LA CONJURA

miércoles, 8 de enero de 2020

POÉTICA DEL CANTE JONDO

DE: JOSÉ MARTINEZ HERNÁNDEZ





1.- INTRODUCCIÓN: LA RAZÓN POÉTICA DEL CANTE JONDO

Pretende el autor estudiar, investigar y analizar el flamenco desde la perspectiva filosófica. Es decir, desde la estética o poética, esto es, filosofía del arte o reflexión sobre los juicios de gusto estético y sobre la creación artística. 

El flamenco es una música de parias y desheredadados, creadores de un lenguaje poético-musical universal, que sólo en los últimos años ha empezado a merecer amplio reconocimiento social. Es un arte inexistente en la Historia de la Estética. Lo popular ha cumplido siempre una función estética negativa. (Pierre Bourdieu). 

Sin embargo, el cantaor flamenco es un metafísico no académico, un filósofo callejero, un profano en ontología formal, que nos llega con la razón lógica y con la razón poética a través de metáforas, y utilizando un lenguaje que nos permite hablar y pensar a la vez desde la razón y la intuición.  Supone una gran desazón a la inteligencia, porque es, como, todo gran arte, un interrogante para la razón. 

Y como toda música sapiencial, es un arte exigente, impone sus condiciones, exige interés, dedicación, pasión y esfuerzo. Al ser una arte tan peculiar, puede producir por igual atracción o rechazo, amor o repulsión a primera vista o escucha, fascinación o enojo, pero si te atrapa en sus redes sonoras y emotivas, ya no te suelta nunca.

2.- LA VOZ DE LOS PARIAS

El cantaor jondo no es una voz académicamente educada, su exactitud es expresiva, su rigor es la fuerza, su amplio registro de notas musicales, la tesitura o el cromatismo de su voz y la amplitud y riqueza de su emoción. 

3.-  EL CANTE JONDO Y LA CULTURA DE LA SANGRE.

Aunque todo cante jondo es flamenco, no todo el flamenco es cante jondo. Existen estilos de flamencos más o menos hondos. El grito primigenio que da nombre a cante jondo se da en la seguiriya gitana de las que se derivan los polos, martinetes, carceleras y soleares. Las coplas llamadas malagueñas, granadinas, rondeñas...etc no pueden considerarse hondas sino flamencas. 

Pero, al final, la distinción estilística entre cante jondo y cante flamenco es un verdadero galimatías en el que se mezcla el pedigrí, la antigüedad, la pureza dogmática. En este sentido, Gonzalez Climent dice que el jondismo o el flamenquismo no radican en la estructura formal de los cantes, sino en la calidad vital de los cantaores. Y en cuanto a lo triste y alegre, dice Neville que lo jondo no sólo es la pena y la tristeza sino también la alegría.

Y el autor termina diciendo: Flamenco es lo que se canta, jondo es cómo se canta.

Una concepción superficial  de cultura menosprecia el flamenco por ser la música de los parias. Una concepción falsamente ilustrada, lo que Pierre Bordieu define como violencia simbólica, es decir, la imposición a través de la Estética de sus valoraciones artísticas y sus gustos de clase convirtiéndolos en objetivos incuestiomables, únicos y superiores universales.

.Pero el cante jondo es una música culta del mismo modo que pueda serlo cualquier otra manifestación artística: por su profundidad expresiva, por su complejidad creativa, y por su hondo, antiguo y misterioso arraigo en el alma del hombre. 

4.- ARTE Y RITO

La profesionalización del flamenco se produjo a partir de la Época de los cafés cantantes (1860-1922) que supuso el nacimiento del canon flamenco. La primera reivindicación intelectual fue de Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, y por supuesto, la realizada por Falla y Lorca en el año 1922. 

El cante jondo es un arte ritual porque es comunitario, naturalista y ceremonial. Provoca las emociones más intensas, terminando en un proceso regenerador que es una auténtica metamorfosis. La virtud metamórfica del arte convierte la caótica o gris realidad en mundo iluminado, hace extraordinario lo cotidiano, permite que renazca en nosotros el secreto del resplandor de la vida. Se sufre una simpatía metafísica y compasiva pues muda el horror en compasión, transformando el miedo individual en fraternidad.

La pena con sólo ser dicha y cantada es ya menos pena y la alegría es más alegría. Cantarlas nos produce un efecto catártico y establecer un nuevo vínculo de solidaridad: la fraternidad trágica

5.- CREACIÓN EN ACTO

Las cualidades musicales y el dominio técnico de la voz son imprescindibles en el flamenco, pero no son suficientes. No es lo mismo cantar bien flamenco, que hacerlo de verdad. Decía Tolstoi que la sinceridad es también la condición esencial del arte. Y el flamenco corresponde al sentimiento trágico de la vida.

En el cante jondo se busca el pellizco, el escalofrío, el duende, el acontecimiento pasional. Su condición comunitaria del flamenco hace que sea participativo, saber escuchar, pero también jalear  a tiempo y a compás y comunicarse con el cantaor. 

6.- LO JONDO

En el cante podemos encontrarnos lo bonito y lo bello. El cante bonito pretende agradar sin más, es la forma menor del cante flamenco, el menos jondo, porque sobrevalora aquellas cualidades del arte que en el flamenco tienen menos importancia, (aunque a veces la dulzura y la hondura pueden ir unidas). En la categoría de lo bello y dentro de su concepción más romántica, más expresiva, intuitiva y patética, encontramos lo jondo, como espiritu de la tragedia griega, es la voz humana que mira a lo terrible y grita angustiada en el abismo aterrador de la existencia. En lo jondo se juntan la más honda pena con la más loca alegría, se suceden sin separarse el llanto y la alegría, el duende y la gracia, las lágrimas y los besos.

7.- EL DUENDE Y LA GRACIA.

Duende es una palabra tradicionalmente hermética para los aficionados, que se usa ante el estremecimiento y el entusiasmo producido por el cante. El duende, dice Lorca, hiere, y en la curación de esta herida, que no se cierra nunca, está lo insólito, lo inventado de la obra de un hombre. La Gracia es la expresión de la vida que se sobrepone y levanta su ánimo después de haberlo encogido y espantado ante la temible presencia de la muerte.

El duende y la gracia son las dos grandes metáforas flamencas del ser pasional del hombre: el duende es la raíz de nuestra pasión, la gracia es su efímero esplendor.

8.- PATÉTICA.

La palabra patética en su sentido etimológico procede de pathos (pasión), en el sentido de que en el cante jondo hay un modo de conocimiento y una ética derivados de la pasión. Patética significa aquí ética del padecer. Juan de Mairena decía que “hay que ir a la ética por la estética”. Y Wittgenstein que “ética y estética son lo mismo”. 

Más que una Ëtica encontramos una Patética, porque no hay en una teoría de la acción humana sino una poética de las pasiones humanas.

El cante jondo plantea conflictos éticos, pero no los resuelve con reglas, principios o imperativos, su autenticidad consiste en mostrarlos sinceramente. Y ante la fatalidad y el infortunio, se nos propone el más antiguo y más eficaz de los remedios: la fraternidad. Y esta fraternidad es en palabras de Tolstoi, el fin último del arte verdadero.

9.- FILOSOFÍA JONDA

Estamos ante un arte que tiene sus ancestros en Esquilo, Sófocles y Eurípides. Su característica principal es su patetismo donde raramente existe el medio tono, o se grita a las estrellas o se besa el polvo. Pero el sentimiento es imprescindible para el conocimiento y el saber, porque éste no se adquiere sólo en los libros, ni en el puro ejercicio de la razón, sino en el día a día más concreto, con la experiencia, fatigas y duquelas.

El conocimiento la pasión no quita. 

José Martinez Hernández llama Filosofía Jonda al saber que se desprende de la poesía flamenca. Es una filosofía poética y trágica, que parte de un método o camino de acceso a ella: saber/sentir, que consiste en pensar/cantar, que propone una Ontología o teoría del ser: ser es padecer, una Teoría del conocimiento: conocer es desentrañar, una Antropología: ser humano es amar/morir, que a la Lógica racional opone una Paradójica poética y a la Ética una Patética. Es un saber que viene de abajo porque ha nacido en la cultura de la pobreza y que puede resumirse en el enigma latente en tres palabras: pasión, fatalidad y pena.




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