¿Es el amor en lo único que podemos tener fe?
Es la gran pregunta que plantea la novela y la respuesta no es un sí o un
no, sino un “quizá”.
Florent es un un personaje fracasado, autodestructivo. Para sobrellevar su
existencia tiene que tomar antidepresivos, bebe, fuma, se limita a vagar por
las calles, hoteles y restaurantes. De profesión agrónomo aunque ya no
ejerce; decide romper con todo y desaparecer. Es cuanto menos gracioso que un
hombre que apenas tiene amigos, ni
relaciones sociales decida romper, ¿romper con qué?
Podría decir que el autor, Houellebecq, es un
provocador y que su nueva novela reflexiona sobre la existencia, que su
personaje es un personaje infeliz, anestesiado, que inicia una huida hacia
delante, que hay escenas de pedofilia, sexo con animales y bla bla bla….
Pero no lo haré pues eso es la anécdota.
Leo con atención el libro, y me divierto con su humor inteligente - el
humor siempre lo es- con su ironía, y reconozco al Houellebecq que le encanta Louis de Funès,
un Houellebecq preocupado por la economía de su país, tradicionalmente
agrícola, él que es precisamente ingeniero agrónomo y firme defensor de la
salida de Francia de Europa. Un Houellebecq cada vez más político.
—España—dice— tiene una gran responsabilidad con respecto a la inmigración
y le resultaría más difícil el Spainexit.
Me sorprende las reiteradas citas de las vacas. El tema de las vacas
me tiene en vilo ¿Qué pasa con las vacas? ¿Por qué las nombra tanto?
¿Tenías de pequeño en la granja de tu abuela? ¿Ordeñaste alguna vez alguna?
Creo que son difíciles de ordeñar. Pues no tenía vacas la Grandmere de
Houellebecq, pero sí que una vez ordeñó una y no le resultó complicado.
Y leo sin importarme el final porque el final me lo espero, como todo
lector de las obras de Houellebecq, lo intuyo, y sé que no hay
posibilidad de salvación…
“La fe en el amor, como en Dios, siempre es intermitente en las obras de
Houellebecq” sentencia mi maridito. Ya decía Houellebecq: “cuando estoy en misa
creo en Dios, cuando salgo, ya no”.
El porno ha sido siempre puntero en la innovación tecnológica, como ya lo
han señalado numerosos ensayistas, sin que ninguno se percatara de lo que esta
constatación tiene de paradójica, porque en definitiva la pornografía es el
sector de la actividad humana donde la innovación tiene menos importancia, todo
lo concebible en materia pornográfica existía ya ampliamente en la Antigüedad
griega o romana.
Me estaba convirtiendo en un hombre viejo y gordo, un filósofo epicúreo,
¿por qué no?, ¿qué otra cosa exactamente tenía Epicuro en la cabeza? Ahora
bien, un mendrugo de pan duro y un chorrito de aceite de oliva era un poco
insuficiente, necesitaba medallones de bogavante y vieiras con sus verduritas,
yo era un decadente, no un marica rural griego.
Me pasó por la cabeza la idea de las “acciones simbólicas”, pero me
paralizó la vergüenza antes de terminar la frase.
Y ahora me encontraba solo, más solo de lo que había estado nunca, bueno,
tenía el hummus, adaptado a los placeres solitarios, pero el periodo de fiestas
es más delicado, me habría hecho falta una bandeja de mariscos, pero eso se
comparte, una bandeja de mariscos en solitario es una experiencia terminal, ni
Françoise Sagan habría podido describir eso, era realmente algo demasiado gore.
Y sin embargo existen clientes solitarios la noche de Navidad, todo existe
en la vida de una recepcionista, yo no era más que una modalidad
particular de existencia desgraciada [...] Había comprado dos andouilles
enteras y seguro que televisaban la misa
del gallo, no me podía quejar.
No obstante de vez en cuando se pregunta si puede concederse una bocanada
de esperanza, bueno, se lo pregunta antes de responder negativamente. Sin
embargo persevera, y se trata de un espectáculo impactante.
A decir verdad yo me encontraba en la misma situación, los años de
estudiante son los únicos felices, los únicos en que el porvenir parece
despejado, en que todo parece posible, después la vida adulta, la vida
profesional, no es más que un lento y progresivo estancamiento, sin duda por
eso las amistades de la juventud, las que entablas durante los años de estudio
y que en el fondo son las únicas verdaderas, nunca sobreviven a la entrada en
la madurez, evitamos volver a ver a los amigos de juventud para no confrontarnos
con los testigos de nuestras esperanzas frustradas, con la evidencia de nuestro
propio aplastamiento.
Yo estaba de mal humor y me serví un vaso grande de vodka sin esperar a
Aymeric, al tiempo que devoraba rodajas de morcilla artesanal, está claro que no
se puede hacer nada con la vida de la gente, me decía, ni la amistad ni la
compasión ni la psicología ni la comprensión de las situaciones tienen la menor
utilidad, la gente se fabrica ella misma el mecanismo de su desdicha, le da
cuerda y luego el mecanismo sigue girando, ineluctable, con algunos fallos,
algunas debilidades cuando la enfermedad interviene, pero sigue girando hasta
el final, hasta el último segundo.
Comprendí que el mundo no formaba
parte de las cosas que yo podía cambiar, seguramente otros eran más ambiciosos,
estaban más motivados, más inteligentes.
El mundo exterior era duro, implacable con los débiles, no cumplía nunca
sus promesas, y el amor seguía siendo lo único en lo que todavía se podía,
quizá, tener fe.