O debería decir: ¿El amor en los tiempos del ébola?
La novela transcurre en la ciudad de Cartagena
de Indias, con el Caribe y una epidemia de cólera de fondo.
Ahora, yo leo esta historia en la Cartagena
Mediterránea y Cantonal de Murcia y con el amenazante ébola en nuestros hospitales.
Pero el silencio era diáfano en el
calor de las cuatro, y por la ventana del dormitorio se veía el perfil de la
ciudad antigua con el sol de la tarde en las espaldas, sus cúpulas doradas, su
mar en llamas hasta Jamaica.
Un amor “contrariado”, así llama
GABO a la obsesión que Florentino Ariza siente por Fermina Daza, y lo hace con
una prosa fluida y mágica, de grandes recursos estilísticos—bellas
descripciones e inauditas comparaciones y metáforas (era la memoria la que se le escurría
por las goteras)—que convierten lo cotidiano y a veces lo soez en una aventura asombrosa, con la
disciplina y el arte propios de un
maestro.
“Por la noche no los despertaban los
cantos de sirenas de los manatíes en los playones, sino la tufarada nauseabunda
de los muertos que pasaban flotando hacia el mar.”
“Con ella aprendió Florentino Ariza lo
que ya había padecido muchas veces sin saberlo: que se puede estar enamorado de
varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a
ninguna. … El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas”
Me llama la atención los nombres
tan poco poéticos en apariencia que utiliza:
Fermina, Florentino, Juvenal Urbino, Pío Quinto, la tía Escolástica,
Lotario Thugut, Tío León XII, Tránsito Ariza … etc. Me dice mi maridito que no
existen nombres más poéticos que otros y que la historia de la literatura así
lo demuestra. Mira por ejemplo el nombre de Orlando—me dice—por muy extraño
que parezca no deja de ser poético, sí claro, tiene razón; pero a mí Orlando me recuerda el tomate frito, o una ciudad americana
repleta de asesinos, qué le voy a hacer.
Florentino y Fermina se conocen
desde jóvenes. Inician una relación epistolar y llegan incluso a comprometerse.
Pero un día Fermina descubre en Florentino
una figura triste, desfasada y
carente de atractivo. Ya no le interesa su poesía, ni su aire de poeta
antiguo. Rompe con él y se casa con
Juvenal Urbino, un joven médico de buena familia. Florentino espera más de
cincuenta años a que enviude Fermina para reiniciar sus relaciones.
Efectivamente, el doctor Juvenal
Urbino muere, y de una manera estúpida: cae de una escalera cuando iba a
atrapar un loro que se había escapado. Ya viuda, Fermina recibe a Florentino y
decide reanudar su relación. El hecho decisorio de volver a aceptarlo no es el
recuerdo de un amor juvenil sino una
serie de cartas que Florentino le envía; y que lejos de ser la misma poesía pueril que le enviaba
cuando eran jóvenes, ha evolucionado a una serie de reflexiones morales,
meditaciones, e ideas sobre la vida, el amor, la muerte. Algo que a Fermina la
consuela en su viudez.
Cincuenta años espera Florentino al amor de su vida. Y al final lo consigue.
Nada en este mundo era más
difícil que el amor.
Mucha gente compara esta obra con
“La educación sentimental” de Flaubert. Así lo dicen estudios sesudos y tesis
doctorales estableciendo paralelismos en ambas obras. Pero a mí me parece que esta obra es más nietszchiana que otra cosa, es decir, supone el triunfo de la fuerza de la voluntad del hombre para perseguir un
objetivo. También supone el triunfo
del pensamiento, de la filosofía frente a la poesía. Así lo veo yo.
Recordemos que ante sus primeras
cartas de poemas de amor Fermina corta
su noviazgo y sólo lo reanuda con el
Florentino más filósofo.
“Transcurrían en silencio como dos viejos
esposos escaldados por la vida, más allá de las trampas de la pasión más allá
de las burlas brutales de las ilusiones y los espejismos de los desengaños: más
allá del amor”
¿Cómo no recordar a Nietzsche?
“Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal”
Nietszche
Y si, como dicen expertos literarios, en “El amor en los tiempos del cólera” existe
un paralelismo con el triángulo amoroso de “La educación sentimental”, qué
menos que encontrarlo también en la vida de Nietsche: Salomé, el filósofo
moralista y positivista Paul Rée y el propio Nietszche.
Una
cosa curiosa en la narrativa de esta novela es el uso exagerado del término:
“sin embargo”. Si uno lee esta obra puede contar la de veces que lo utiliza.
Sin embargo, no te das cuentas hasta que terminas el libro.
Y sólo entonces había comprendido que
un hombre sabe cuando empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su
padre.
Entonces se hizo un silencio tan
diáfano, que a través del desorden de los pájaros y las sílabas del agua en la
piedra se percibía el aliento del mar.
Lo de prosa fluida y mágica, viniendo de ti, me lo creo.
ResponderEliminarLas citas hacen pensar y suponer que habrá más cosas para pensar (aunque habrá que ver si hay ganas de pensar...)
Lo del loro, aunque asunto triste, pero inevitalblemente humorístico, también tiene su enjundia.
Pero parece muy triste.
En definitiva, me ha picado el gusanillo por lo de la prosa fluída y mágica, pero, ¿lo recomiendas?
Se nota que Gabo tiene muchas horas de vuelo. Y escribe muy bien, eso explica que pueda escribir quinientas páginas sobre la relación de una pareja. Y mágica por varias razones, por el ambiente, por ese amor del protagonista que es increible pero que el autor nos lo hace creible y por esos personajes tan locos que describe.
EliminarDe acuerdo. Las razones de la "magia" me gustan. Otro para la lista.
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