LA CONJURA

sábado, 28 de mayo de 2022

Tetralogía "La amiga estupenda"

 




Tras leer el libro “Dos amigas”, el primero de la famosa tetralogía de Elena Ferrante, sobre la amistad de dos niñas y mujeres nacidas en un barrio pobre de Nápoles, he ido volando a la librería a comprar las otras tres novelas y completar la saga. Y es que al final de cada libro la historia queda abierta, no hay unidades narrativas independientes, por lo que necesitas seguir leyendo, saber qué les ocurre a estas amigas. Así que he decidido reseñar todos los libros a la vez.


La historia de Lila y Lenú es bastante interesante, está contada sin tapujos, cada una con sus luces y sus sombras, en un barrio pobre y violento, Rione Luzzatti, en una ciudad marcada por las vendettas de la camorra. Son amigas y se quieren, pero también se odian, como se odian las amigas. Hay momentos en que Lenú llega incluso a desearle la muerte a Lila, sin embargo, al final, lo que siempre prevalece es su inquebrantable amistad a lo largo de los años.


Las dos protagonistas toman caminos diferentes, una de ellas hace carrera universitaria y se convierte en una escritora de renombre, mientras que la otra, se queda en la ciudad y se involucra en la vida brutal del barrio, celos, asesinatos, lucha obrera, siendo, sin embargo, la más creativa e inteligente de las dos.


En general, me ha gustado la saga, aunque de los cuatro libros me interesaron más los dos primeros donde se relata la infancia y la juventud de las protagonistas. Los otros dos, a medida que iba leyendo, la trama iba perdiendo fuerza e interés, y los devaneos de los personajes ya en su madurez son menos interesantes haciéndose un pelín largo, también es verdad que me he leído la tetralogía de un tirón y quizás estuviese cansada. Como si fuese una metáfora de la vida: las primeras épocas son más auténticas e inocentes, pero a partir de la época adulta ya todo es hipocresía.


Llega el final y lo más valioso en sus vidas ha sido tenerse la una a la otra, más que su propia familia. Dos carreras, dos formas de vida, pero una misma alma.


El vestíbulo del edificio estaba en silencio, de los pisos no llegaban voces ni ruidos. Miré a mi alrededor angustiada. Quería que Lila apareciera por la escalera A o la B o de la garita desierta del portero, flaca, gris, la espalda encorvada. Lo deseé más que cualquier otra cosa, lo desee más que un regreso inesperado de mis hijas con mis nietos. Esperaba que dijera con su sorna habitual: ¿Te gusta el regalo? Pero no ocurrió y me eché a llorar.