Agatha Raisin. Desgraciadamente el veterinario muere tras inyectarse una jeringuilla que iba destinada a un caballo de carreras. Y lo que parece un accidente se convierte en una investigación por parte de nuestra protagonista junto a su amado y esquivo coronel Lacey.
Con estas premisas lo que podría haber sido una historia con posibilidades ha resultado ser, en mi opinión, un decepcionante librito que se me ha hecho largo y tedioso. A Agatha Raisin se le coge cariño, pero no es suficiente para construir una buena novela ( negra o de detectives).
James miró a ambos lados de la tranquila calzada, acotada con sendas hileras de cerezos en flor. Sopló una suave brisa y les cayó una lluvia de flores.
—¿No es una pena que tanta belleza sea tan fugaz?— se lamentó James.
—Gran verdad—dijo Agatha con un deje de ironía—. Pero si te quedas más rato aquí plantado, embelesado con las flores, acabarán por descubrirnos.
No hay comentarios :
Publicar un comentario