LA CONJURA

lunes, 15 de septiembre de 2025

LA NIETA DEL SEÑOR LINH

 





Este libro me lo recomendó mi amiga Mariana Iglesias que lo ha leído en el club de lectura donde suele acudir con su marido para hablar de literatura.


El argumento es el de un anciano que abandona su país (probablemente Vietnam), en compañía de su nieta de muy pocos meses (un bebé). El resto de su familia ha sido asesinada, como también la mayoría de los habitantes de su aldea y embarca hacia un destino seguro, entiendo que algún lugar del sur de Francia.



Sin embargo el protagonista, a su edad, y sin conocer la lengua ni la cultura del país encuentra un amigo.¡Un francés amigo! Todos los días se sienta en un banco del parque junto a un individuo que le sonríe,es el señor Bark, viudo recientemente; ambos hablan, se cuentan su vida, aunque ninguno de ellos sepa lo que uno dice al otro.


Los amigos que se quieren, se respetan, se protegen, y que te acompañan en la vida, con los que quedas y comes y viajas, con los que tomas cerveza o un buen vino, esos amigos pueden (han de) superar barreras idiomáticas, raciales y también ideológicas.


El señor Bart le invita, incluso, a comer en un restaurante. No sé. Yo estaba en guardia, algo le va a hacer, algo le va a hacer... y me acordaba de la teoría del pollo de Bertran Russell. ¿Por qué ser amigo de un viejo con el que no te puedes entender? ¿o sí? ¿Es la gente desinteresada en su amistad? ¿Le hará daño en algún momento? El pollo de Russell al ser alimentado reiteradamente piensa que siempre va a ser así. Hasta que llega la navidad y el hombre que le daba de comer le retuerce el cuello. Es el peligro de la inducción, que puede resultar falsa.


¿Busca algo el señor Bart? ¿Es interesada su amistad o es un amigo de verdad?— pensaba yo mientras leía este episodio. Para saber más habrá que leer esta novelita de ciento veintiséis páginas.


Con un estilo sobrio, conciso, tan tierno como dulzón, nos describe esta historia de exilio, y resiliencia. Un anciano en un mundo ajeno al suyo luchando por su supervivencia y la de su nieta. El autor quiere conmover, se nota, pero a veces lo hace con mal disimulados clichés y no transmite, o no llega lo suficiente.



Gracias al señor Bark, el nuevo país tiene un rostro, una forma de andar, un peso, un cansancio y una sonrisa, y también un olor, el del humo de los cigarrillos. Sin saberlo, el hombre gordo le ha dado todo eso.



[…] y, de pronto, acuden a su mente todos los rostros amados, y a su memoria el olor de la tierra de su país, y el del agua, el del bosque, el del cielo y el del fuego, el olor de los animales, de las flores y de los cuerpos, todos los olores juntos, por fin […]


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