LA CONJURA

jueves, 10 de septiembre de 2020

VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN

 


Una mujer regresa a casa en tren después de dejar a su marido internado en un psiquiátrico. Mientras el tren avanza, un desconocido que dice ser psiquiatra, la aborda, y empieza a contarle su vida. El hombre lleva consigo una carpeta roja con historias clínicas de diversos pacientes, auténticas narraciones literarias, que deja olvidada en el asiento del tren justo delante de la protagonista, Helga Pato, cuando se baja.


Con este argumento el autor escribe una novela corta o cuasinovela, apenas 150 páginas, de corte surrealista, delirante según se mire. Un relato esquizoide, una historia que deriva en otra y la otra en otra y así sucesivamente, como en un juego de muñecas rusas. Cuesta trabajo seguir el hilo, salvo si uno se hace un esquema, vuelve a leer el libro, o es muy listo. Y al final ni siquiera sabes a ciencia cierta quién estaba loco. Mi maridito, por ejemplo, ha empezado a leer por los capítulos finales, dice que así se entiende, que es como se lee este libro pues el mismo narrador hace referencia a que eres lo que comes por lo que al final dejas de ser al descomer o cagar. Está claro.


A mí lo que me queda al final de la lectura y relectura es el argumento a grandes rasgos, aunque, lo importante no es la historia, sino lo que dice y cómo lo dice respecto a la teoría literaria:


Además, la verosimilitud me aburre. ¿Para qué tanto esfuerzo en parecer real si todo el mundo sabe que no es más que un libro?"


 “Que a Helga le aburría leer cada vez más. Que no sólo le aburrían las novelas de sus escritores, de los escritores de su agencia, que le aburrían todas las novelas, decía. Que si había abandonado los estudios literarios había sido porque no creía en ellos, porque de pronto le parecieron una vía muerta, un esfuerzo que no conducía a ninguna parte, una actividad inútil y estéril, un subgénero mediocre y pretencioso de la ficción en prosa.


La novela es un ejercicio de estilo diferente a lo que estamos acostumbrados a leer, contiene crítica literaria, neuropsicología cognoscitiva y afectiva, pensamiento inteligente, reflexiones hilarantes, y también algún que otro reduccionismo.


Definitivamente el psicoanálisis no sirve para estudiar la esquizofrenia. Las causas de la esquizofrenia hay que buscarlas en la anatomía, en la neuropatología, en el sistema neuroendocrino o en el psiconeuroinmunológico. Los desencadenantes de la enfermedad son electrofisiológicos y bioquímicos; sabemos que están implicadas las monoaminas, los aminoácidos y los neuropéptidos. En realidad los seres humanos no somos más que un millón de impulsos eléctricos por segundo y unas cuantas reacciones químicas.”







Antonio Orejudo es filólogo, profesor de literatura en la universidad de Almería, amigo de mi amigo Antonio G. Soler y amigo de José María Ridao, al que convierte en personaje en la novela con el nombre de Jose María Thybaut. El autor, como filólogo que es, nos muestra el estilo, el estilo bien estructurado, la fuerza de las palabras bien puestecitas una detrás de otra.


Además, está demostrado desde los tiempos de la Retórica que si se utilizan las palabras adecuadas en el orden preciso es posible desencadenar en el sistema nervioso esas reacciones bioquímicas que denominamos risa o inquietud, pero también otras más complejas, que reciben los nombres de calidez, proximidad, o esa sensación, la impresión de que los seres humanos tenemos alma, espíritu, personalidad, una dimensión interior a fin de cuentas. Pero no hay dimensión interior que valga. Eso que las personas buscan en el arte al caer la tarde, después de haberse comportado por el día como bestias, y que suelen llamar presencia humana, autenticidad, verdad, heridas del alma, eso no es más que un ORDEN DE LAS PALABRAS”


al fin y al cabo nos pasamos la vida buscando personas que no existen, lugares y estados mentales imaginarios que nos han dicho que son reales, pero que jamás hemos experimentado por nosotros mismos. Fíjese, mucha gente se muda de ciudad y de pareja mil veces y a continuación otras mil, y en ninguno de esos cambios encuentra el ESTADO LITERARIO DE LA FELICIDAD, sino que topa siempre con su propia melancólica”


antes de comprender que el extranjero no es un lugar, sino un estado de ánimo”


pero no estoy loco; los basureros me han implantado micrófonos en los agujeros de la nariz y un chip identificativo en la corteza cerebral”



miércoles, 2 de septiembre de 2020

NADA

 



Cuando Andrea hace las maletas para marcharse de Barcelona y mira hacia arriba, en dirección a la casa que abandona de la calle Aribau donde ha vivido con su familia, dice que no se lleva NADA. Pero no es cierto, se lleva la experiencia vital de una convivencia en un ambiente opresivo y de relaciones truculentas, como muchas de las existencias de los españoles en esos años del franquismo.


Bajé las escaleras, despacio. Sentía una viva emoción. Recordaba la terrible esperanza, el anhelo de vida con que las había subido por primera vez. Me marchaba ahora sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. De la casa de la calle Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces.


Nada” es la ópera prima de Carmen Laforet, con la que además ganó la primera edición del premio Nadal, es una novela feminista y existencialista, un relato lineal contado en primera persona con una sensación de desasosiego y una actitud pesimista.


Andrea llega a Barcelona desde el pueblo para estudiar en la universidad. Es huérfana y se aloja en la casa de su abuela, en la que viven también sus tios: Angustias, Juan y Román, una familia de clase media, arruinada y con apenas recursos que han de vender el mobiliario y antigüedades para poder sobrevivir.


Un elenco de personajes desequilibrados pululan por esta familia, Angustias, una tía religiosa, rígida e implacable, Juan, un tío agresivo y fracasado y Román, una persona interesante, violinista, pintor... pero el más mezquino de todos ellos.

La Barcelona de los años cuarenta…


CALLE ARIBAU EN BARCELONA