Cartagena en la antigüedad. Editorial Áglaya.
Autor : Adolfo Schulten.
Mientras mi maridito conducía su Mercedes
hacia Barcelona, yo, copilota, leía
sentada a su lado este librito que más que libro parece un folleto. Me costó 1 €. Cuenta
con apenas cincuenta páginas, siendo la mayoría de ellas ilustraciones del
museo arqueológico municipal de Cartagena.
Es lo primero que he leído desde hace
tiempo.
Me sorprendió la editorial Aglaya.
Después de mi lectura consulté su página web y tiene libros, algunos muy
interesantes sobre episodios históricos muy concretos. Por ejemplo ha editado una saga marinera, al estilo de los
episodios nacionales. Su autor, Luis Delgado Bañón, es militar español y escritor. La Armada española
siempre ha sido la avanzadilla en la Ciencia.
Me gusta Cartagena, como me gusta
Barcelona y como me gusta también Cádiz. Algo tienen, CT, BCN y Cádiz , quizás mucha luz.
Decía un amigo que estando en estas
ciudades a uno le entran ganas de hacerse consignatario de buques, aunque no se
sepa muy bien en qué consiste ese oficio. A mí me ocurre algo parecido. Creo
ver a Edmundo Dantés desembarcar de su fragata, en busca de Danglars y me imagino
a su novia, Mercedes, atisbar el horizonte desde un ventanal para ver los barcos arribar a Puerto.
Y mucha luz. El mar azul. La ciencia ha
descubierto que la orilla del mar es felicidad.
La Azohía. Cartagena
Apunto aquí las notas que más me llamaron
la atención de la Mini-lectura de “Cartagena en la antigüedad”.
Según el autor, el puerto de Cartagena es
uno de los mejores del mundo.” Efectivamente”- añade el piloto. Cuenta con varios puertecillos más, como el
de Portman y el de Escombreras. Este último llama la atención por el origen de
su nombre. La denominación Escombreras viene
de la isla de Scombraria, que así la
llamaban los romanos por el pez “scombro o caballa” (también llamada melva) del
que se obtenían conservas y salsa de pescado.
¡Vaya! ¡Siembre pensé que el nombre de
escombreras se debía a la existencia de cascotes y desechos!
En el gran puerto, por otro lado, estaba
situada la ciudad Mastia, siglo VI a.C. Después
pasaría a manos de los cartagineses y luego a los romanos. “No sin antes matar a
todo Cristo”- dice el marido-piloto acelerando.
Pero, no nos vayamos por las ramas, el libro se centra principalmente en la
conquista de Cartagena a manos (o a espada) de Escipión y su genial estrategia
para conseguirlo.
La Cartagena de aquella época estaba
situada en una península que sólo quedaba unida a la tierra por el Este,
mientras que por el resto estaba rodeada de mar, de manera que sólo podía ser atacada por el istmo.
El istmo estaba formado por varias
colinas: la de Vulcano (Castillo de Despeñaperros), colina de Aletes
(actualmente Castillo de San José), la Colina de Cronos, el Moloch de los
púnicos (Monte Sacro) y el actual Molinete.
Por último, en la parte norte de la
franja, había una laguna que terminaba
por hacer infranqueable la ciudad de Cartagena. Así que, sus moradores se
sentían muy seguros y se limitaban a mantener una guarnición de mil hombres.
Precisamente
porque el plan parecía imposible pudo tener éxito. Escipión se atrevió. Salió desde Tarragona con su ejército (las
mejores legiones romanas), y haciendo una marcha diaria de cuarenta kilómetros
consiguió llegar a Cartagena. “Nosotros, en la autopista, llevamos una media de
130 kms/hora “.
PUBLIO CORNELIO ESCIPIÓN
A
fin de distraer la atención de los asediados, los romanos fingieron atacar la puerta Este. Mientras tanto, el resto del ejército se
hallaba acampado en una de las colinas, esperando el atardecer. A esa hora y
según le habían confiado a Escipión, la marea bajaba y por ciertos puntos se
podía vadear la laguna. Salvado este obstáculo,
les llevaría a escalar la muralla Norte que se encontraba sin
defensas y, de este modo, atacar a los
cartagineses por la retaguardia. Culminó la invasión con la flota romana de
Cayo Lelio (treinta barcos) entrando por
la parte Sur.
“Sólo
le faltó enviar la aviación de madera, que si la hubieran inventado la habrían
utilizado”- sentenció de nuevo el marido-piloto.
Luego
vino la matanza y después el saqueo. Como dato curioso se cita que Escipión capturó diez mil prisioneros, entre ellos había dos mil artesanos de los arsenales, que desde entonces
tuvieron que trabajar para la Roma victoriosa.
¡Eran
los orígenes de la actual “Navantia”!
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