MARÍA DUEÑAS
Blanca acepta un modesto trabajo
de becaria en una Fundación de la Universidad de Santa Cecilia, en California,
cerca de San Francisco. Atrás deja a sus hijos, ya mayores e independientes, y
un buen trabajo como profesora de literatura en la universidad española. Pero lo
que realmente pretende Blanca es
alejarse: después de más de veinte años de matrimonio su marido la ha abandonado
por otra más joven.
En California tiene como misión
poner en orden la documentación de un antiguo profesor español, y otra misión más personal que es olvidar. Olvidar es, en sí mismo, un
esfuerzo, un trabajo. Allí empieza de nuevo, integrándose en la vida
universitaria, empezando desde el principio y estableciendo nuevas amistades.
Historias entrecruzadas y
feedback de la España de los años
treinta y cincuenta que confluyen en la historia principal y que son necesarios
para poder entenderla.
Uno de los escenarios que más me gustan es el que se desarrolla en la Cartagena de Mister Witt en el Cantón, la Cartagena con
bases americanas y de postguerra. (A veces,
todavía hoy, me acerco a Tentegorra para fotografiar esos dúplex tan americanos)
Daniel Carter, joven americano profesor de
literatura española, viaja a España y visita la ciudad de Cartagena, en busca
de los escenarios de la célebre novela de Ramón J. Sender. Allí se enamora de
Aurora, una cartagenera de rosáceos dedos.
Tras esta novela y al igual que
ocurrió con “El tiempo entre costuras” hay una gran labor de investigación y
documentación por parte de la autora. Por ejemplo sobre las distintas Misiones que
los padres franciscanos establecieron en California, algunas de ellas
rescatadas del Olvido. No digo más ... que después todo termina por saberse.
Me conmovió la historia de Andrés
Fontana y en concreto esta parte donde su madre, una criada, analfabeta, y sin
oportunidades en la vida, se enfrenta a su marido—un minero alcohólico que
quiere que su hijo trabaje también en la mina—y de noche y a escondidas del
padre, LA MADRE levanta al hijo y lo envía a
estudiar a Madrid:
“Una hora después despertó a Andrés y le ordenó en voz queda que se
vistiera. Atenazados por la escarcha de la madrugada, los dos apretaron el paso
camino de la estación. Una vez allí, ella le entregó el sobre con papeles y
billetes que esa misma mañana había recibido de manos de don Ramón Otero.
Después lo abrazó con furia, clavándole todos los huesos de su cuerpo enjuto. A
las cinco y diez de la mañana del día 1 de enero de 1930 tomó Andrés Fontana el
tren correo que le conduciría a un mundo ajeno del que ya no regresaría. Jamás
volvió a ver a su madre”
A mí me gusta. Es verdad que me
gustó más la anterior, la del tiempo entre costuras, pero Misión Olvido,
también es una buena novela. Es una
buena historia de personas reales y bien ambientada en esos años. ¿Se pueden
hacer todavía novelas así? SÍ-SE-PUEDE.
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