LA CONJURA

domingo, 4 de noviembre de 2012

Sé lo que estás pensando

SÉ LO QUE ESTAS PENSANDO

JOHN VERDON


Una novela negra debe captar la atención al instante. Bueno, pues ésta lo ha conseguido porque “Sé lo que estás pensado” es un thriller que te atrapa a la primera. Es eso: una novela negra, muy bien escrita y con profundidad psicológica en los personajes y en las reflexiones.

John Verdon, el autor de “sé lo que estás pensando” es un ex-creativo de marketing que a los sesenta y pico años escribe su primera novela. Yo soy de las personas que piensan que para escribir bien y decir “algo”, primero hay que vivir y leer y después cumplir años. Sólo a partir de los cuarenta años se puede empezar a decir cosas interesantes, excepción hecha de los genios, claro está, que pueden hacerlo dos años antes.

Pero volvamos al libro. A un ex detective jubilado, Dave Gurney, le llega el caso de un antiguo compañero de Universidad que está siendo amenazado por carta.

El psicópata y asesino, para demostrar a la víctima su nivel de control omnipotente, le propone que piense un número del uno al mil, número que asombrosamente logra adivinar. Dentro de la misma carta hay otro sobre cerrado donde estaba impreso el seiscientos cincuenta y ocho, precisamente el número que había pensado.

¿Cómo es posible?. Todo tiene su explicación lógica y científica.

Cuando estás leyendo es inevitable pensar en Agatha Christie, o en un Sherlock Holmes. A pesar de que parte del enigma que plantea el libro (por ejemplo el de los números acertados) se descubre antes del final, y a pesar de que el autor dosifica la información y llegas a las últimas páginas con varias cuestiones resueltas, el libro se quiere leer rápido porque ya se encuentra uno sumergido en la vorágine de la lectura, atrapado por las aventuras y desventuras de Gurney al que quieres acompañar hasta el final, para entender qué ha sucedido realmente y para saber más de Madeleine, la esposa de Gurney, una inteligente persona y una generosa mujer, que en la privacidad de su cocina mientras hace café y sin darle la menor importancia al asunto resuelve algunos aspectos simbólicos del caso, encontrados en diferentes escenas del crimen y sobre todo es la mujer que ordena la existencia de Gurney.



Por cierto, me encanta la casa donde viven David Gurney y Madeleine. Una sólida casa de labranza del siglo XIX, en un prado solitario, rodeada de colinas y de un bosque de cerezos, arces y robles. Y sus bucólicas vistas!!.

“Las frutas punteando las ramas a través de la masa del follaje como gotitas de una pintura impresionista”.

“las colinas azuladas”.

“Por la mañana, el suelo apareció cubierto de hojas y el aire estaba cargado con los olores intensos del otoño. Gotitas de agua en la hierba del prado fracturaban la luz del sol en destellos carmesí”.

“Miró por la ventana. El cielo era perfectamente azul, y la nieve brillaba como si se hubiera mezclado con cristal astillado. La belleza y la paz de la escena se combinaron con el aroma de café recién hecho para lograr que por un momento la vida pareciera simple y fundamentalmente buena”.



Resumiendo, un libro de lectura fácil, entretenido y con una historia bien formada.

Extraigo de las páginas 586, 658 y 856 algunos párrafos que me han gustado:

Los roles que han dominado nuestras vidas son aquellos en los que no reparamos. Las necesidades que nos arrastran de un modo más implacable son aquellas de las que somos menos conscientes. Para ser felices y libres hemos de ver los roles que desempeñamos por lo que son, y sacar a la luz del día nuestras necesidades ocultas.

Les ocurren cosas malas a las buenas personas. Pero esas buenas personas no se pasan el resto de su vida sintiendo rabia y reproduciendo una y otra vez su resentida cinta del robo. Las confrontaciones personales que más nos inquietan, aquellas de las que no podemos desprendernos, son en las que desempeñamos un papel que no estamos dispuestos a reconocer. Por eso el dolor dura, porque nos negamos a mirar su fuente.

Lo que parece haber ocurrido no puede haber ocurrido. Por lo tanto, lo que parece que ha ocurrido no ha ocurrido.

El agotamiento era una lente a través de la cual tendía a ver su vida como un fracaso: un fracaso que los elogios profesionales hacían más doloroso.

El primer escollo en nuestra búsqueda es el de suponer que ya nos conocemos, que conocemos nuestros motivos, que sabemos por qué nos sentimos de este modo frente a las circunstancias y la gente que nos rodea. Para poder progresar, necesitaremos tener una mente más abierta. Para descubrir la verdad en mi mismo, debo dejar de insistir en que ya la conozco. Nunca quitaré la roca de mi camino si no logro verla tal y como es.

Para terminar les propongo un juego: Piensen un número del 1 al 20.

¿A que han pensado en  el diecinueve? ¿no? ¿no era ese el número? Pues no se preocupen, la próxima vez que le pregunten pensaran en ese número. ¡Seguro!

Nota : 8,658



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