LA CONJURA

martes, 24 de julio de 2012

Los Muertos

LOS MUERTOS.




JORGE CARRIÓN.

Cuando empiezas a leer la novela Los Muertos de Jordi Carrión una multitud de flashes vienen a la retina, como si de un comic de ficción se tratara: aparece un zeppelin que sobrevuela la avenida, lluvia de publicidad, un mendigo cargado de crucifijos habla con un tono de voz amenazador, ciclistas pedalean con prisa y transeúntes anónimos vagan por las calles, mientras tanto, el “Nuevo”, avanza cabizbajo metiéndose las manos en los bolsillos de la cazadora y acelerando el paso.

“La ciudad parece más virtual que nunca, más maqueta o videojuego o construcción tridimensional que nunca. Pura irrealidad metropolitana”.

En este mundo, la gente recién llegada, esto es, los que llaman Nuevos, se materializan en diversos sitios de la ciudad, y lo hacen a cualquier edad, si bien los niños y viejos, tienen menos posibilidades de sobrevivir.

Queda saber quienes fueron en otra vida y cómo se llamaban. Es costumbre que los Nuevos se gasten sus primeros ahorros en adivinos, porque ellos necesitan respuestas a sus preguntas, saber de dónde vienen, quienes fueron, por qué murieron…Sólo recuerdan, a modo de interferencias, breves retazos de su vida pasada.
Hay un dispositivo para recibir a los Nuevos: centros de acogida, escuelas, hospitales, organismos sanitarios… todo ello recuerda a la Cruz Roja cuando recogen a los inmigrantes venidos de África a las playas españolas en patera.

Selena y Roy – los personajes principales- es una pareja que contacta con el “Nuevo” materializado casualmente en un charco de agua en el callejón de su casa. Su objetivo es buscar a los antiguos miembros de su Comunidad, aquellos que estuvieron relacionados en vidas pasadas.

“Puede parecer una estupidez, pero estamos convencidos de que cuántas más personas con recuerdos afines podamos reunir, más sabremos de nosotros mismos y del funcionamiento de la realidad”.

El personaje de Roy recuerda al bombero de Ray Bradbury en Fahrenheit, en busca de Comunidades fuera de la ciudad. Pero, al igual que en Fahrenheit, las Comunidades son perseguidas; el poder del Estado se basa precisamente en la ausencia de comunidades poderosas, y cualquier comunidad que pase de diez miembros es perseguida. Pero no, destruida, pues hay formas más contundentes para evitar que crezcan, formas más drásticas que la destrucción absoluta.

Multitud de referencias a Blade Runner y esa magnifica escena de lágrimas en la lluvia, que en mi opinión es una de las más bellas del cine.
Jessica, una niña adoptada por Roy y Selena. Recuerda a la niña vestida de rojo en la blanquinegra lista de Schindler, y Selena, según el propio autor, es Lady Macbeth.

“Es curioso, tercia Selena, como pasan los años entre conversaciones superficiales; importantes, porque expresan cariño, pero superficiales, al fin y al cabo, y sólo a veces, diez o doce veces en toda una vida, hablamos de lo que realmente importa”.

¿Fueron los personajes de Los Muertos en su momento personajes de ficción? ¿Es éste un mundo donde van a parar los Muertos?
“¿Qué es la vida? ¿Es el arte una forma de creación de vida en el mismo sentido en que lo es la clonación celular o la fecundidad inducido o in Vitro?”

“Todo personaje de ficción tiene uno o más modelos, conscientes o inconscientes, tomados de la vida real”.

Así, en la tercera parte aparecen los famosos personajes de las series de televisión (famosas) de los Soprano: Montisanti y Adriana; Livia la pérfida madre de Tony Soprano y el repugnante Richie Aprile, envidioso hasta la médula también en esta segunda dimensión, y haciéndose pasar por Tony Soprano.

Pero ocurre que hay una pandemia, y la gente se desmaterializa ( se desintegra de inmediato). Claro está que una pandemia no puede ser en este mundo virtual de los muertos una vulgar gripe sino una desmaterialización en toda regla.

Es una obra original, atrevida y arriesgada, pero con una estructura diferente y conseguida. Ya están muy vistas las novelas “normales” en las que no se dice mucho o no se dice nada; en cambio, en Los Muertos hay mucha vida.

Hay, en Los Muertos de Jordi, tres partes diferenciadas con un apéndice final: Mientras que la primera y tercera parte tenemos la sensación de estar leyendo un comic a través de un lenguaje escueto, casi telegráfico – Juan Goytisolo dixit-, en la segunda parte, el autor se inventa un ensayo sobre una supuesta serie televisiva llamada “los Muertos”. Mi maridito recuerda haberla visto en Antena III- por las tardes- ( ?).


Dosis de humor (negro sobre blanco):
Asistimos al suicidio de Sarkozy-cuando era presidente de Francia-.

Hillary Clinton es una presidenta de los EEUU, negra, que, víctima de la pandemia, se desmaterializa de súbito ante las pantallas cuando estaba en mitad de un discurso.

O la imposibilidad, según el ensayista, de trasladar los muertos a otro lenguaje, su imposible conversión en novela.

Y el pobre Roy, toda su vida virtual equivocado, y sólo, al final de su vida, descubre que su nombre real es Lenny.

Los Soprano comiendo en un restaurante -reconvertido posteriormente en “necrópolis de salón”- .

“Se ha ido creando una maraña de discusión sobre la posible deuda histórica de responsabilidad del ser humano respecto a sus creaciones artísticas”.

“Pero alguien me ha dicho hace poco que no soy nada detallista, detallista, joder, detallista, hagas lo que hagas, van a encontrar un adjetivo para acusarte”.

“Qué estúpido eres, afirma Nadia, si te vuelo la cabeza tardarás al menos tres días en recomponerte”.

Carrión sabe que toda creación está contextualizada y virtualizada de otras obras- mejor-ando a Juan G.-, de cuya existencia se explica y alimenta; y a las que prolonga y modifica.

El ciberespacio ha devorado la narrativa universal. Todo es audiovisual – como dice mi marido-.

Los muertos se ven y se leen. Dualidad propia de las partículas elementales que diría Michel (personaje que saldrá en la próxima edición de la novela –dice mi maridito-).


Los Muertos es un libro sobre la vida y …..

Nota 8’88



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