LA CONJURA

miércoles, 25 de junio de 2014

Cosas que me gustan

A veces hay que rodearse de cosas bonitas.  Cosas especiales  para nosotros. Hoy  voy a hablarte Águeda,  de cuatro de esas “cosas” que tengo en mi casa y que son muy especiales para mí, por alguna u otra razón.



Por ejemplo voy a empezar con el último mueble adquirido.  No sé cómo llamarlo, si mueble neceser(NECESARIO) o mueble aparador (PARADOR)… ni siquiera cuando lo compré supieron decirme su nombre. Lo compré en una tienda de turistas donde venden de todo un poco. Pero a mí eso me da igual. Es una especie de armario bajo con pequeños cajones clasificatorios como  los aparadores tibetanos de color rojo y negro y decorados con dragones, pero éste es de estilo provenzal moderno y de colores sobrios. Hacía  mucho tiempo que quería comprarlo. Allí tengo ordenadas cosas que generalmente  nunca se encuentran en una casa.  Las tijeras, las velas, las cerillas y mecheros, las “tiritas”, los cargadores del móvil, todas clasificadas en su cajón correspondiente según su naturaleza y función.


Dos tazas de porcelana, decoradas con rosas rojas y amarillas y verde en las hojas. Un capricho caro pero necesario. Las compré ayer en el Corte Inglés y ,de entre todas las que había, eran las más clásicas. Serán las tazas para tomar café con mi maridito , los domingos por la mañana, temprano, mientras leemos las noticias. Tazas para pensar y planificar el día.







Una cuchara y un tenedor de cocina  que me trajo Mariplatónica  desde Sri Lanka. Son de madera de coco y muy exóticos. Las utilizo mucho y cada vez van desplazando más a la tradicional  y anodina rasera  que tengo de acero inoxidable. Una se siente intrépida cocinando  una tortilla de patatas o un pisto con ese tridente de coco traído desde tan lejos y tan especial.






Por último Águeda, estos vasos que tú me regalaste hace años; un regalo muy práctico, y con mucho cariño por tu parte, como siempre haces. Sólo me quedan dos y están viejos y rayados, pero yo los guardo. Seguro que sigues jugando al padel y bebiendo agua en esos tipos de vasos tan propios de una escritora.












miércoles, 11 de junio de 2014

La increible y formidable aventura de un escritor que no quería serlo.


DE PABLO I MARTÍ
EDITORIAL EL DESVÁN DE LA MEMORIA















Depablo es un joven alcohólico a quién le persigue una asociación de escritores ya muertos. La asociación ESCRITORES CONVENCIDOS integrada por Hemingway, Faulkner, Capote y Dickens odia a Depablo, por lo visto un futuro escritor y gran promesa literaria –aunque él no lo sepa todavía–. En cambio, otra asociación, la de los ESCRITORES NO VENCIDOS, con Vázquez Montalbán y Galdós al frente lo ayudan a escapar. Ambas asociaciones están en guerra.  Y Depablo en medio.

Cobran vida los personajes de los respectivos autores, que andan también a la gresca: Pepe Carvalho, Gregor Samsa  metamorfoseado en escarabajo o el malvado Clay de Bret Easton Ellis.

La novela se lee rápido, unas 174 páginas; con un argumento original y gran sentido del humor: Galdós robando un cuadro de Isabel II, Montalbán comiendo arroz con leche y conduciendo como un poseso por las calles de Barcelona, el bueno de Gregor Samsa, transformado en un escarabajo servicial y maloliente a las órdenes de Kafka, y Nietzsche abogando por una superliteratura: “ La literatura  como medio para la superliteratura”.

Vargas Llosa dice lo siguiente: “la literatura es ficción y la buena literatura es la que nos hace creer a pies juntillas aquello que está escrito; es decir, el poder de persuasión del autor sobre la obra”.

Pues bien, en La increíble y formidable aventura de un escritor que no quería serlo yo me lo he creído todo a pies juntillas.  El autor me ha persuadido y  he creído de verdad en todos esos escritores redivivos y enfrentados. Depablo ha creado un mundo narrativo propio, original, con unos diálogos muy bien logrados y un ritmo y  una tensión narrativa que hace que el  lector no se relaje,  en busca del desenlace final.  

Y como  sorpresa final: Breaking Bad, mi serie de televisión favorita.


Y por último,  tengo que contar que ayer,  en la calle, me paró un hombre con aspecto familiar y que resultó ser Roberto Bolaño. Me dijo que estaba muy decepcionado con Depablo i Martí, porque él también sale en su novela, hablando con Nietzsche del eterno retorno; pero que el autor no lo ha sacado. Yo le dije que no se lo tuviera en cuenta y no se lo tomara a mal, y él me dijo que la culpa la tiene seguramente Montalbán, que se conocieron en su etapa de camarero y lavaplatos en Blanes, pero que eso es otra historia…

sábado, 7 de junio de 2014

MISIÓN OLVIDO

MARÍA DUEÑAS

Blanca acepta un modesto trabajo de becaria en una Fundación de la Universidad de Santa Cecilia, en California, cerca de San Francisco. Atrás deja a sus hijos, ya mayores e independientes, y un buen trabajo como profesora de literatura en la universidad española. Pero lo que  realmente pretende Blanca es alejarse: después de más de veinte años de matrimonio su marido la ha abandonado  por otra más joven. 

En California tiene como misión poner en orden la documentación de un antiguo profesor español, y  otra misión más personal  que es olvidar. Olvidar es, en sí mismo, un esfuerzo, un trabajo. Allí empieza de nuevo, integrándose en la vida universitaria, empezando desde el principio y  estableciendo nuevas amistades.

Historias entrecruzadas y feedback  de la España de los años treinta y cincuenta  que confluyen en  la historia principal y que son necesarios para poder entenderla.

Uno de los escenarios que más me gustan es el que se desarrolla en la Cartagena de Mister Witt en el Cantón, la Cartagena con bases americanas y de postguerra. (A  veces, todavía hoy, me acerco a Tentegorra para fotografiar esos dúplex tan americanos)

Daniel Carter, joven americano profesor de literatura española, viaja a España y visita la ciudad de Cartagena, en busca de los escenarios de la célebre novela de Ramón J. Sender. Allí se enamora de Aurora, una cartagenera de rosáceos dedos.

Tras esta novela y al igual que ocurrió con “El tiempo entre costuras” hay una gran labor de investigación y documentación por parte de la autora.  Por ejemplo sobre las distintas Misiones que los padres franciscanos establecieron en California, algunas de ellas rescatadas del Olvido. No digo más ... que después todo termina por saberse.

Me conmovió la historia de Andrés Fontana y en concreto esta parte donde su madre, una criada, analfabeta, y sin oportunidades en la vida, se enfrenta a su marido—un minero alcohólico que quiere que su hijo trabaje también en la mina—y de noche y a escondidas del padre,  LA MADRE levanta al hijo y lo envía  a estudiar a Madrid:

“Una hora después despertó a Andrés y le ordenó en voz queda que se vistiera. Atenazados por la escarcha de la madrugada, los dos apretaron el paso camino de la estación. Una vez allí, ella le entregó el sobre con papeles y billetes que esa misma mañana había recibido de manos de don Ramón Otero. Después lo abrazó con furia, clavándole todos los huesos de su cuerpo enjuto. A las cinco y diez de la mañana del día 1 de enero de 1930 tomó Andrés Fontana el tren correo que le conduciría a un mundo ajeno del que ya no regresaría. Jamás volvió a ver a su madre”


A mí me gusta. Es verdad que me gustó más la anterior, la del tiempo entre costuras, pero Misión Olvido, también es una buena novela.  Es una buena historia de personas reales y bien ambientada en esos años. ¿Se pueden hacer todavía novelas así?  SÍ-SE-PUEDE.