DE CAMILLA LÄCKBERG
A mediodía y bajo un sol de justicia, me
dirigí a la nueva librería. Mientras esperaba mi turno, se me ocurrió coger
esta novela. En realidad había ido a encargar otro libro muy distinto, pero cuando
vi éste, y como tenía ganas de leer cosa ligera, (y no lo digo en tono
peyorativo) lo añadí a la cesta de la compra.
En mi pueblo hay dos librerías. En una de
ellas—además de libros— hay gran cantidad de mochilas y diverso material
escolar. Entiendo que hay que vender artículos, diversificar riesgo y ganarse
la vida, sobre todo en una ciudad tan pequeña como ésta, pero lo que no me
gusta es la actitud indolente con el que te atienda la empleada, y no es que
sea antipática, no, sino que muestra por la literatura escaso o nulo interés.
Sin embargo, en la nueva, puedes comentar
los libros, buscar tranquilamente sin que te miren mal y darte el placer de
abrirlos y hojearlos. Además, al dueño le gusta que le encargues otros que no
tiene. El hombre se pone rápidamente en el ordenador, y manos
a la obra, busca editoriales y ediciones. Y te atiende con una sonrisa.
Novela piscinera la de Camilla, que por
lo visto es una saga.
La pareja formada por Patrik Hedström policía
del pueblecito de Fjällbacka, (Suecia), y su mujer Erika Falck, escritora de
literatura criminalística, resuelven el caso de varias niñas secuestradas y
asesinadas de forma sádica. A las niñas les han cortado la lengua, perforado
los oídos y extirpado los ojos. Sólo un psicópata puede cometer tales crímenes.
El argumento es previsible. De hecho,
adiviné quién era el asesino desde el principio. Y la estructura de la novela
es recurrente. Para crear suspense, utiliza el pobre recurso de cortar los
capítulos por su parte más interesante, justo cuando se va a desvelar algo importante
y pasar luego a otra trama o hilo.
Por ejemplo, cuando se va a descubrir el
nombre del asesino, corta la redacción y se pasa a la historia de la hermana de
la protagonista y su marido, personajes irrelevantes, que si se divorcian o no o si
se dan una nueva oportunidad. Esto desespera y te entra una mala leche. En ese
punto de la historia… ¿A quién diablos
le interesa ahora estos dos? ¿Y a mí QUÉ ME IMPORTA si se dan o no una nueva
oportunidad?
ALLÁ ELLOS.
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