LA CONJURA

viernes, 23 de diciembre de 2011

La acrobacia de Confuncio.

LA ACROBACIA DE CONFUNCIO. DAI SIJIE



Abandono por la página ochenta… Hay muchas cosas para leer y ésta me agota, leo un libro torpe, nada trepidante, ni rebosante de vitalidad, ni humor inteligente como dice la contraportada. ¿Quizás por la traducción al español? ¿Quizás porque acabo de leer dos monstruos de la literatura como Sandor Marai y Robert Walser? No lo sé.

En fin, la historia de un emperador chino y sus orígenes: su madre, su abuela; los vicios: el opio, juegos sexuales, que si el rinoceronte pacá, que si el elefante payá. Qué lío y que tostón de feed-back.

Año 1521, un emperador chino parte en una nave con toda clase de lujos y excentricidades. La causa del precipitado viaje es la llegada de una estrella que es interpretada por los astrónomos de la corte como un mal augurio. Esta aparición supone que el emperador debe abandonar la capital y lo hace acompañado por sus amantes, prostitutas, animales para cacerías y también cinco sosias, sus dobles perfectos, tan perfectos que era imposible saber quién era el verdadero.

Las acrobacias las hacia el emperador con sus amantes y sosias encaramados todos ellos al mástil de la nave realizando al unísono el acto sexual mientras el embajador portugués quedaba admirado al verlos pasar por el río.



Las divagaciones y narraciones de objetos aburren, me desesperan. Las frases resultan difíciles de leer y cuando llegas al final no recuerdas el principio. Las comparaciones como ésta: “La hierba, fresca y exuberante, era tan blanda que parecían caminar sobre bollos al vapor” me dejan con la boca abierta, o frases como “el vello de todos los brazos se erizaba al soplo de la brisa marina” me causan estupor … O cuando dice “Si hemos de creer a Rabelais, médico francés que vivía en esa misma época, si un niño está a cargo de una nodriza de tetas blandas, en las que puede hundir la cara como si fueran de mantequilla, tendrá una nariz grande. Las nodrizas de tetas duras, por el contrario, achatan las narices.” Yo creía que el tamaño de la nariz era cuestión de genes…

Podría haber sido más sencillo y más ameno porque el tema así se prestaba.


Nota 2

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