LA CONJURA

martes, 22 de febrero de 2011

HAMLET

!El mundo está fuera de quicio!...!Oh suerte maldita!...!Que haya nacido yo para ponerlo en orden! (Acto I, Escena V) Así habla Hamlet cuando el espiritu de su padre, rey de Dinamarca, le revela que ha sido asesinado por su propio hermano. Su tío, el actual rey, envenena a su padre mientras duerme empozoñándole el oido. De este modo vil, le arrebata la corona y el amor de la reina con la que se casa nada más enviudar.

Ofelia, la famosa Ofelia pretendida por Hamlet, es aconsejada por su hermano Laertes para que entienda que el amor de Hamlet no es sino el capricho de un principe al que no debe aspirar puesto que son de clases distintas.

Hamlet clama venganza y finge estar loco. A propósito de una función teatral en palacio, Hamlet convence a uno de los actores para que represente la muerte de su padre, de la misma manera que la llevó a cabo su tío, y así observar su reacción y cerciorarse de su culpa.


Hamlet, mientras habla con su madre, la reina Gertrudis, y creyendo que es su tio quien está escondido tras una cortina, mata por error a Polonio, padre de Ofelia y Laertes. Él también clama venganza.

A ver Hamlet: ¿dónde está Polonio?/De cena/!De cena! ¿Dónde?/No donde come, sino donde es comido. Cierta asamblea de gusanos políticos está ahora con él. El gusano es el único emperador de la dieta; nosotros cebamos a todos los demás animales para engordarnos, y nos engordamos a nosotros mismos para cebar a los gusanos. El rey gordo y el escuálido mendigo no son más que servicios distintos, dos platos, pero de una misma mesa; he aquí el fin de todo./Un hombre puede pescar con el gusano que ha comido un rey, y comerse luego al pez que se nutrió con aquel gusano/...un rey puede hacer un viaje de gala por las tripas de un pordiosero. (Acto IV, escena 3)

El rey se aprovecha del dolor de Laertes que clama venganza y prepara una componenda para asesinar a Hamlet simulando un torneo o competición de espadachines. El filo de una de las espadas es untada con veneno además del vino del banquete. Así todos o casi todos mueren:el rey padre de Hamlet, el propio Hamlet, Laertes en su intento de venganza, el rey tio de Hamlet, la reina Gertrudis , también Ofelia, sospechosa de suicidio, que perece ahogada en el río, en fín todos salvo Horacio, amigo de Hamlet, que se libra del veneno y de la espada también, pero que quiere morir aunque al final Hamlet lo convence para quedarse como semillita.


Hay frases inolvidables: "Fuerte peligro es para un débil el introducirse entre las puntas de las espadas de dos fieros y potentes adversarios". y "no tiene semejante sino en su propio espejo"

Pero lo que más, más me gusta y aquello por lo que leí el libro es cuando Polonio va a despedir a Laertes que va a coger el Barco camino de Francia donde va de Erasmus y le dice: "!Que mi bendición sea contigo! Y procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos: No propales tus pensamientos ni ejecutes nada inconveniente. Sé sencillo, pero en modo alguno vulgar. Los amigos que escojas y cuya adopción hayas puesto a prueba, sujétalos a tu alma con garfios de acero, pero no encallezcas tu mano con agasajos a todo camarada recién salido sin plumas del cascarón. Guárdate de entrar en pendencias; pero, una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti. Presta a todos tu oído, pero a pocos tu voz. Oye las censuras de los demás, pero reserva tu juicio...(Acto I, Escena 3)



Nota 7
!!Anda que no se ha reido mi maridito cuando le he puesto tan sólo un siete a Shakespeare. Qué atrevimiento, me dice.























sábado, 19 de febrero de 2011

MARCOS MONTES



Lo primero que me viene a la cabeza es una duda : ¿Es Marcos Montes el que escribe a David Monteaguado o al revés?. Hay ciertamente confusión entre autor y título.


Pues bien, el autor se llama David Monteagudo y Marcos Montes es su segunda novela, aunque fue la primera que escribió. En esta novela corta (el librito tiene 116 páginas) nos relata un día crucial en la vida del minero Marcos Montes. Un día crucial porque hay un derrumbamiento en la mina donde trabaja y los mineros, entre ellos el protagonista, quedan atrapados bajo toneladas de roca.




El libro se lee rápido. Tiene un final bastante previsible y desde luego no te sorprende. Pero lo que mejor maneja el autor son los diálogos. Asi cuando los mineros deben encontrar una vía de escape, los diálogos saben reflejar tensión y miedo y también la confianza y esperanza en encontrar la forma de salir vivos de allí. En parte recuerda, lo vivido recientemente por los mineros de Chile, y da la impresión que al otro extremo del montacargas que los conduce hacia la libertad se encuentra el mísmisimo Rey o un Presidente del Gobierno para abrazarlos y darles la bienvenida.




Es curioso que Marcos Montes en una situación de alto riesgo, cuando peligra verdaderamente su vida, recuerde a Marina, un amor frustado de juventud, y no a su mujer con la que está felizmente casado y con la que espera su primer hijo. Y en este punto de la narración yo me acordé de Gretta, un personaje de los Dublinesess de Joyce que al oír una melodía le viene de pronto a la memoria un joven muerto muchos años antes cuando todavía era una niña. Su primer gran amor ya olvidado.


Se acordó de Marina. Era extraño pensar en ella en ese momento, porque el recuerdo de Marina estaba siempre dormido, olvidado, como si la chica nunca hubiera existido.

























domingo, 13 de febrero de 2011

El cementerio de Praga

He abandonado la lectura por la página 90. Ya sé que éste es uno de los libros más leidos actualmente, un superventas, pero a mí me ha resultado pedante, algo pretencioso y aburrido sobremanera.
Simonini es un viejo antisemita que escribe sus memorias y que tiene varias personalidades o es un esquizofrénico o tiene alzheimer. No puedo saberlo porque no he llegado a la sorpresa final que nos tenía reservada el autor. Parece ser que el tal Simonini es un elemento de cuidado, que ha estado en todos los fregaos, guerras, revoluciones y siempre haciendo el mal, pero un poco pedante y pesado. Y para más INRI se dedica a falsificar todo tipo de documentos: históricos, notariales ... incluso llega a confiscar Hostias consagradas para una clienta suya que quiere hacer una misa negra; pero todo esto no le impide tener charlas intelectuales y científicas sobre la naturaleza del mal y el individuo, en un restaurante en el que resulta que sus vecinos de mesa son eminentes psiquiatras .
Me he quedado en el momento en el que el protagonista nos cuenta lo malo y racista que era su abuelo con el que creció, de modo que ahí el lector perspicaz se dá cuenta que, de casta le viene al galgo, y que pobrecito, ¿ cómo iba a salir ese niño con ese ambiente tan depravado donde creció?.
Pero si es que alguien leyera esto (que no lo creo, tan solo mi marido y mi hermana lo hacen y por exigencia mía) no me haga usted caso y lea el libro, porque las críticas que observo es que es una buena novela y puede que yo la haya cogido con cierto recelo.
Hay una frase que me ha gustado mucho y que creo acertada y es ésta: Para inducir a un francés a reconocer una tara de su raza basta con hablarle mal de otro pueblo, como si dijéramos "nosotros los polacos tenemos este o aquel defecto" y, como nunca quieren ser segundos de nadie, ni siquiera en lo malo, reaccionan al instante con "Oh, no, aquí en Francia somos peores" y dale, dale a hablar mal de los franceses, hasta que se dan cuenta de que han caído en tu trampa.
y sigue diciendo: El francés es codicioso hasta la médula..... el francés no sabe bien qué quiere, lo único que sabe a la perfección es que no quiere lo que tiene, Y para decirlo no sabe sino cantar canciones.... el itialiano es de poco fiar, vil, traidor, los españoles vanidosos... A los alemanes los he conocido, e incluso he trabajado para ellos: el más bajo nivel de humanidad concebible. Hiperactividad de la función intestinal en menoscabo de la cerebral. Un alemán produce el doble de heces que un francés. El abuso de cerveza los vuelve incapaces de tener la menor idea de su vulgaridad, pero lo superlativo de esa vulgaridad es que no se avergüenzan de ser alemanes. Se han tomado en serio a un joven glotón y lujurioso como Lutero.
También se puede leer: De los sarracenos, la indolencia; de los suevos, la ferocidad; de los griegos, la infructuosidad y el gusto de perderse en charlas con tal de dividir un pelo en cuatro.
Ahora, y después de transcribir todo esto, me están dando ganas de volver al libro.
NOTA: 4