LA CONJURA

sábado, 30 de septiembre de 2017

La señorita Mapp



“La señorita Mapp” es el segundo  libro de la divertidísima serie “Mapp y Lucía” que E. Benson escribió en clave de comedia British, y que recuerda mucho a Wodehouse.


En el pueblecito costero de Tilling vive  Mapp, soltera y cotilla oficial del reino que mantiene a raya a sus convecinos con sus comentarios y sus estratagemas, ella es el centro de la actividad social, adalid del buen gusto, miembro activo de la buena sociedad…¡Qué digo miembro activo! ¡El principal miembro activo y único merecedor de la buena sociedad Tillingense! Aunque, eso sí, envidiosilla  y  algo malvada.

Ninguna fiesta lo es sin su participación.



La señorita Mapp está obsesionada por controlar las actividades del  mayor Flint, con el que pretende casarse desde hace tiempo sin éxito alguno. Pero al mayor lo que le interesa, obviamente,  es el  whisky y el golf, y las noches de juerga etílica con su amigo el capitán Puffin. Por supuesto la señorita Mapp no está dispuesta a consentirlo y despliega toda su inventiva y malas artes para impedirlo.


¡Y qué decir del resto de personajes que pululan por el pueblo! Godiva (Diva) Plaistow directa competidora de Mapp e igualmente cotilla; el padre Barlett empeñado en hablar escocés; la señora Poppit (miembro de la Orden del Imperio Británico para desgracia de Mapp) y la también artista del pueblo, Irene, mujer libre y sin ataduras, capaz de enfrentarse a la dictadura de Mapp con sus irónicos e imprevisibles comentarios y a la que ella teme precisamente por eso.







La vida en Tilling transcurre entre partidas de bridge (por supuesto, usando las reglas tradicionales), paseos por la bucólica campiña inglesa y una observación estratégica de la estación del tren, lugar por dónde llegan y se van los vecinos y visitantes de la ciudad.


La primera novela de esta saga se titulaba “Reina Lucía”. Su protagonista, Lucía, constituye, al igual que la señorita Mapp, el centro social del pueblo; ambas son las reinas indiscutibles en su propia ciudad.  Sin embargo las diferencia el método utilizado. Y es que, mientras Lucía tiene pretensiones culturales, pues asegura hablar italiano, tocar el piano… etc. a la señorita Mapp únicamente le mueve la envidia y la mala uva y sus confrontaciones se limitan a competir por el mejor vestido o a realizar el mejor ponche.


Ya pasó aquella época, en Inglaterra, y en el mundo entero.


Aunque el aborrecimiento de cualquier atisbo de snobismo o de cualquier actitud que se le asemejara era una característica peculiar de la vida social en Tilling, el esperado paso de aquel distinguido visitante por el pueblo el sábado siguiente corrió como la pólvora por toda la ciudad. Aquella mañana de mercado, antes de que las cestas de mimbre de las damas comenzaran a pesarle a sus portadoras, ya no había rincón del pueblo que no conociera la noticia.

Desde que se había impuesto hacía algunos años el horario de verano, por esas fechas se producía una de las crónicas disensiones en Tilling. La señorita Mapp, Diva y el Padre se negaban en redondo a reconocer y aceptar el horario de verano, excepto cuando tenían que coger el tren o el tranvía—en cuyo caso los principios se desmoronaban—, o de lo contrario nunca habrían podido ir a ninguna parte.