LA CONJURA

viernes, 13 de agosto de 2021

HACIA LA BELLEZA

 



Un hombre se presenta para trabajar de vigilante en el Museo de Orsay en Paris.

Le toca custodiar precisamente la sala donde se expone el retrato de Jeanne Hébuterne de Modigliani. Cualquier otra persona terminaría exasperada tras pasar tantísimas horas ante un mismo cuadro (ante ese cuadro en concreto); sin embargo, el personaje de la novela de David Foenkinos, un hombre lacónico y taciturno, parecía establecer un vínculo real y especial con esta pintura.

Lo sorprendente es que Antoine Duris, el vigilante, era profesor universitario. Un brillante profesor, además. Y de la noche a la mañana abandona su trabajo sin motivo alguno. Nadie sabe qué le ha sucedido. Ha roto también el contacto con su familia. Está claro que debe ser una depresión o un hecho traumático lo que le ha llevado hasta allí.

Es verdad que Louise, su novia, lo había abandonado, pero uno no abandona también su vida por eso; había algo más… la dura historia de Camille ( hay que leer el libro). En el fondo, Jeanne Hébuterne (Modigliani) y Camille tienen mucho en común. Y aunque, al principio, la historia está bien escrita y seduce, luego se desinfla, y resulta ¡oh tragedia! previsible. Es el signo de los tiempos actuales: la mayoría de las novelas y ensayos son previsibles.




Para el autor de la novela « Hacia la belleza» lo maravilloso encarna la mejor arma contra la fragilidad. La curación ha de provenir de la belleza, del arte, que tiene la virtud de hacernos sentir y revelar un bálsamo curativo para lo trágico de la vida y para la tragedia que es la vida.

Cada uno busca su propio camino hacia el consuelo. ¿Es posible curarse encomendándose a una pintura?”




Antoine trataba de escuchar todo cuanto se decía. Había comentarios luminosos, hombres y mujeres realmente conmovidos al descubrir en directo esos Modigliani; y otros nefastos. Desde su posición sedente, Antoine iba a recorrer todo el espectro de la sociología humana. Algunos no decían: “He estado en el Museo de Orsay”, sino “Me he hecho el Orsay”, un verbo que delata una especie de necesidad social; prácticamente una lista de la compra. Esos turistas no vacilaban en emplear la misma expresión para los países: “Me hice Japón el verano pasado…” Así pues, ahora los sitios te los haces.


No hay comentarios :

Publicar un comentario