LA CONJURA

domingo, 26 de mayo de 2019

SEROTONINA


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¿Es el amor en lo único que podemos tener fe?

Es la gran pregunta que plantea la novela y la respuesta no es un sí o un no, sino un “quizá”.

Florent es un un personaje fracasado, autodestructivo. Para sobrellevar su existencia tiene que tomar antidepresivos, bebe, fuma, se limita a vagar por las calles, hoteles y restaurantes. De profesión agrónomo aunque ya  no ejerce; decide romper con todo y desaparecer. Es cuanto menos gracioso que un hombre que  apenas tiene amigos, ni relaciones sociales decida romper, ¿romper con qué?

Podría decir que el autor, Houellebecq,  es un  provocador y que su nueva novela reflexiona sobre la existencia, que su personaje es un personaje infeliz, anestesiado, que inicia una huida hacia delante, que hay  escenas de pedofilia, sexo con animales y bla bla bla…. Pero no lo haré pues eso es la anécdota.

Leo con atención el libro, y me divierto con su humor inteligente - el humor siempre lo es-  con su ironía, y reconozco  al Houellebecq que le encanta Louis de Funès, un Houellebecq preocupado por la economía de su país, tradicionalmente agrícola, él que es precisamente ingeniero agrónomo y firme defensor de la salida de Francia de Europa. Un Houellebecq cada vez más político.

—España—dice— tiene una gran responsabilidad con respecto a la inmigración y le resultaría más difícil el Spainexit.

Me sorprende las reiteradas citas de las vacas. El tema de las vacas  me tiene en vilo ¿Qué pasa con las vacas? ¿Por qué las nombra tanto? ¿Tenías de pequeño en la granja de tu abuela? ¿Ordeñaste alguna vez alguna? Creo que son difíciles de ordeñar. Pues no tenía vacas la Grandmere de Houellebecq, pero sí que una vez ordeñó una y no le resultó complicado.  

Y leo sin importarme el final porque el final me lo espero, como todo lector  de las obras de Houellebecq, lo intuyo, y sé que no hay posibilidad de salvación…

“La fe en el amor, como en Dios, siempre es intermitente en las obras de Houellebecq” sentencia mi maridito. Ya decía Houellebecq: “cuando estoy en misa creo en Dios, cuando salgo, ya no”.





El porno ha sido siempre puntero en la innovación tecnológica, como ya lo han señalado numerosos ensayistas, sin que ninguno se percatara de lo que esta constatación tiene de paradójica, porque en definitiva la pornografía es el sector de la actividad humana donde la innovación tiene menos importancia, todo lo concebible en materia pornográfica existía ya ampliamente en la Antigüedad griega o romana.

Me estaba convirtiendo en un hombre viejo y gordo, un filósofo epicúreo, ¿por qué no?, ¿qué otra cosa exactamente tenía Epicuro en la cabeza? Ahora bien, un mendrugo de pan duro y un chorrito de aceite de oliva era un poco insuficiente, necesitaba medallones de bogavante y vieiras con sus verduritas, yo era un decadente, no un marica rural griego.

Me pasó por la cabeza la idea de las “acciones simbólicas”, pero me paralizó la vergüenza antes de terminar la frase.                                                                      

Y ahora me encontraba solo, más solo de lo que había estado nunca, bueno, tenía el hummus, adaptado a los placeres solitarios, pero el periodo de fiestas es más delicado, me habría hecho falta una bandeja de mariscos, pero eso se comparte, una bandeja de mariscos en solitario es una experiencia terminal, ni Françoise Sagan habría podido describir eso, era realmente algo demasiado gore.

Y sin embargo existen clientes solitarios la noche de Navidad, todo existe en la vida de una recepcionista, yo no era más que  una modalidad particular de existencia desgraciada [...] Había comprado dos andouilles enteras  y seguro que televisaban la misa del gallo, no me podía quejar.

No obstante de vez en cuando se pregunta si puede concederse una bocanada de esperanza, bueno, se lo pregunta antes de responder negativamente. Sin embargo persevera, y se trata de un espectáculo impactante.

A decir verdad yo me encontraba en la misma situación, los años de estudiante son los únicos felices, los únicos en que el porvenir parece despejado, en que todo parece posible, después la vida adulta, la vida profesional, no es más que un lento y progresivo estancamiento, sin duda por eso las amistades de la juventud, las que entablas durante los años de estudio y que en el fondo son las únicas verdaderas, nunca sobreviven a la entrada en la madurez, evitamos volver a ver a los amigos de juventud para no confrontarnos con los testigos de nuestras esperanzas frustradas, con la evidencia de nuestro propio aplastamiento.

Yo estaba de mal humor y me serví un vaso grande de vodka sin esperar a Aymeric, al tiempo que devoraba rodajas de morcilla artesanal, está claro que no se puede hacer nada con la vida de la gente, me decía, ni la amistad ni la compasión ni la psicología ni la comprensión de las situaciones tienen la menor utilidad, la gente se fabrica ella misma el mecanismo de su desdicha, le da cuerda y luego el mecanismo sigue girando, ineluctable, con algunos fallos, algunas debilidades cuando la enfermedad interviene, pero sigue girando hasta el final, hasta el último segundo.

 Comprendí que el mundo no formaba parte de las cosas que yo podía cambiar, seguramente otros eran más ambiciosos, estaban más motivados, más inteligentes.

El mundo exterior era duro, implacable con los débiles, no cumplía nunca sus promesas, y el amor seguía siendo lo único en lo que todavía se podía, quizá, tener fe.