Final de la Supercopa de España en el Camp Nou. El ganador
de la Copa y el
ganador de la Liga ,
se enfrentan en una final a dos encuentros. Yo estuve en ese partido, que
terminó con
empate a cero, aunque el Barça ganó, pues ya en el partido anterior de ida le ganó uno a cero al atlético de Madrid.
Impresiona ver tanta gente (más de ochenta mil personas),
gritando todos a una, como en el circo
romano, aplaudiendo, silbando; al principio atemoriza un poco, luego, cuando ya
te acostumbras, resulta hasta divertido, y entonces tú también te unes a la masa, y le gritas
tal o cual cosa al jugador que ha hecho falta, y pides expulsión echándote las manos a la cabeza
porque el árbitro
(traidor) no ha pitado un claro penalty.
Los jugadores se anuncian por
megafonía y
van entrando uno a uno al campo, y como si fuesen gladiadores romanos, se les
aplauda en función de
su importancia, popularidad y gusto del público. Cuando le llegó el turno a Messi el estadio se levantó en un largo ¡¡¡¡¡Bieeennnnn!!!!
Sentado junto a nosotros no
había
ningún
catalán, ni
siquiera español,
estábamos
rodeados de griegos, chinos, palestinos
(con la bandera palestina), judios (con la kipá), rusos (delante de nosotros),
y musulmanes (a mi lado); todos pacíficamente viendo el partido. Dice mi maridito que eso se
debe al efecto tranquilizador del verde del césped. Sólo a lo lejos, un catalán decía de vez en cuando, en
castellano, pero con acento catalán, hijo de puta a los
seguidores del atlético de Madrid, que a su vez, también le decían hijo de puta a Piqué.
Pero los que empezaron primero
fueron los seguidores ultras del atlético de Madrid. Estaban sentados en las gradas de arriba,
todos juntos, con las camisetas respectivas de su club, y coreando: Piqué cabrón, tu mujer.... Se oía en todo el estadio. Por megafonía se les conminó a que se callaran.
Terminado el partido,
mantuvieron a los ultras en sus asientos, hasta que el personal de seguridad
les diera autorización para salir. La gente se fue, el campo quedó prácticamente vacío, salvo algunos trabajadores
arreglando el césped,
y alguien más del
público y allí arriba continuaban los
seguidores del atlético, ya solos y en silencio, ante un estadio casi vacío.
Yo me quedé más tiempo observandólos
.
Tengo que repetir esta
experiencia, así que
ya sabes Mariplatónica
que quedamos para otra, en Madrid, Barcelona o en la misma Condomina. Pero hay
que estar muy atento a las jugadas
porque aquí no
es como TV y no hay repetición.
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