(de Manuel
de Mágina)
Saltitos es un libro de relatos que
edita “El desván de la memoria” cuyos temas y desarrollo es sorprendente. Mágina
es iMaginaTivo. Sus historias parten de un axioma fantástico, metafórico, desorbitado:
forzar la realidad para obtener un fiel retrato de la misma, pues la realidad
se compone de relatos fantásticos y metafóricos.
Entre otras
historias, podemos leer la de dos personas que se acaban de conocer y no pueden
dejar de hablarse como siameses inseparables, incluso en los momentos más
íntimos; o la de un hombre y una mujer metamorfoseados en sus propios
personajes o también la espectacular boda de un frigorífico —no se especifica
la marca—. Historias —¿exageradas?, yo pienso que no— que salen de sus
delimitaciones naturales para poner de manifiesto su existencia.
Pero el relato
más relevante es el titulado “El pájaro guitarra”.
Como si fuese
un moderno esclavo, Willy se ofrece como pájaro cantor. En la amplia cocina de
una casa acomodada le construyen una jaula donde Willy vive y ofrece sus
conciertos de guitarra. Al principio el hecho parece incomodar; pero poco a poco
la casa se acostumbra a él. Y lo que al principio asustaba, ahora supone una
ocasión de júbilo y de expansión en el hogar. Es ahí donde afloran la
perspectiva y el carácter auténtico de los personajes. La señora de la limpieza
teme al principio a Willy, aunque luego le gusta ese extraño cantante que le
alegra las mañanas mientras ella trabaja, como si fuera los cuarenta principales;
el dueño de la casa termina por considerar a Willy una propiedad más; su hija
reacciona como la adolescente clasista que ya es, y el hijo, que siente
compasión por el cantante enjaulado, quiere liberarlo; por último, su mujer
Chloe, la más práctica, la más realista, que ve en todo el asunto una simple
broma. Una broma pesada, pero que suena bien.
No sabemos si
abierta la jaula el pájaro prefiere la libertad o el canto. Ese es el misterio.
Más allá de las notas o los rudimentos de los que el artista se sirve
para expresarse, aún quedaba un código secreto. Ese que nos despierta la “fascinación”.
Y Willy lo conocía. La fina melodía que tocaba transmitía desde ese lugar
insondable.
Y que unos se encaminan hacia las metas por el sendero de la razón
práctica y otros por el de la intuición, pero ambos confluyen inevitablemente
en la matemática que ordena toda naturaleza, con la ventaja de que, quienes
hacen uso de aquella, son quienes, a la postre, ostentan el poder; ya que estos
olvidados de todo cuanto no sea su devoción, prescinden de lo que conduce hasta
él.
No hay comentarios :
Publicar un comentario