SHIRLEY JACKSON
Shirley
Jackson fue una escritora estadounidense especializada en el género
de terror. Sus relatos describen la vida cotidiana con un realismo
inquietante cargado de simbolismo: una mujer buscando a su novio el
día de su boda, ¡terrible!, un diabólico viaje en tren, ¡qué
miedo!, el caso de la librería y el estudiante que no puede comprar
libros, ¡qué horror!, o el cuento más famoso, la lotería, en
el que relata una ancestral costumbre en un pequeño pueblo
americano, ¡para
morirse !..
Dicen
que su narrativa inspiró, y es de creer, a Stephen King, y a otros
escritores norteamericanos, además de películas y series de
televisión como “los juegos del hambre”. Por
lo que nuestro imaginario y memoria esta conformada, para bien o para
mal, por las historias de Shirley Jackson.
Su
estilo es directo, sin rodeos, inteligente, y sus temas reflejan sus
obsesiones, la agorafobia, la intolerancia, la maldad... a mi juicio
algunos cuentos, (sólo algunos), les falta un final adecuado para
ser una historia redonda, pero, en general, están muy bien escritos,
mantienen la curiosidad y merece la pena leerlos.
Shirley
Jackson fue una mujer desdeñada por ser mujer y escribir relatos de
terror, atrapada en un matrimonio machista y patriarcal, en un tiempo
que no era el suyo, un marido (infiel), cuatro hijos, un montón de
mascotas, en un momento en que la gran literatura no eran los relatos
de terror de una ama de casa aficionada a los fantasmas sino otras
figuras del momento.
Es mucho más fácil, me parece a mí, escribir una historia que afrontar con éxito los millones de problemas y enfados cotidianos que surgen en una casa cualquiera, y ayuda bastante—en particular si hay niños alrededor—si puedes verlos a través de un velo agradable de ficción.
La ficción se vale de tantas cuestiones menores, de tantos gestos pequeños y hechos recordados y rostros inolvidables.
Ahora
bien, hay que llevar mucho cuidado porque la vida cotidiana no es
ficción. Y la ficción no es operativa en la realidad de los autores
y lectores. No se puede castigar o encarcelar a los personajes de
ficción y a sus “hechos”. La ficción de los relatos de terror,
misterio o policíacos son, sin embargo, los que más se acercan o
mantienen a la vida real pues la realidad es para morirse de miedo.