LA CONJURA

martes, 1 de noviembre de 2022

CELIA EN LA REVOLUCIÓN



Encarnación Aragoneses, autora de “Celia en la Revolución”, usó el pseudónimo de Elena Fortún con el que publicó sus colaboraciones periodísticas y posteriormente su colección de libros sobre Celia. Y aunque “Celia en la Revolución” lo escribió en el año 1943 durante su exilio en Argentina, el libro no vio la luz hasta su tardía publicación, ya en el año 1987. Fue cuando la profesora Marisol Dorao viajó hasta Estados Unidos para encontrarse con la nuera de Elena Fortún que había guardado durante décadas el manuscrito de la novela, entregándoselo finalmente para su publicación.


Con una estructura lineal, capítulos progresivos y personajes populares al estilo barojiano, y un lenguaje coloquial, la autora nos presenta la guerra (in)civil española vivida desde la retaguardia. Vivencias de los ciudadanos anónimos, entre los que está Celia, una adolescente de clase media acomodada, hija y nieta de republicanos combatientes y convencidos; que ignora las causas y consecuencias del golpe de Estado militar y de la posterior guerra, y que sin tener conciencia ideológica alguna, sufrirá la miseria, el hambre, el miedo y el dolor de la contienda.


Aunque Elena Fortún no militó en ningún partido, era pro-republicana: estaba a favor de la legalidad legítima. Fue una mujer progresista de entonces, que se prodigó en activismos pedagógicos, sociales y feministas. Sin embargo, Elena Fortún nunca perteneció a ninguna de las dos Españas. Su libro es una de las grandes novelas de la guerra civil española; un testigo crítico con los dos bandos al que ninguno de ellos le sirvió ni perteneció. Su libro es un argumento contra las sacas, checas y paseos en el Madrid revolucionario, y también contra el bando sublevado que dio el golpe de Estado.


Surge, entonces, la idea de la Tercera España. Aquella, que republicana o no, es demócrata, y que se enfrentará al viejo mito de las dos Españas; contra los autoritarios de una y otra parte, los fascistas por un lado y los comunistas por otro, y como ya dijo Unamuno, en nombre de los que no fueron “ni de los hunos ni de los hotros” .


Chaves Nogales ya defendió la tercera España, Elena Fortú es la versión femenina y más entrañable de la necesidad de que todos los españoles sean ya de la tercera España.



Sí...Imagínate cómo anda él...En un instante se ha quedado sin familia...Está allí aún...En la Cruz Roja...Si quieres verle… Yo me voy esta tarde...Créeme, se está mejor en el frente...Yo no he visto allí estos horrores...Creo que se llama Ludendorff el que inventó la guerra totalitaria.

¿Cómo?

Esta guerra que ataca a las ciudades y a las gentes civiles que están en su casa sin meterse con nadie...Te digo que no creo que haya un infierno bastante horrible para castigar tamaños crímenes.



Miro; en una vuelta de fachada veo una hermosa perra loba, tirada en el suelo, en un abandono tan atroz como si estuviera muerta. Junto a ella hay en un papel restos de arroz cocido.

Se lo traje ayer—me sigue diciendo—, pero no lo quiere...Se ve que lo que quiere es morirse...Acompañó a su amo cuando le dieron el paseo allá arriba… y a los hijos del amo… a todos...luego vino a aullar a la puerta y, como vio todo cerrado, se tiró allí a morirse…



Al fin doña María, la más viejecita, que es la que dice los misterios enjareta una ingenua oración:

Señor, que no se mate a nadie más, que se estropeen todos los aviones y no puedan volar, y se moje la pólvora, y tengan todos juicio y no sean brutos. Amén.