Todo
lo que erigimos los humanos es una anomalía en la naturaleza, que
tiende a absorberlo y devorarlo. Con esta premisa, el autor, José
Ovejero, nos muestra la supervivencia de una mujer, un niño y una
gata en una cabaña rodeada de árboles. No sabemos quienes son
ellos, ni lo que les ha ocurrido. Ni siquiera conocemos sus nombres,
si tienen familia o no, ni lo que, mientras tanto, le ha ocurrido a
la humanidad. El niño se llama niño, la mujer, mujer y el hombre,
hombre. Tan sólo una gatita tiene nombre Miss Daisy. La naturaleza o
el tiempo no entiende de nombres propios.
El
presente es desolador, quieren sobrevivir pero la tierra se ha vuelto
yerma, están hambrientos, doloridos, aislados, y el prójimo es el
enemigo. El pasado es impreciso, viven de presencias que ya
son ausencias, sin memoria alguna...¿estamos
en el fin del mundo?
Es
una novela corta (144 páginas), muy bien escrita, buen ritmo, y
tensión narrativa, con un lenguaje trabajado, descarnado, que hace
saltar las lágrimas de tristeza. Me lo recomendó mi maridito.
A
pesar de todo hay en mi vida momentos de felicidad. No quiero decir
únicamente de tranquilidad o ausencia de miedo. Es mucho más o
mucho mejor que eso. Cuando corto leña para la chimenea con el hacha
pequeña que me regaló el hombre y parto la madera de un solo golpe.
Puede
que renunciar al ternero sea una renuncia a sobrevivir. Y sin embargo
respiro tranquila, en paz. Elegir lo que no es razonable,
ceder a un capricho, aunque no sea el mío, me hace sentirme dueña
de mi vida. No es algo que pueda decir muchas veces.
Había
nostalgia en su voz y en sus miradas demasiado insistentes, y yo he
aprendido a huir de los hombres nostálgicos; quieren rehacer contigo
aquello en lo que ya
fracasaron. Esperan que seas la sutura de una herida que no has
abierto que no has abierto que no has abierto tú.
Sólo
comida. Mejor, claro, que adornos o recuerdos o iconos, pero es
difícil vivir en un lugar sin memoria alguna. Sin narración.
No
sé que abejas monstruosas saldrán de este desvío que ha tomado la
naturaleza. Aunque supongo que todo ser vivo es un monstruo si no
estás acostumbrado a él. ¿No es monstruoso tener ojos, tener
dientes, tener aparato reproductor?
No
estoy segura de que corramos menos riesgo de morir si nos marchamos
que permaneciendo en la cabaña. Pero al menos acabaríamos con esta
espera insoportable, tendríamos la sensación de tomar el destino en
nuestras manos, por grandilocuente que suene.
Desconfío
de la ayuda de los extraños. Siempre esperan más de lo que dan.
He
aprendido que cuando abres tus límites se te instalan dentro y se
adueñan del territorio. Nadie se resigna a estar sólo de visita.
Con
sólo parpadear el mundo cambia. Ni siquiera te das cuenta de lo que
has hecho pero de pronto ya no conoces la realidad. Lo que estaba ha
dejado de existir, un elemento extraño entra en la imagen y todo
aquello que la rodea cambia de significado.