LA CONJURA

martes, 1 de mayo de 2018

¿Por qué escribir?


PAUL AUSTER





Mi maridito viene a casa con una bolsa de libros, colocándolos encima de la mesa del comedor que ya está de bote en bote, entre ellos 4321 de Paul Auster. Eso me hace pensar que además de llamar al electricista y comprarme un nuevo ventilador para el dormitorio he de comprar urgentemente un par de estanterías.

Hojeo la novela que tiene nada menos que 920 páginas y observo que lleva un librito adosado de apenas 40 cuyo título me llama la atención ¿Por qué escribir?  Elijo éste último.

Bueno, pues son cinco mini relatos sobre coincidencias que han resultado trascendentales en la vida de sus protagonistas. Como una embarazada vio la película protagonizada por Audrey Hepburn “Historia de una monja” entre dos partos; el hecho accidental de la rotura de un jarrón permite que Auster salve la vida a su hija que cae por unas escaleras, un campamento de verano y una tormenta con trágico final y un prisionero de guerra en un campo alemán cuyo hijo, muchos años después, se enamora de la hija de unos de sus guardianes.

Es en el último relato donde explica cómo se inicia el joven escritor. Auster era un niño de ocho años que lo que más le importaba era el béisbol y su equipo favorito el NY Giants. Un día fue con sus padres a un partido y casualmente al salir se tropezaron con uno de sus ídolos Willie Mays, al que el niño le pidió un autógrafo. Pero nadie alrededor suyo, ni él mismo, llevaban un lápiz con el que poder firmar.



“– Lo siento, chaval-dijo-. Si no tienes lápiz, no puedo firmarte un autógrafo.

   Y salió del estadio perdiéndose en la noche.”

Así que el niño Auster adquirió la costumbre de no salir de casa sin asegurarse de que llevaba un lápiz en el bolsillo, porque lloró y lloró, también en el coche que lo regresaba a casa, abatido, decepcionado e irritado con él mismo por no ser capaz de controlar las lágrimas. No había sabido dar la talla.

Y llevar un lápiz implica ser escritor todos los días: “si llevas un lápiz en el bolsillo, hay bastantes posibilidades de que algún día te sientas tentado a utilizarlo.”

Así Paul Auster lleva un lápiz (o un iPhone) siempre encima dispuesto a utilizarlo para un autógrafo o una ficción. 

Total, que parafraseando un refrán español, mi maridito, que se está intentando leer las casi mil páginas de su última novela, me dice que a Auster le gusta más escribir que a un tonto un lápiz.