Catedral del cante. La Unión.
La primera vez que vi a José Menese fue
hace muchos años, en el festival del cante
de las minas de la Unión. Estábamos en la cola para sacar las entradas (ahora
es más cómodo, se hace por internet) cuando lo vimos pasar acompañado de una
bella mujer, que, por lo visto, y según dijeron, era su esposa. Una gitana que estaba
delante de mí le gritó:
— ¡Anda hijo! Que si no fuese por esa voz que tienes…
¿A qué se refería la gitana? ¿A la esposa
¿? ¿A que no cantaría en la Unión si no fuera por su voz?
José Menese era bajo, un poco cabezón y
algo rechoncho por la edad. No recuerdo nada más de aquél encuentro, sólo que
una vez dentro del concierto, en la que llaman la catedral del cante—antiguo mercado— su voz profunda y unas letras reivindicativas
e íntimas lo elevaron en mi memoria como
uno de los mejores talentos del flamenco. En lo más alto.
¡Su voz! Esta mañana me han dado la
noticia de su muerte.
Fue por entonces cuando me aficioné al cante flamenco y al baile del flamenco. Todos
los veranos vamos a algún festival, ya sea el
Cante de las Minas o Lo Ferro (más a éste último desde que se masificó el
primero). El caso es que el verano no es verano si no hay flamenco. ¿O al
revés?
Lo Ferro, como Menese, es especial. Un
festival de gran calidad perdido en alguna parte del campo de Cartagena. Entre
cultivos e inmigrantes, surge la tasca
del Melón de oro. Aquello parece un
milagro. Una perla en el erial.
Del patio encalado, salen las notas de la
guitarra del Torero, el guitarrista
oficial del certamen, la voz de Antonio
Carrión ( también guitarrista de Menese), los debates sobre mineras, la
Ferreña y otros palos, y el arranque de alguno de los asistentes por verdiales… Además de los
concursos y de las galas flamencas, tienen jornadas o actividades paralelas de
conferencias y debates sobre temas divulgativos y luego un fin de fiesta. Todo
ello en una aldea de no más de 500 habitantes, donde asombrosamente se discute,
se aprecia y se sabe de flamenco.
Este verano asistimos a la mesa redonda “Didáctica del flamenco: del colegio a la
universidad, pasando por el conservatorio” Después de la conferencia hubo fin de
fiesta (algo que debería generalizarse en toda clase de conferencias).
Y Saltándose (cosa que también debería generalizarse)
el rígido programa de otros festivales,
esa noche, una espectadora (de México ¡!) subió a bailar por alegrías. Inserto
vídeo.
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