Cuando el lector termina “Desayuno de Campeones” se da cuenta de que un vermut con ginebra puede ser el desayuno apropiado para el norteamericano medio; bueno eso, y que en la obra literaria del autor lo que menos importa es la historia narrada—pues los hechos que se relatan en la novela son disparatados, a pesar de que la ciencia ficción está presente o, al menos, nos encontramos con elementos fantásticos—.
El hilo argumental es tan surrealista que estamos seguros que pasado un tiempo nos olvidaremos del argumento, sin embargo, no olvidaremos el libro porque la historia que narra el autor, lejos de ser real, nos dice—como Cervantes en el Quijote—que el mundo humano es así de crudo y que debemos estar avisados, que nos desengañemos, y que el que avisa no es traidor.
El personaje de la novela de Kurt “ Desayuno de campeones”, Kilgore Trout, es un escritor de ciencia ficción al que su único lector lo invita a la inauguración de un centro de arte en la ciudad de Midlan City. Allí se encontrará con Dwayne, un tipo chiflado director de un concesionario de coches, que en medio de una crisis nerviosa lee la novela de Trout, lo que le rematará más en su locura.
Y al respecto del libro de Kurt he de decir que me recuerda al librito que podría haber escrito mi maridito titulado “ América para Trump” en el que en un planeta cercano a la Vía Láctea el presidente es el presidente mundial de dicho planeta, es decir, que no hay más Estados que uno, un Planeta, un Estado, y el Presidente es el clon número 5000 millones del Presidente Trump de los EEUU, y, además, todos los súbditos también son pequeños clones de Trump. Nadie trabaja y todos tienen amantes pornostars. La robotización mediante Inteligencia Artificial es total. Sólo un personaje llamado Kurt V. se rebela al negarse a ir a las guerras civiles permanentes y a copular con su pornostar adjudicada.
Desayuno de campeones, es un libro muy divertido, escrito con sencillez (con una aparente sencillez) y desprovisto de artificios, lejos del academicismo oficial, crítico con lo que hay que ser crítico, metaficcional cuando hay que serlo, y que recuerda un poco (por la idea) a “Sin noticias de Gurg” de Eduardo Mendoza. Mejor dicho, podría ser que Eduardo Mendoza imite a Kurt.
KURT VONNEGUT, es un autor de culto, nacido en Indianápolis, encuadrado dentro del movimiento postmoderno americano. De aspecto estrambótico, fumador compulsivo y amante de los coches, es crítico con la sociedad de consumo de su país. En la II Guerra Mundial fue capturado por los alemanes y encarcelado en la ciudad de Dresde donde sobrevivió al terrible bombardeo de la población- una matanza hecha por los aliados sobre población alemana-. Fruto de dicha masacre fue la novela “Matadero cinco”, (que tengo pendiente de leer, y, según mi marido, también la tiene pendiente de leer Putin, Netanyahu-Biden, Hamas).
He aquí el gran autor de “Desayuno de campeones”. Kurt Vonnegut tenía esta pinta :
Kurt utiliza diferentes técnicas narrativas. Dibuja conceptos, sentimientos y cosas, tal como si fuera un niño grande, pero que suplantan y ahorran las descripciones al escritor y al lector, y utiliza la voz propia para dirigirse directamente al lector; y el humor y la ironía y la sátira siempre están presentes, es un humor negro, cáustico e irreverente, para describir la vida en el planeta Tierra y especialmente en su potencia hegemónica: EEUU.
Porque para el autor la vida es peligrosa y puede ser dura, pero no necesariamente va en serio. A lo que mi marido me recita este poema “ Que la vida iba en serio uno lo empieza entender más tarde…” que dice que no es suyo, sino de un tal Gil de Biedma. Aquí recuerdo a mi amiga MD, siempre riendo, incluso cuando iba al médico, ya muy enferma. Su hija le decía que no se riera tanto que el médico no la iba a tomar en serio.
Y etc. y otras cosas por el estilo...
Una criatura de un platillo volante llamada Zog llegaba a la Tierra para explicar a todo el mundo cómo podían prevenirse las guerras y cómo podía curarse el cáncer. La información procedía de Margo, un planeta donde los nativos conversaban mediante pedos y bailando claqué.
Zog aterrizaba de noche en Connecticut. Nada más tocar tierra veía una casa en llamas. Entraba a toda prisa en la casa, pedorreando y bailando claqué, para avisar a la gente del tremendo peligro en que se encontraban.
El fascismo era una filosofía política bastante popular que convertía en sagrada cualquier nación y raza a la que pertenecía el filósofo. Exigía un gobierno autocrático y centralizado dirigido por un dictador. El dictador debía ser obedecido dijese lo que dijese que había que hacer.
Como todo el mundo en el salón de fiestas, estaba ablandando su cerebro con alcohol. Era una sustancia producida por una minúscula criatura llamada levadura. Los organismos de la levadura comían azúcar y excretaban alcohol. Se suicidaban destruyendo su propio ambiente con mierda de levadura.
“¡Todo es como un océano!”, exclamó Dostoievski. Yo digo que todo es como el celofán.