LA CONJURA

sábado, 8 de septiembre de 2018

HISTORIA DE ESPAÑA CONTADA PARA ESCÉPTICOS



De Juan Eslava Galán




No es un manual de historia al uso, ni un estudio sesudo, reflexivo, de esos que llaman universitarios que pretenden ser la única verdad absoluta por lo menos en el departamento, sino una visión general de España desde la Prehistoria hasta Zapatero, fácil de leer y contada con cierta ironía y abundancia de anécdotas.

Tampoco es una historia contada por los vencedores.


El autor no persigue justificar ninguna teoría histórica, ni probar tesis doctoral alguna, pues entiende el sesgo que uno siempre infringe a sus relatos y el apasionamiento con que inevitablemente se cuenta la historia, y se conforma con no mentir ni tergiversar a sabiendas, que ya es suficiente.


La idea principal es ofrecer una historia concreta sin divagaciones socioeconómicas al lector escéptico, cosa bastante razonable para todo autor, un lector que duda y se cuestiona la historia tal y como se ha escrito.

Son quinientas páginas que se pueden leer de un tirón, si hay tiempo, como he hecho yo en vacaciones (se lee muy cómodamente y no cuesta mucho trabajo), o tenerlo como manual y elegir el capítulo que interese o ambas cosas a la vez.  


Muy recomendable leer, por lo que tiene de actual, la época de los reinos de taifas cuando iban a la gresca los distintos reinos con sus intrigas, quítate tú que me pongo yo, dobles alianzas y traiciones, según convenía, entre musulmanes judíos y los Alfonsos (que así convinieron en llamar los musulmanes a los cristianos en la época en que todos los reyes cristianos tenían por nombre Alfonso), de modo que el que antes era tu enemigo pasaba al día siguiente a ser tu aliado. Y viceversa.


Escribo “pseudodemocracia” sin acritud alguna, que conste, sólo en atención a que la rigurosa división entre los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) es imperfecta, a que el sistema de elecciones no refleja realmente la voluntad popular, a que las listas cerradas de los partidos desvirtúan lo que sería una verdadera democracia, a que la Constitución consiente insensatamente la existencia de una persona, el rey, libre de responsabilidad legal ( es decir, por encima de la Ley), y a que el cargo más importante del Estado, la corona, sea hereditario y pase de padres a hijos por un supuesto derecho divino. Si uno lo piensa bien, es de risa.



Termina el libro recordando lo que dijo muy irónicamente Cánovas del Castillo cuando le preguntaron la definición de “español” para redactar la Constitución de 1876. “Español es el que no puede ser otra cosa”

Y seguidamente termina con lo que se dice al final del Quijote: VALE