LA CONJURA

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Diógenes, Zenon, Epicuro, Cicerón, Lucrecio, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio

El cuidado de uno mismo: Diógenes. Zenón. Epicuro. Cicerón. Lucrecio. Séneca. Epicteto. Marco Aurelio.

Diógenes al que llamaron el Cínico, es decir, el can o el perro se empeñaba en vivir como un animal aunque a diferencia de los animales hablaba y era muy crítico con aquellos que vivían de otro modo. No respetaba ninguna de las convenciones sociales: se burlaba de la autoridad, no quería dinero ni propiedades, bebía agua del río y si era posible con las manos, vestía harapos,…
Para Diógenes bastaba con satisfacer las necesidades naturales para ser virtuoso y por tanto feliz pues la sociedad nos crea falsas necesidades.

En una ocasión fue Alejandro Magno a visitarlo a la tinaja donde dormía prometiéndole concederle aquello que quisiera pero Diógenes le dijo con un bufido que se apartara porque le quitaba el sol.

Zenón fue el líder intelectual de los estoicos, denominados así porque se reunían en una plaza ateniense, la stoa. Coincidían con los cínicos en considerar la virtud como lo único realmente importante de la vida humana, pero no despreciaban el estudio y la ciencia como hacía Diógenes, al contrario estaban convencidos de que la virtud es cuestión de conocimiento.

La virtud consiste en comportarnos de acuerdo con lo que manda la naturaleza, y para ello hay que estudiarla porque no tiene las mismas órdenes para un animal cualquiera y para un hombre capaz de razonar.

LLamamos “naturaleza” a lo que otros llaman “Dios”, es decir al orden riguroso con el cual funciona todo lo que existe y del cual formamos parte los hombres, sin más ni menos privilegios que cualquier otro ser.

La ciencia estoica tenía tres campos de trabajo: De la naturaleza material en general, lo que ellos llamaban física; Del estudio de lo humano y De cómo debemos comportarnos: “la ética”.

La virtud y por tanto la felicidad tiene que tratar de aquello que está en mi mano y depende de mí, no de lo que me trae el azar o las decisiones de otros.

El Placer es el lema que presidió Epicuro. Su tarea no la entendía como una búsqueda de grandes conocimientos sino que sólo le interesaba lograr estar sereno y contento utilizando para ello la inteligencia. Según Epicuro debemos aprender a no estropear nuestra vida y a pasarla disfrutando de mejor modo posible.

Si aceptamos los aspectos agradables de la vida también hemos de aceptar sus fastidios y problemas. El miedo a la muerte lo soluciona Epicuro de la siguiente forma: mientras estamos vivos no hay muerte, y cuando la muerte llega ya no estamos nosotros para sufrirla. En cuanto a los Dioses lo razonable es pensar que no se preocupan de los humanos, ni para bien ni para mal, ni en esta vida ni en otra.

Los placeres son muy fáciles de conseguir pero nosotros lo complicamos de forma que nunca disfrutamos de verdad, en ocasiones necesitamos que nos envidien, que nos alaben para poder ser felices. Pero hay placeres naturalmente humanos como el conocimiento de las cosas y la amistad. En cuestiones de política, Epicuro y sus seguidores eran partidarios de no mezclarse, su lema era lathe biosas, es decir, vive oculto.

Epicuros, estoicos y cínicos coinciden en que el problema fundamental de la filosofía es como vivir mejor.

La vida es una exageración y nos recomiendan moderación, autocontrol y no dejarse arrastrar por las pasiones.

A la muerte de Alejandro Magno empezó a surgir un nuevo centro político: Roma. Aunque los romanos fueron legisladores, urbanitas, arquitectos, historiadores en materia filosófica se limitaron a tomar ideas de los pensadores griegos. El gran orador Cicerón fue ecléctico, es decir tomaba diversas ideas de varios filósofos componiendo su propio cóctel filosófico. Lo que más le interesaba a Cicerón era cultivar la humanitas, es decir, la humanidad de cada cual, entendida como benevolencia compasiva hacia los demás y elegante delicadeza de gusto en todas las cuestiones de la vida.

Lucrecio en “Sobre la naturaleza de las cosas” expuso las doctrinas de Epicuro en verso.

Otro pensador importante fue Séneca que nació en Córdoba, abogado y escritor, utilizó muchas ideas de los estoicos y de los epicúreos. A su joven amigo Lucilio le escribió una serie de Cartas para guiarle en los altibajos de la existencia cotidiana que siguen siendo útiles hoy para cualquiera de nosotros.

Para los estoicos vivir bien no era cuestión de tener mucho o poco sino de comportarnos como hombres virtuosos. Por ello no es de extrañar que los dos estoicos más importantes ocupara puestos sociales distintos: el esclavo Epicteto y el emperador Marco Aurelio. Curiosamente fueron los escritos del esclavo los que sirvieron de guía para los del emperador.

2 comentarios :

  1. Hola! Me ha servido de mucho la información que hay pero creo que debería haber más.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Sí, sólo es un resumen. Cuando termine esta pequeña historia de la filosofía empezaré con autores y obras de forma más detallada.

    De todas formas con la nueva ley del ministro de educación Wert, lamentablemente, la filosofía se quedará en nada.

    ResponderEliminar