LA CONJURA

martes, 13 de noviembre de 2018

MEDITACIONES




Marco Aurelio, emperador romano y filósofo estoico, escribe MEDITACIONES en griego, y estructura la obra en doce capítulos a los que nombra libros. En cada libro expone su pensamiento de moral estoica, en breves párrafos y sin relación entre ellos, aunque incide en los mismos temas, el paso del tiempo, la muerte, actuar conforme a la naturaleza...



Los estoicos consideran que la vida del hombre debe adecuarse a la naturaleza y vivir de acuerdo con ella, y quien dice con la naturaleza, dice con la divinidad. La Razón del Cosmos. Es preciso convivir con los dioses, con el destino que ha sido tramado desde siempre, con la providencia y con la Razón todopoderosa.

Así la razón ha de controlar los impulsos y la parte irracional del individuo.

Algunas de sus reflexiones siguen siendo especialmente recomendables en nuestro mundo moderno. Por ejemplo, la necesidad de no estar pendientes de lo que hacen los demás ni de calcular qué pueden o podrían pensar o decir; o también la conveniencia de no dejar volar la imaginación que provoca las obsesiones del individuo.



Qué maravilla leer este libro escrito por un emperador romano, entre los descansos de la guerra (así lo imagino yo), allá por el año 170. Es un modernísimo libro de autoayuda, un filosófico libro de autoayuda, sobre el sentido de la vida. ¡Vamos! Que es algo más que un libro de autoayuda, es una ayuda imperial. Yo lo he tenido en mi mesilla de noche, en mi bolso, en mi mochila, lo he llevado de viaje y al trabajo. Y de vez en cuando lo sacaba para leer un poquito. Ha sido reconfortante.

Dejo aquí algunos de los aforismos que me han parecido más interesantes:

Aunque fueras a vivir tres mil años y otras tantas veces diez mil, recuerda, sin embargo, que nadie pierde otra vida que ésta que vive, y no vive otra que la que pierde. De manera que a lo mismo viene a parar lo más largo y lo más corto. Pues el presente es igual para todos, y, por tanto, igual lo que pierde, y lo que se abandona está tan claro que es tan breve...Porque ni el pasado ni el futuro podría nadie perderlo. Porque de lo que no se tiene ¿cómo podría uno desprenderse?

No malgastes la parte que te queda de vida en imaginaciones sobre los otros, cuando no con relación a algo socialmente útil, esto es, imaginando que hace Fulano de Tal, por qué motivo, qué dice, qué piensa.

No estimes jamás a desear algo que necesita paredes y cortinas.

Cual lo imagines muchas veces, tal será tu mente, porque el alma se impregna de las imaginaciones.

Respecto al acto sexual, que es frotación del intestino y secreción de moquillo con algún espasmo.

Cuando da la impresión de que las cosas son extraordinariamente dignas de confianza, desnúdalas y contempla su banalidad y quítales el cuento con que se solemnizan.

No es meritorio transpirar como las plantas, ni respirar como las bestias y las alimañas[….] pues esto es similar a soltar los detritos del alimento.

¿No cesarás de estimar otras muchas cosas? Pues no serás ni libre ni autosuficiente ni impasible. Porque forzoso será que tengas envidia, que seas celoso, que receles de los que pueden quitarte aquellos bienes, que intrigues contra los que poseen lo que tú estimas.

¿Acaso el sol se dignaría hacer lo que la lluvia?

No actúes contra tu voluntad, ni antisocialmente, ni sin análisis, ni dejándote arrastrar. Que la afectación de lenguaje no embellezca tu pensamiento; no seas charlatán, ni quieras hacer muchas cosas[...] Y por dentro, serenidad, ausencia de necesidad de ayuda externa y de la tranquilidad que proporcionan otros. Así es preciso estar recto, no que te pongan recto.

Es ridículo no huir de la propia maldad, lo cual es posible, y huir de la de los demás, lo cual es imposible.

Fuera del Universo no cae lo que muere. Si permanece aquí, también cambia aquí y se disuelve en los elementos del mundo. También ellos cambian y no murmuran.

Cuando te encuentres con quien sea, dite al punto a ti mismo: “Éste ¿qué idea tiene del bien y del mal?” Pues si sobre el placer y el dolor y las causas de ambos, y sobre la gloria y la infamia o la muerte y la vida tiene unos principios de determinada clase, no me parecerá asombroso ni extraño si hace estas cosas, y recordaré que está obligado a obrar así.

Toma sin orgullo, abandona sin esfuerzo.

La pérdida no es otra cosa que la transformación.

Cuáles son sus principios rectores y por qué tipo de cosas se afanan, y qué cosas aman y estiman. Hazte cuenta de que estás viendo sus almas desnudas. Cuando parece que te hacen daño al censurarte o te son útiles al alabarte, ¡cuánta pretensión!

Es muy útil también pensar al punto en la virtud que la naturaleza dio al hombre frente a este error. Pues le dio como antídoto frente al ingrato la indulgencia y frente a cada cual una facultad diferente.

Y, por supuesto, todo lo que participa de la naturaleza inteligente busca igualmente lo del mismo género, o más aún.

La salvación de la vida consiste en ver por entero qué es cada cosa en sí, cuál es su materia, cuál su causa. En hacer lo justo y decir la verdad con toda el alma. ¿Qué resta sino gozar de la vida uniendo bien con bien, en forma que no quede el más breve intersticio?