LA CONJURA

domingo, 3 de marzo de 2013

LUNA LLENA

De P.G. WODEHOUSE



Con Wodehouse nos sumergimos en un mundo de aristócratas y caballeros sin oficio, pero con beneficio, cuya principal actividad consiste en jugar al golf, tomar el té , apostar y vestirse de gala cada noche para bajar a cenar y beber.

El lugar de reunión es el castillo Blandings con su particular dueño al frente, Lord Emsworth, y su mascota, “La Emperatriz” , una cerda que ha ganado todos los concursos de belleza del condado.

Las situaciones que nos narra Wodehouse son triviales, una simple cena, una visita al médico de Tipton – uno de los personaje principales de sus historias-, una chica buscando marido rico; pero Wodehouse lo hace con su particular sentido del humor. Por ejemplo una visita al médico:

“le pidió en voz baja y taciturna que se sentase y le enseñase los puntitos. Y cuando los hubo visto, sacudió la cabeza y dijo que no le gustaban. Tipton dijo que a él tampoco, de lo cual se alegraba, porque así entre él y el doctor E.J. Murgatroyd podían hacer algo contra ellos. Lo que logra el triunfo en estas ocasiones, dijo Tipton, es el espíritu de compañerismo y el ir adelante hombro con hombro.”

Tomándole la tensión:

“Ató una goma alrededor de los bíceps de Tipton, aprentándola con fuerza y mirando entretanto una especie de contador que tenía sobre la mesa. Después de haberlo desatado, dijo que no le gustaba la presión arterial de Tipton. Tipton, sorprendido, pues era la primera vez que oía hablar de aquello, le dijo que ignoraba que tuviese una presión arterial. Y el doctor le dijo que sí, y además muy alta; Tipton repuso que estaba muy bien y el doctor dijo que no, que no tan bien, y comenzó a sermonearlo de firme”

“Entonces, después de haberle hecho una serie de preguntas con muy poco tacto referentes al plan general de vida de Tipton, pronunció su veredicto.”

El castillo de Blandings se llena de jovencitas en busca de maridos ricos; también, novios pobres que se han de disfrazar de pintor aunque sea para pintar la cerda Emperatriz y así poder colarse en el castillo y entregar una carta de amor a su amada. Para ello hay que buscar herencias, financiación, en un mundo donde todo es amable, donde se extravían valiosos collares de diamantes, y donde todo tiene arreglo y donde al final las cosas se resuelven satisfactoriamente bajo la luna llena del castillo de Blandings.

Los nombres de los restaurantes (me encantan) “El Queso furioso” o “El Cerdo y el silbato” , de los hostales, y de los Clubs, “El club de los Zanganos” o “ El club de los Conservadores” , o el de “ Los Leales Hijos de Shropshire”, ya nos indica el tono de los relatos de Wodehouse y el mundo de chifladura que nos podemos encontrar en sus páginas.

Los personajes demuestran el amor paterno filial enseñando al niño apostar por el caballo ganador, o se escandalizan cuando descubren que alguien ha dejado de beber y se ha hecho abstemio, y casi declaran que la civilización ha fracasado y que se tambalea la estructura de la sociedad si un invitado a una casa de campo no puede estar seguro y tranquilo en su propia habitación.

Pero también hay alusiones y reflexiones cultas. Wodehouse suele citar a Shakespeare.

“Me recuerda a aquella muchacha de Shakespeare que… ¿Cómo es aquello? Sé que dice algo de los gusanos y acaba con algo de las mejillas. ¡Ah, sí!. Jamás dijo una palabra de su amor, pero su silencio, como el gusano en el capullo, devoró sus rosadas mejillas.”

“ Una atmósfera de tristeza y pesadumbre subsistía entre las paredes, como el olor de las coles hervidas. Tipton no estaba familiarizado con las obras de Edgar Allan Poe, de manera que no había oído hablar de la casa Usher; pero un hombre más leído que él hubiera podido creer con razón que había cruzado el umbral del mencionado y melancólico establecimiento”


Un libro para relajarse, para reír y sonreir.

“Aun cuando tenía más la sensación de ser la avasalladora fuerza de la Naturaleza que un simple hombre con gafas de montura de concha …”




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