LA CONJURA

domingo, 17 de enero de 2021

 

SOBRE EL PLACER Y LA NATURALEZA






Ni el joven se demore en filosofar, ni el viejo se canse de ello; pues buscar la salud del alma no entiende de juventud o vejez”


A Epicuro ( 341 antes Cristo, ¡sí! ¡cuatro siglos antes de nuestra era ! ) se le conoce sobre todo por su filosofía ética y moral, aunque también era un filósofo completo y sistemático materialista: tenía su ontología y epistemología. Su lema principal es el placer con moderación, de forma racional, o sea, no el placer como vicio. Lo importante es usar la inteligencia para estar tranquilo y feliz: la ataraxia.


El mundo es material y se compone de átomos. Afirmación que en su momento rechazó la religión hasta que cayó la primera bomba atómica en Hiroshima. Sin embargo es difícil de entender alguno de sus pasajes sobre los átomos, meteoros, o de la misma naturaleza en general y el conocimiento de las cosas en particular. Pero claro, el filósofo trata de describir la naturaleza con los escasos medios que había en la época. Tengamos en cuenta que no había laboratorios con microscopios ni observatorios con telescopios, sólo era posible la observación, es decir, la ciencia básica , que no es poco.


La muerte en nada nos toca, pues lo que ya está disuelto es insensible, y lo insensible no toca a nuestro ser”


Como la seguridad humana llega hasta un cierto punto, debe buscarse la que procede de la tranquilidad y aislamiento del mundo”


El justo está libre de turbaciones: al injusto le asedian infinitas”


Quien conoce los límites de la vida, sabe también cuan fáciles son de subsanar los dolores producidos por la falta de cosas y lo que hace a la vida misma, toda ella, absolutamente perfecta. Así no hay necesidad de asuntos que traigan grandes luchas consigo”


De cuantas cosas adquiere la sabiduría para la felicidad de toda la vida, la mayor es la posesión de la amistad”


El mundo es una parte del cielo, compuesto de los astros, la tierra y todo cuanto se nos aparece, y termina en límite etéreo o denso; disuelto este, todo cuanto hay en él se confunde. Puede rotar sobre sí mismo o no, y su forma puede ser circular, triangular o cualquier otra; puede, realmente tener varias formas, dado que los sentidos no nos contradicen de ninguna opción, pues el mundo no tiene límite”


Conclusión: cuatro medicinas para nuestros cerebros en marcha en estos gélidos tiempos de pandemia en el Jardín o Huerto con nuestros amigos por Google Meet o Zoom.




No temas a los dioses,

No te preocupes por la muerte;

Lo que es bueno es fácil de conseguir,

Lo que es terrible es fácil de soportar.

Ἄφοβον ὁ θεός,

ἀνύποπτον ὁ ανατος,

καὶ τἀγαθὸν μὲν εὔκτητον,

τὸ δὲ δεινὸν εὐκαρτέρητον




sábado, 2 de enero de 2021

EL ARTE DE LA FICCIÓN

 


Comienzo el año con esta lectura, “sobre el arte de la ficción”, correspondiendo con la nochevieja y entrada de año nuevo, que me parecen una ficción sin arte alguno. El autor del libro, James Salter, escribió esta conferencia para la Universidad de Virginia y lo hizo con tal grado de lucidez y entusiasmo hacia la literatura y sus posibilidades que no parece que tuviera ochenta y nueve años cuando lo redactó. Empezó en la literatura con cuarenta años, dicen que tardíamente, pero a mí me parece la edad perfecta para empezar a escribir o incluso, si me apuran, un poco temprana, porque saber lo necesario de la vida real y de las grandes obras literarias precisan por lo menos de cincuenta años. A esa edad es cuando verdaderamente se tiene algo qué decir en cualquier materia, ya sea para gobernar, para la ciencia, religión o para lo que sea. Hasta ese momento había sido piloto de aviones de caza, soldado en la guerra de Corea ¡Una vida plena de vivencias! Ajena (supongo), o no,  al sufrimiento real que causaban sus bombas.


Este librito de apenas 100 páginas, tiene un magnifico prólogo de Antonio Muñoz Molina. Dice Muñoz Molina que dijo Richard Ford: las mejores frases de la prosa americana las ha escrito James Salter, y da la impresión, leyéndolo, que Salter aspira a la misma precisión que Flaubert. Termina AMM su prólogo con lo siguiente: “se distingue a un verdadero maestro en que carece de arrogancia. Muestra la incertidumbre y el deleite de ir aprendiendo y no la soberbia de saber”.

Dice mi maridito desde su sofá que le gusta más el aforismo de Javier Gomá en su Twiter: “Ignoro mucho, aprendo rápido”.

Los escritores que le gustan a Salter son los que son capaces de observar los detalles. Admira a Flaubert, de quien dice tiene siempre la palabra exacta, la objetividad, evitando la metáfora y el juicio moral. Pero todo depende del estilo, porque el estilo en la literatura es de primordial importancia: es el Arjé.


El estilo es una preferencia, la voz es casi genética, absolutamente distintiva. Ningún oTro escritor sueNa como Isak Dinesen. Nadie suena como Raymond Carver o Faulkner. Reescriben sin cesar: Bábel, Flaubert, Tolstói, Virginia Woolf. Ser escritor es estar condenado a corregir. No era lo que se proponían escribir. O sí, pero estaba mal enfocado, o podía ser mejor; era demasiado largo, era anodino; no acerba a expresar lo más importante, algo no encajaba. Pero siempre suena a ellos. Está en su estilo. Está en su voz.



Entre los autores que cita Salter están Balzac, el ruso Isaak Bábel, Pamuk, Faulkner, Hemingway, Woolf...Según Pamuk (inspirado en un ensayo de Schiller) los escritores se dividen en dos grandes grupos: ingenuos y sentimentales. Por ingenuos se refiere a los que son espontáneos, sin conciencia de cómo escriben, Cervantes, Shakespeare, Dante, Sterne, Goethe. Los escritores sentimentales son estudiantes tenaces enfrentados a la técnica y estilo. Son Flaubert, Tolstói, Gógol, Virginia Woolf, Thoman Mann.

No sé de dónde sale el afán de escribir. No creo que sea innato, pero llega pronto. Yo no albergaba un demon, como al parecer le ocurría a Faulkner, o a D.H. Lawrence, pero hay escritores que no están poseidos de ese modo. No creo que fuera el caso de Ford Madox Ford. John Updike no tenía demon. Tampoco Lampedusa. Sea como sea, el genio obra a su antojo. Lo mío era sólo un deseo que podría haber durado hasta cierto punto. Entonces apareció en mi camino una figura compasiva. Era un agente que había dirigido mucho tiempo una revista, y que me aceptó a pesar de que no hubiera publicado ni pudiera mostrar nada aparte de aquel único intento, pero yo había seguido trabajándolo y le pareció lo bastante bueno para presentarlo.


El estilo en el escritor es como el duende en el cantaor flamenco.