LA CONJURA

viernes, 17 de mayo de 2024

DESAYUNO DE CAMPEONES



Cuando el lector termina “Desayuno de Campeones” se da cuenta de que un vermut con ginebra puede ser el desayuno apropiado para el norteamericano medio; bueno eso, y que en la obra literaria del autor lo que menos importa es la historia narrada—pues los hechos que se relatan en la novela son disparatados, a pesar de que la ciencia ficción está presente o, al menos, nos encontramos con elementos fantásticos—. 


El hilo argumental es tan surrealista que estamos seguros que pasado un tiempo nos olvidaremos del argumento, sin embargo, no olvidaremos el libro porque la historia que narra el autor, lejos de ser real, nos dice—como Cervantes en el Quijote—que el mundo humano es así de crudo y que debemos estar avisados, que nos desengañemos, y que el que avisa no es traidor.


El personaje de la novela de Kurt “ Desayuno de campeones”, Kilgore Trout, es un escritor de ciencia ficción al que su único lector lo invita a la inauguración de un centro de arte en la ciudad de Midlan City. Allí se encontrará con Dwayne, un tipo chiflado director de un concesionario de coches, que en medio de una crisis nerviosa lee la novela de Trout, lo que le rematará más en su locura.


Y al respecto del libro de Kurt he de decir que me recuerda al librito que podría haber escrito mi maridito titulado “ América para Trump” en el que en un planeta cercano a la Vía Láctea el presidente es el presidente mundial de dicho planeta, es decir, que no hay más Estados que uno, un Planeta, un Estado, y el Presidente es el clon número 5000 millones del Presidente Trump de los EEUU, y, además, todos los súbditos también son pequeños clones de Trump. Nadie trabaja y todos tienen amantes pornostars. La robotización mediante Inteligencia Artificial es total. Sólo un personaje llamado Kurt V. se rebela al negarse a ir a las guerras civiles permanentes y a copular con su pornostar adjudicada.


Desayuno de campeones, es un libro muy divertido, escrito con sencillez (con una aparente sencillez) y desprovisto de artificios, lejos del academicismo oficial, crítico con lo que hay que ser crítico, metaficcional cuando hay que serlo, y que recuerda un poco (por la idea) a “Sin noticias de Gurg” de Eduardo Mendoza. Mejor dicho, podría ser que Eduardo Mendoza imite a Kurt.


KURT VONNEGUT, es un autor de culto, nacido en Indianápolis, encuadrado dentro del movimiento postmoderno americano. De aspecto estrambótico, fumador compulsivo y amante de los coches, es crítico con la sociedad de consumo de su país. En la II Guerra Mundial fue capturado por los alemanes y encarcelado en la ciudad de Dresde donde sobrevivió al terrible bombardeo de la población- una matanza hecha por los aliados sobre población alemana-. Fruto de dicha masacre fue la novela “Matadero cinco”, (que tengo pendiente de leer, y, según mi marido, también la tiene pendiente de leer Putin, Netanyahu-Biden, Hamas).


He aquí el gran autor de “Desayuno de campeones”.  Kurt Vonnegut tenía esta pinta :




Kurt utiliza diferentes técnicas narrativas. Dibuja conceptos, sentimientos y cosas, tal como si fuera un niño grande, pero que suplantan y ahorran las descripciones al escritor y al lector, y utiliza la voz propia para dirigirse directamente al lector; y el humor y la ironía y la sátira siempre están presentes, es un humor negro, cáustico e irreverente, para describir la vida en el planeta Tierra y especialmente en su potencia hegemónica: EEUU.




Porque para el autor la vida es peligrosa y puede ser dura, pero no necesariamente va en serio. A lo que mi marido me recita este poema “ Que la vida iba en serio uno lo empieza entender más tarde…” que dice que no es suyo, sino de un tal Gil de Biedma. Aquí recuerdo a mi amiga MD, siempre riendo, incluso cuando iba al médico, ya muy enferma. Su hija le decía que no se riera tanto que el médico no la iba a tomar en serio.

Y etc. y otras cosas por el estilo...


Una criatura de un platillo volante llamada Zog llegaba a la Tierra para explicar a todo el mundo cómo podían prevenirse las guerras y cómo podía curarse el cáncer. La información procedía de Margo, un planeta donde los nativos conversaban mediante pedos y bailando claqué.

Zog aterrizaba de noche en Connecticut. Nada más tocar tierra veía una casa en llamas. Entraba a toda prisa en la casa, pedorreando y bailando claqué, para avisar a la gente del tremendo peligro en que se encontraban.


El fascismo era una filosofía política bastante popular que convertía en sagrada cualquier nación y raza a la que pertenecía el filósofo. Exigía un gobierno autocrático y centralizado dirigido por un dictador. El dictador debía ser obedecido dijese lo que dijese que había que hacer.


Como todo el mundo en el salón de fiestas, estaba ablandando su cerebro con alcohol. Era una sustancia producida por una minúscula criatura llamada levadura. Los organismos de la levadura comían azúcar y excretaban alcohol. Se suicidaban destruyendo su propio ambiente con mierda de levadura.


¡Todo es como un océano!”, exclamó Dostoievski. Yo digo que todo es como el celofán.





 

lunes, 6 de mayo de 2024

EN LOS MÁRGENES


 


En este libro nos encontramos un conjunto de cuatro ensayos que Elena Ferrante escribió para las conferencias académicas que realizó en el año 2020 para la Cátedra Umberto Eco de la Universidad de Bolonia, sobre el proceso creativo y con los sugestivos títulos de “ La pena y la pluma”, “ Aguamarina”, “ Historias, yo”, y “ La costilla de Dante”.


Para Elena Ferrante existen dos grandes y fundamentales modalidades de escritura, una diligente o (bordada) y otra impulsiva o (des-bordada), por lo que olvidó la escritura que no llega siquiera a los bordes, por así decir…, pero no se trata aquí de criticar por academicismo huero a las charlas de la autora de “ La amiga estupenda”, aunque—en mi opinión— ya adelanto que Elena no es tan estupenda como crítica literaria que como autora literaria. Es mucho más genial como autora de novelas.


La primera modalidad de escritura (la diligente) es aquella que se somete a las convenciones en sus formas, utilizando estructuras tradicionalmente robustas. La autora recuerda los cuadernos de caligrafía que escribía de niña y las limitaciones que suponían las líneas donde se acotaban cada consonante y cada vocal. Escribir significaba guardar los márgenes. No salirse de lo establecido. Supongo que Elena Ferrante debió hacer “bordados” de pequeña—cosa no extraña si es de origen napolitano—por lo que hacemos desde aquí también la analogía de bordar y escribir: escribir es como bordar sin des-bordar-se, si bordas bien es la escritura buena.  


La segunda modalidad es “la impetuosa”, (desbordada), en ella trata de salirse de las formas establecidas, ir más allá del encorsetamiento que suponen los límites y dejar que la escritura se derrame porque, al final, escribir es deformar, desequilibrarse en un acto convulsivo y estar dispuesto a todo.


El desafío en la escritura consiste en aprender a utilizar con libertad la jaula de las formas en la que nos encontramos encerrados a la hora de escribir. Así llegamos a la distinción entre quienes hacen libros buenos y quienes llegan a inventar universos verbales imprescindibles. Hemingway es un buen autor, pero pone en marcha una carrera y nada más, pertenece al primer grupo que no se sale de los márgenes, al de lectores con vena garabateadora. En cambio, Gertrude Stein se desborda, arriesga, sale de la poquedad y de la naturaleza perecedera de sus obras para emprender una fuga permanente.


Quizá lo que me salva—aunque esa salvación no tarda en ser perdición—es que, a lo largo del tiempo, en la necesidad de orden ha subyacido una energía deseosa de obstaculizar, desordenar, decepcionar, errar, fallar, ensuciar. Esa energía tira de mí ahora hacia un lado, ahora hacia el contrario. Escribir de veras para mí ha consistido, con el tiempo, en dar forma a un equilibrarme/desequilibrarme permanente, disponer fragmentos en un encaje y esperar el momento de desordenarlo. Así la novela de amor empieza a satisfacerme cuando se convierte en novela de desamor.


Cuando Elena Ferrante llega al capítulo donde cita a Gertrude Stein y a su “Autobiografía de Alice B. Toklas” “se vuelve loca. Como si un espíritu la poseyera, la entrañable, genial y talentosa escritora de “La amiga estupenda” comienza a escribir párrafos sesudos y farragosos, oscuros, cuando no pedantes, difíciles de descifrar. Son verdaderos galimatías que seguramente tendrán sentido, pero tan artificiosos que no me animo a volver a leer ni para intentar comprenderlos.


Ciñéndonos a la aplicación de ese viejo mecanismo, Gertrude Stein debería presentarnos como verdadera la autobiografía inventada de un personaje de su creación. Sin embargo, el mecanismo recibe un golpe que lo deforma. Gertrude Stein, la persona real, se proclama autora, repito, autora de una autobiografía escrita por Alice Toklas, persona no inventada sino real, en la que el yo autobiográfico cuenta, en su mayor parte, no sobre sí misma sino sobre otra, es decir, la propia Gertrude Stein, genial persona real.

Alguien dirá, entonces, que sólo se trata de “un raro subterfugio”. Pero eso es de un reduccionismo mezquino.


Alice Toklas, no es un personaje de ficción, existió verdaderamente. Fue la pareja, amante, secretaria, musa, crítica… etc de Gertrude Stein. De manera que cuando Gertrude escribe la autobiografía, en teoría no es de ella sino de Alice Toklas, sin embargo, contemplamos su “yo creador”. Aquí el género autobiográfico y el género biográfico se superponen. En realidad es la historia de Gertrude. Es la propia escritora quien escribe su biografía haciendo que la cuente Alice en una supuesta autobiografía. Vaya lio, un poco como las muñecas rusas.


Elena Ferrante habla de la dificultad de la voz femenina en la literatura. En su generación escribir bien significaba hacerlo como un hombre y mantenerse dentro de la tradición masculina. Pero es necesario aprender partiendo siempre de la escritura ajena, porque el mayor error e ingenuidad en la escritura es la robinsonada. No partimos de una isla desierta, al contrario, partimos de multitud de voces, y cada vez más voces femeninas.


En cuanto a la constatación de la realidad, es decir, a la hora de transcribir los acontecimientos de forma realista, la autora entiende que no se puede obtener una reproducción exacta de la realidad, que es una tarea ardua, difícil, pero que no hay que desanimarse y hacer lo que se pueda.


Termita este librito intelectual, como no podía ser menos en una italiana, con Dante y su “Betty” o Beatriz o Beatrice. Dante aparece en una jaula repleta de vida, con una lengua enérgica, con expresiones tan veloces que plasman al otro con solo un gesto fugaz. Estamos acostumbrados a leer y escribir con demasiada prudencia, somos cobardes—dice Elena Ferrante, Dante no, porque él sabe hacer poesía incluso con la negación de la poesía.





viernes, 3 de mayo de 2024

LA VIDA Y LA MUERTE ME ESTÁN DESGASTANDO


 

Después de ser ejecutado injustamente por el gobierno revolucionario chino, Ximen Nao, desciende hasta el inframundo donde es condenado a reencarnarse en burro. Con esta nueva apariencia vuelve a Gaomi, la antigua aldea donde vivía con sus familiares.


Vive la existencia de un burro, junto a su(s) mujer(es) y sus hijos que no lo reconocen, sufriendo las injusticias propias de las costumbres de la época. Si ya la vida es dura para un humano, más lo es para un animal. Las duras condiciones de vida, la envidia, el nepotismo, la traición entre hermanos y padres, la miseria en general que conforma el reflejo de una sociedad en una zona rural remota de China, a principios de la reforma agrícola de Mao.


A destacar el personaje de Lan Lian, un agricultor independiente que se niega a unirse a la Cooperativa revolucionaria agraria, y que mantiene poco más de un acre de tierra que cultiva él mismo, lo que le ocasiona la enemistad de los habitantes del pueblo, sobre todo de aquellos que se convierten en acérrimos revolucionarios. Años después, cuando Lan Lian ya era viejo, y muerto Mao, la tierra volvería a los campesinos: la propiedad privada e individual, la individualidad vence al final al colectivismo forzado maoísta.


¿Te acuerdas de cuando solíamos llevar a pastar los bueyes al banco del río? —dijo—. Para conseguir que te unieras a la comuna, te daba una paliza todos los días. En aquel momento, ¿quién iba a imaginar que veinte años después la Comuna del Pueblo sería como una casa construida de arena, que se ha desvanecido ante nuestros ojos? Nunca habría creído entonces que llegarías a ascender al puesto de jefe adjunto del condado y que yo sería el director general de una corporación. Muchas de las cosas sagradas por las que habríamos perdido la cabeza hoy no valen una mierda.



Pero el librito tiene un pequeño inconveniente, consta de unas 757 páginas y da para más de una transmigración, es decir, reencarnación. Así comienza una rueda de reencarnaciones en distintas manifestaciones: burro, buey, cerdo, perro y mono. De todas ellas, la historia del burro es la mejor, la más dura y entrañable. ¿Conocía el autor chino al Platero de Juan Ramón Jiménez ?


Un libro demasiado largo, el del chino. Podría haber contado lo mismo en la mitad de páginas. Y aunque es un libro lento—se pierde en disquisiciones la mayoría de ellas no innecesarias pero sí cargantes—en las últimas cien páginas acelera el ritmo, como si el autor fuera consciente que está terminando (debe terminar) y le ha faltado cosas por contar. En muy pocas páginas mueren la mayoría de los personajes y curioso que todos ellos son enterrados en la pequeña parcelita de Lan Lian, incluidos los animales reencarnados. Un nuevo triunfo de la pequeña propiedad o libertad individual.


Por lo que mi maridito me dice con sorna (este libro fue un regalo suyo) que critique lo que tenga que criticar, que no me corte el hecho de que sea premio Nobel de Literatura. Pues no, claro que no.


El autor presenta algunas aventuras y pasajes humorísticos que recuerdan a Cervantes, incluido el que el autor aparezca como personaje en la obra literaria. Chocante y esperpéntica es la historia de los cerdos que utilizan sus lomos pintados a modo de vallas publicitarias. O la historia de los cerdos que para no engordar y evitar que los lleven al matadero hacen flexiones todas las noches en su pocilga.


Un libro planteado como un viaje en la China de Mao, que reivindica la libertad individual frente a la megalomanía y el totalitarismo. Mo Yan quiere defender las vidas únicas frente a la promesa de un futuro utópico, lo pequeño y humano frente a las promesas utópicas que terminan por ser mamotretos de demasiadas páginas, la libertad individual frente al absolutismo asiático.


La obstinación de mi hermano se aplacó considerablemente después de que él y Huzhu hubieran estado juntos. Las revoluciones reforman a las sociedades y las mujeres modelan a los hombres. En el espacio aproximado de un mes, mi hermano no sólo no celebró ninguna sesión de acusación donde se pateaba y golpeaba a los acusados, sino que llegó a organizar una decena o más de óperas pekinesas al estilo moderno revolucionario. Huzhu, que antes era una chica tímida y vergonzosa, se había transformado en una mujer valiente y enérgica que mostraba una pasión incontenible. El hecho de que tuviera una voz fina y conociera la música de muchas óperas revolucionarias cogió a todos por sorpresa.


Un clamor de aprobación salió de las gargantas de la multitud. A todo el mundo le hizo gracia: odian las pequeñas equivocaciones y las excentricidades sin importancia, pero adoran los grandes pecados y lo grotesco.