LA CONJURA

viernes, 31 de diciembre de 2021

CONSERVADOS EN CHAMPAN

 




Del autor de esta novela lo único que conocía un poco era su polémico personaje de Instagram, un tal Cayetano Sáenz de Betolanza, aristócrata cursi, inútil, egoísta, parásito pepero, aunque gracioso y divertido, suponiendo que eso tenga ya gracia alguna, estando, como estamos, en una época no sólo burguesa, sino casi apocalíptica con esto de la emergencia climática y la negativa a vacunar al tercer mundo contra el covid 19.


El autor de este librito se llama Patricio Alvargonzález, es guionista, escribe en Vanity Fair, es cinéfilo, un gran lector (creo yo) y muy joven. En la solapa del libro dice: “Esta es su primera novela, así que no lo tomen en serio”. Obviamente cuando el autor escribe tal frase es que hay que tomarse en serio lo que dice.


Pero yo a pesar de la advertencia he tenido a bien comprar el libro y, además, leerlo. Leerlo hasta el final porque no entendía muy bien el argumento, salvo en líneas muy generales. La novela, parece ser que trata de la muerte de varios miembros de la rancia familia de los Martínez de Orujo, (Atención, Orujo como el aguardiente) y de Antoñito, uno de los herederos, y de sus fiestas en Madrid, París, y, debido al alto número de decesos en su familia, de los funerales a los que acude (que son casi fiestas también).



El libro es una locura, con ciertos destellos que recuerdan al gran Wodehouse y a su sabio mayordomo, eso , con mucho de cine: La fiera de mi niña, Bola de fuego, Al servicio de las damas (Magnífica), y otras muchas, entre las que creo entrever incluso a “La vida de Brian”.


Todo es como un remake de “Al servicio de las damas” con mezcla de “Wodehouse”, pero sin llegar al nivel del gran escritor inglés, ni del cineasta americano Gregory la Cava.


En fin, es una obra divertida aunque indescifrable. ¿Será Patricio un buen escritor o no?, todo dependerá de su próxima obra. A ver…


Lo cierto es que hoy en día parece necesario dejarse llevar por sensacionalismos para ser un escritor de éxito. Eso y escribir con una retórica abrumadora, cargada de descripciones que no van a ninguna parte.


Margarita estaba lista, parecía una de las hijas de Zapatero.

¿Y esta?—pregunté disimuladamente a Modesto.

Su prima, señor.

¿Qué hace así vestida?

Es lo que ella cree por luto, señor.

Pero si va de gótica.

Si me permite, me parece acertada su observación, pero no seré yo quien lo aclare, señor.

No, si ya se aclarará ella...¿Dónde está mi brazalete?—cambié de tercio.

Volvió de Francia sin él, señor.


Disculpe, señor.

Soy género no binario, si no te importa.


Volví entonces a mirar entre los libros más vendidos. Por lo visto, antes de escribir nada debía presentar algún telediario o espacio televisivo si quería convertirme en un bestseller. Escribir es una tarea de lo más complicada, uno mira el diccionario y se siente indefenso. Una vez conocí a una mujer que se lo había leído, como si fuera una novela. “El final es poco revelador”, me dijo.


Tendrá que repetir, una nueva novela, pero sin tanto muerto.


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