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Pero los enemigos del Presidente no dejan de ver la ocasión perfecta para acabar con él. Para ello cuentan con la ayuda de la prensa del país, el cuarto poder, además de la figura paterna—el padre del propio Presidente— con el que está enfrentado desde hace ya tiempo, pues el viejo minero y antiguo luchador sindical le recrimina al hijo haber abandonado los principios democráticos y anteponer los intereses personales y partidistas a la ética y a la justicia.
Una novela distópica sobre la verdad y la imperfección de la sociedad que se desliza por los sinuosos vericuetos de la política; y sobre todo de la separación de poderes: esto es, el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial (encarnado éste último en la “jueza”, la esposa del presidente, como metáfora del control del poder judicial).
Un cuadro actual. Para completarlo, surge desde el fondo la presencia amenazante de las grandes corporaciones y del poder financiero...
Te han declarado la guerra aquellos a quienes salvaste la vida, poco más podría suceder.
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