LA CONJURA

domingo, 10 de julio de 2022

CIUDAD DE OCCIDENTE

 



Cualquier ciudad

de occidente quiero

sentarme a tu lado.



Libro de Haikus de Teresa Gallego, cosmopolita. La profundidad de un poema no está en el número de palabras, sino en su pensamiento y contenido, en lo que provoca en el lector. Y estos poemas mínimos cuya percepción surge de la contemplación de la realidad, de la naturaleza, me hacen pensar, como pequeños puntitos del iceberg.

Los haikus de Teresa nos llevan a la Orjiva de la Alpujarra Granaina, a sus casas de piedra y madera, a la emoción de la naturaleza que la envuelve, a esa melancolía contemplativa y entusiasmo de lo cotidiano, como pequeñas sentencias flamencas: La soleá es el Haiku.

Si la sutileza de estos poemas nos hacen pensar, ir más allá o ir al principio del principio; yo siempre me pregunto dónde estaría el autor/a, y qué vería cuando escribió aquello. En este link hay una serie de haikus cuya emoción fue descrita por sus propios autores en época de confinamiento. Lo que veían a través de sus ventanas. Igual hace Teresa. 

Haikus desde mi ventana

¿Qué pensaría, donde estaría, la autora, Teresa Gallego, cuando escribió estos otros? ¿Qué mira, qué siente? Qui lo sá. No tengo certezas sobre ello , sólo cervezas, como afirma Juan de Dios, autor cartagenero de "El Canto fenicio". Mas las soleares de Teresa Gallego se imponen ante nuestra mirada y con ojos atentos meditamos:


No sé qué pensar,

¿Las nubes se expanden o

se disuelven?



Nada es nuevo,

todo es lo mismo pero

hay que alcanzarlo.


Estos dos haikus de Teresa nos llevan a dos cuestiones trascendentales en nuestro mundo: la primera es la esencia del ser humano (que es el pensar) y la segunda—que se corresponde con el segundo haiku— es que siempre el ser humano se encuentra con los grandes temas de su existencia ( el bien, la muerte, etc).

Teresa “ no sabe qué pensar” respecto a las nubes. Sócrates, el inventor de la filosofía, afirmaba que “sólo sabe que no sabe nada” (cuando miraba las nubes también). Ahora bien, el saber de Sócrates, el saber que no sabía nada o no lo sabía con certeza, era el único saber seguro y cierto para el ser humano.

Y, además, por el segundo haiku, sabemos que sobre los grandes temas del ser humano, indudablemente sí estamos obligados a recomenzar de nuevo en cada época histórica (o mejor, con cada educación de los niños y jóvenes), no podemos tener la última palabra, no podemos tener la última certeza, pero sí, quizá, nos permitirá tomar unas cuantas cervezas entre amigos, entre amigos del saber , es decir, filósofos.

Ésta ha sido mi lectura, pero puedo equivocarme, y seguro que hay otras muchas interpretaciones, sobre todo la de la propia autora, muy probablemente distinta a la mía. Por lo que quizás sea necesario tomar alguna cerveza y seguir meditando y conversando sobre los haikus de Teresa.

1 comentario :

  1. Hola, Nico, leerte ha sido recuperar el momento que un día me llevó a escribir estos versos. Y eso enriquece mucho más, tal vez, que aquel acto que nuevamente se vuelve un regalo a través tuyo. Gracias por tus reflexiones. Un abrazo y ojalá un día compartamos una cerveza fresca para hablar sobre estas cosas.

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