DE CARME CHAPARRO.
Compré este libro en verano con la
intención de disfrutarlo, sin más, a modo de relax y sin que pretendiera que
aportara un gran valor a mis lecturas. (Que me perdone mi maridito que dice que
los libros no están para “disfrutarlos”
que eso no es un calificativo para el arte)
Pues… ni eso. Es
ininteligible e increíble.
Creía que era fácil de entender y malo, y
ha resultado imposible de entender y muy malo.
Se me ha hecho larga, tediosa, un
batiburrillo de crímenes con una historia peregrina muy poco creíble. Creo que
no tengo más que decir sobre esta novela negra de clichés del tipo:
“Un hilo de sudor helado recorrió la espalda
sobre la espina dorsal”
Una duquesa (mezcla de la duquesa de Alba
e Isabel Presyler) es asesinada en su mansión por un criminal que entra y sale
en un frigorífico, que ha sido comprado por la duquesa en Internet.
Luego hace coincidir a cuatro personas en
un ascensor de un hospital para dinamitarlo. Lo más
normal del mundo. Pero coincidir, lo que se dice coincidir; esto es, a la misma
hora, mismo minuto y mismo segundo, en el preciso instante en que TODOS llaman
al mismo ascensor, porque se supone que los otros ascensores están averiados, y
SIN que NADIE oiga ni vea nada.
Y
encima el malo no es reconocible ni siquiera por su familia porque se ha hecho
la cirugía estética.
Todo
esto incluso me daría igual si estuviera bien escrita, con una buena prosa y
estructura, o sus reflexiones o sus diálogos fuesen interesantes, qué se yo… Pero es que no. Es repetitiva, es pesada. Desde luego una
cosa tiene buena. Y es que no es predecible, semejante historia no hay quien la
acierte.
Dejo el principio que me gustó y que no
tiene nada que ver con la historia porque nadie hace pedacitos a nadie.
De los asesinos se aprende que, a trozos, todo se transporta
mejor. No solo un cadáver. También el miedo. O el arrepentimiento. Incluso la
pena. A trozos todo se puede llevar mejor de un sitio a otro porque cuanto más
pequeños, más fácil te será deshacerte de ellos.