LA CONJURA

martes, 17 de julio de 2012

El accidente ferroviario

EL ACCIDENTE FERROVIARIO.


THOMAS MANN

Un relato sobre un accidente de tren en el que supuestamante se ve inmerso Thomas Mann y que aprovecha magistralmente para dar unas pinceladas psicológicas sobre los personajes que contempla, mozos robustos que portan los equipajes, una anciana de mantilla negra y desgastada que a punto está de meterse en la clase equivocada y que es increpada por el revisor con bandolera de cuero, de imponente mostacho policial y mirada acerba:

Aquí tenemos a nuestro paternal Estado, la viva encarnación de la autoridad y la seguridad. No es agradable tratar con el Estado, pues es severo e incluso rudo, aunque fiable. Uno siempre puede confiar en él, así que en estos momentos tu maleta está tan segura como en el mismísimo regazo de Abraham.

El mismo revisor que con aire marcial y llevándose la mano a la gorra saluda a un señor en polainas, con un abrigo amarillo de otoño que lleva un perro de la correa y que camina seguro, con expresión glacial, contento por el efecto que causa su persona. El personaje de polainas entra al vagón, tropieza y golpea a Thomas Mann—nada más y nada menos—pero no se disculpa porque es un verdadero señor y porque él todo se lo merece, es un hombre L’Oreal.

¡!!No me dirán que no es una buena escena!!!,  de película. Ya lo dice mi maridito AMB, una buena película ha de tener una escena con tren pues es la escena Big Bang del séptimo arte.

El escritor nos explica su miedo al inicio de un viaje. El gran espacio desconocido frente a un nuevo viaje le produce una excitación sorda y profunda. Y eso que todavía no existían los modernos Boeing 747.

¿Pero cómo se comporta cada uno de los personajes tras el accidente?
(He de aclarar que el accidente es más bien aparatoso y que no hay ninguna víctima).

El escritor quiere recuperar su maleta en la que guardaba un inédito manuscrito.
Los mozos portaequipajes, frescos y haciéndose los importantes.

El revisor de mirada acerba que fuera la viva imagen de nuestro paternal Estado, venía cojeando, apoyando una mano en la rodilla y parece ser que no le preocupaba nada más- algo parecido hace Mariano Rajoy en la crisis actual-.

El señor L’Oreal de las polainas porque-yo-lo-valgo pidiendo auxilio, abriéndose hueco entre las damas aterrorizado, dando empujones y repitiendo ¡Por el amor de Dios! y ¡Jesusito de mi vida!- algo parecido hace la banca en la crisis actual-.

Y por último, entrando en el vagón de primera clase sostenida por dos bomberos, la viejecita de mantón negro desgastado.—he aquí al pueblo español—.


A ver si alguna vez termino  la Montaña Mágica.

Puntuación. 8, 9

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