De Siri Hustvedt
A Mía Fredicksen, una poeta de cincuenta y cinco años de edad y con cierto
prestigio, la abandona su marido. Éste le pide una "pausa" en sus relaciones, y la Pausa resulta ser una guapa francesa con unas buenas tetas y
bastante más
joven que su mujer.
Ese verano, la protagonista, regresa a la ciudad donde vive su madre, internada en
una residencia de ancianos. Allí simpatizará con algunas ancianas, compañeras de su madre. Contratada
en un taller literario, enseña poesía a un grupo de adolescentes, e
intima con su joven vecina, madre de dos niños pequeños, y con problemas en su
matrimonio.
Hasta aquí todo normal. Un neurocientifico, una poeta e intelectual,
un apartamento en New York, todo muy civilizado.
Pero la autora, Siri Hustvedt, (esposa de Paul Auster) en
apenas doscientas páginas del libro, pone tal cantidad de referencias
intelectuales, de poetas, de filósofos y pensadores, que si Heidegger, que si Hegel o
Kierkegaard o Leibniz...en fin, que hace un texto recargadísimo de citas. Hasta la primera experiencia sexual de la
protagonista ocurre precisamente en la biblioteca mientras leía a Kant.
La novela estaría mucho mejor sin tanta disquisición forzada, porque Siri
Hustvedt escribe bien, y no necesita demostrar nada, no necesita medirse con
su marido; Paul Auster, que es lo que parece que hace.
Hay varias cosas que
me gustan del libro. Por ejemplo, la relación de la protagonista con el marido y con su
madre, la forma en que enseña poesía a sus alumnas, el conocimiento de algunos autores,
el maravilloso haiku sobre la brevedad de la vida, la historia de la sexualidad
en los primates y los sonidos de las hembras cuando alcanzan el orgasmo como si
fueran Santa Claus JO JO JO, la historia del clítoris como un rompecabezas
darwiniano… en fin,
a veces, me ha arrancado carcajadas. Sin embargo, la novela no es de humor. La
ambigüedad
es la característica
general de todas las artes contemporáneas: escultura, pintura, y también en la novela.
Recordé la inmensidad
del mundo
Todos somos personajes cómicos, bufones
ridículos
que avanzamos a trompicones por la vida,
dejando todo tipo de desaguisados a nuestro paso.
Pero otras veces, en otras páginas, he visto demasiados
autores, demasiadas citas, demasiado rimbombante:
Lo que dice sobre una tormenta: Una sucesión
de detonaciones mezcladas con explosiones encima de cabeza una y otra vez.
Consultada mi amiga y filósofa de cabecera Mariplatónica, acerca del libro me
remite el siguiente correo:
Por
lo que contáis,
parece que revolotea sobre un montón
de cuestiones más
o menos interesantes y profundas. No, no es normal tanto filósofo en un párrafo salvo que
se quiera presumir o liar las cosas. Y menos en un libro que no parece un
estudio sesudo de un tema en el que a lo mejor sí
que hay que hacer muchas referencias. No y no.
Dice
Hume sobre los libros: "
“Si, convencidos
de estos principios, pasamos revista a las bibliotecas, ¿qué estragos será necesario que
hagamos? Si cogemos, por ejemplo, un volumen de teología o de metafísica escolástica, preguntémonos: ¿es que contiene
algún
razonamiento abstracto sobre la cantidad o el número?
No. ¿Es
que contiene algún
razonamiento empírico
sobre los hechos y la existencia? No. Confiadlo entonces a las llamas, ya que
no puede contener más
que sofistería
e ilusión.”
Y
digo yo: ¿
profundiza en alguna cuestión
de interés
( éste
u otro libro cualquiera)? ¿aprendo
algo con él
de la vida, del mundo o de la gente? ¿qué es lo que
muestra? ¿me
río
o me lo paso bien? ¿merece
la pena hacer el esfuerzo de leerse las páginas
que quiera que contenga?
Pues a mi
me ha merecido la pena leerlo, en el sentido en que ha sido un libro muy discutido, y eso como mínimo siempre es interesante.
Mi
maridito, como mariplatonica, tiene una buena impresión de Hume, pero respecto a esa
cita en cuestión la
califica de "boutade ", propia de quien minimiza su experiencia.
Sigue
Mariplatónica
diciendo:
Por otra parte, la gente lee lo que lee, lo
que cree que debe leer, lo que le dicen que lea, lo que le interesa, yo qué sé, es una cuestión psicológica
compleja en la que se mezcla (me parece a mí) las estructuras sociales (ya
económicas, ya culturales, ya políticas..), las estructuras familiares, las personales,
y todo ello desde varios ángulos, quiero decir que inciden en varias
dimensiones de nuestro ser: en la emotiva (autoestima, estima de los demás),
cognitiva (el conocimiento, la cultura), social (jerarquías , status,
relaciones con el grupo y con la sociedad, en definitiva) , y todo eso,
mezclado con el proceso digestivo en sí de información útil o no para la vida,
pero que a priori, por alguna/s de las razones mencionadas, lo consideramos
así. (No sé si se me está yendo mucho la olla pero me lo estoy pasando en
grande, si no me contaras las cosas que me cuentas no me pondría a pensar estas
otras así que me vienen muy bien). Bueno, sigo, quiero decir que cuando leemos
realizamos un acto social y personal (a veces muy social, y a veces muy personal, mucho, y prepondere
lo uno o lo otro, siempre se dan esas dos dimensiones porque lo básico de la
lectura al final es el contacto con el otro, con el escritor (y viceversa). Y
esa es la maravilla, me parece a mí. Es una de las formas más complejas,
extrañas y maravillosas de comunicación humana, tal y como yo lo vivo.
Sin
ventanas. Mónadas.
Leibniz (quizá esto ya lo sabes) decía que
todo está constituido por mónadas, una especie de entidades inmateriales,
unidades de energía pura y dura pero que están en el seno mismo de materia, que
aun cerradas sobre sí mismas interactúan
con la dimensión material y con las
otras monadas por una suerte de leyes universales; y decía también que los hechos del mundo se
producían según un plan (de Dios, el gran monadólogo), un diseño perfecto que
establecía una armonía entre las mónadas y la
realidad toda, la armonía preestablecida, lo llamaba él.
Me encanta esa imagen, esa cosmovisión. Me
fascina.
A mí siempre me ha parecido un genio aunque
la Historia
de la Filosofía le ha hecho un
caso relativo, sí y no, como si fuera un
desvarío su monadología. La física
cuántica ahora empieza a pensar cosas parecidas, bueno, hace ya tiempo. Lo que
siempre le han reconocido, es verdad, es
su genio matemático y lógico.
Y por qué me he acordado yo de Leibniz.
Pues porque podríamos pensar, al menos a
veces, que somos como átomos incomunicados, pequeñas y sufridoras entidades
solipsistas que, gracias a algún misterio que se nos escapa, nos trascendemos
un poco, lo que se puede, y nos comunicamos.
Y las leyes tienen que ver. Estamos sujetos
a un sinfín de fuerzas, leyes o como lo queramos llamar que nos atraviesan y
nos rodean, y que atravesamos y rodeamos (me creo yo), y así estamos limitados y a su vez
"abiertos" (con el permiso de Leibniz) precisamente por ese contacto
con el exterior (que nos condiciona y
nos amplía paradójicamente), y por eso
leemos lo que leemos y como lo leemos y cuando lo leemos y no otras cosas. (Uy,
uy, uy)
No se lo dije a Mariplatónica, pero
Siri Hustvedt habla también en su novela de la Monadología de Leibniz, así que será por eso que,
intuitivamente, mi amiga lo saca a relucir.
Luego dice Siri H.
“Yo que he
soportado continuos embates por mis enfrentamientos con la teoría
literaria, que me he decantado por sus aspectos lingüísticos y he sido testigo
de la muerte del autor,…Un libro es producto de la colaboración entre el lector
y el texto y, en el mejor de los casos, ese encuentro da lugar a una historia
de amor como cualquier otra”.
Pues
tiene razón la mujer en aquello de la muerte del autor, pues en este libro
hemos colaborado muchos al leerlo desde
muchos puntos de vista o lecturas.
De
nuevo, cuando ya daba por terminada la reseña, mi maridito mimado pone las íes
sobre los puntos, o mejor dicho los puntos sobre los palos que hacen las íes !!
...y queda algo así –si le he entendido bien, que no es fácil-:
“ Lo que ha dicho acertadamente mi querida
colega merece ser elevado en espiral
hacia el espíritu absoluto hegeliano !!... Y lo que quiere decir Siri es que el
texto se independiza contextualizadamente en círculo o espiral hermenéutica !!
Y lo que diga yo ya lo he dicho.”
Os dejo una foto de la autora, que es muy guapa.
Nico, esta reseña me parece estupenda, muy fresca, como las restantes del blog.
ResponderEliminarTu blog es un compendio extenso y variado de reflexiones profundas, delicadas, y con un gran sentido del humor. Y prácticas. Así que, aunque lo sigo desde hace mucho tiempo, es un honor para mí hacerme seguidora oficial de este blog de literatura (y un poco más) tan poco al uso.
"Pues tiene razón la mujer en aquello de la muerte del autor, pues en este libro hemos colaborado muchos al leerlo desde muchos puntos de vista o lecturas" Ja, ja,ja
ResponderEliminarGracias. Tu comentario me hace ilusión y me sube el ánimo. Has hecho la mejor reseña de mis reseñas.
Saludos.
Pues creo que en todo caso es cosa de las dos: dos amigos, una mente... como dijiste tú no hace mucho. Y como encima somos más, creo que se trata de una dialéctica hegeliana colectiva, sea eso lo que quiera que sea.
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