LA CONJURA

domingo, 30 de diciembre de 2012

Demasiada Felicidad

DEMASIADA FELICIDAD de Alice Munro


La primera vez que oí hablar de Alice Munro fue a AMM (Antonio Muñoz Molina) y como este autor está en NY y lo tengo en estima, fui rápidamente a comprar un libro de ella a Diego Marín. Ya me avisó César, un amigo, que esto no funciona, que cuando un buen escritor recomienda un libro, luego, no suele gustar.

Y no es que no me haya gustado, sino peor todavía: me ha resultado un tostón como hace tiempo no me sucedía con ningún otro libro. Un  libro de relatos cortos que se me ha hecho interminable.  Pero lo más asombroso es que todas las críticas que he leído son buenas, qué digo buenas, son excelentes... del tipo:



"Es capaz de construir, sin artificios del lenguaje ni de la historia, unos relatos tremendos en el fondo. La vida misma."


"Allí se transita en los vericuetos de la vida íntima de cada uno de sus personajes. La mayoría de ellos se caracterizan por llevan un dolor a cuestas que más parecen cicatrices que no se pueden ocultar, por más que lo intentan. A ello se suma la culpa o el remordimiento, que cobran singular protagonismo en medio de esos apacibles paisajes de Canadá, ciudad de origen de la autora. Por otro lado, su carácter humano, imperfecto y sensible, engloban a todos estos cuentos dentro de una tradición que elevan de categoría a su propia autora, no por algo le llaman la "Chéjov canadiense".

Vamos!!! La Chéjov canadiense!!!. Pero si no he podido terminarme el libro. En fin, no me hagan caso que probablemente esté equivocada, y lean a esta señora.


Para muestra un botón. He aquí el tercer relato titulado "El filo de Wenlock". SUJETENSE...



[La protagonista, tiene un primo que se llama Earnest. La madre de Earnest muere y la protagonista se va a la universidad a estudiar y vive en el ático de una casa de estudiantes. Describe a los personajes que viven con ella, a pesar de que son secundarios y no tienen importancia en la trama del relato. Al cabo del tiempo viene a vivir con ella una tal Nina. Esta Nina quedó embarazada a los quince años, tuvo dos hijos, su marido la abandona y ella deja los niños con su abuela y marcha a Chicago. En Chicago conoce al excéntrico y rico Sr. Purvis. Se queda embarazada y se va a abortar a Japón. Pero en el último momento se arrepienta y tiene a una niña. Tiene que trabajar duro para sacar a adelante a la niña que al final muere una navidad. Vuelve con el Sr. Purvis y se va de viaje por Europa para animarse (esto último palabras textuales), cuando regresan dice que le gustaría asistir como oyente a las clases de la universidad, y entonces se va a dormir a la casa de huéspedes. Nina no puede salir por las noches porque está vigilada por un coche negro (no sé por qué). El caso es que Nina conoce a Earnest, el primo. Una noche llama por teléfono Purvis y le dice que vaya a cenar pero Nina le dice a su amiga que vaya ella en su lugar. Nuestra protagonista va a cenar porque tiene curiosidad por conocer a Purvis. En la cena le dicen que tiene que desnudarse para sentarse a la mesa (lo normal...) y ella accede. Después de la convencional cena, se va a su casa y luego Nina desaparece y se va a vivir con Earnest. Al final también deja a Earnest. Por último escribe una carta a no sé quién para decir algo, que no sé bien lo qué es porque cuando llego a este punto estoy MAREADA, aunque intuyo que es una venganza]



Y todo esto resumido porque hay infinidad de datos e historias accesorias que no he puesto.



Un cuento o relato corto ha de ser puro arte concentrado, dinamita, eliminación de todo lo accesorio, donde cada idea , cada frase, cada palabra tiene que ir dirigida a completar el puzzle de la historia. Ni una palabra de más ni una de menos. Eso creo yo. Un cuento debe ser la quintaesencia de la literatura .


Da la impresión de que esta señora empieza a inventar y a desvariar, como si fuera una fábrica de producción de cuentos con la obsesión de que sucedan cosas. Los personajes no tienen consistencia, ni entidad, no me los puedo creer. Vamos, como pa creerse que una joven paleta de quince años con tres hijos quiere ir a la Universidad. Por mi como si viene un OVNI y la capta para la recogida de aceituna en Andromeda. Lo mismo da.

A no ser que todo sea en plan irónico, no le encuentro la gracia. Sus cuentos son disparatados, y con tópicos americanos, escribe bien, quiero decir que construye bien las frases pero no dice nada. Bueno, dice mucho, cuenta muchas cosas, pero a la vez, no dice nada.


AVISO: de las trescientas páginas del libro, me he quedado por la página cien.


Nota: 3,75

Curioso es que lea a Laura Freixas con prejuicios y termine por gustarme; y al revés, totalmente convencida de la genialidad de Laura Munro que al final ha resultado ser un desastre. Cosas de la literatura. Y del Marketing que la envuelve.



sábado, 22 de diciembre de 2012

Trascendentalismo y Pragmatismo

Emerson, Charles S. Peirce, William James, John Dewey, Richard Rorty, Gianni Vattimo




Ralph Waldo Emerson nació y vivió en Nueva Inglaterra. Fue amigo de intelectuales tan destacados como Henry Thoreau y Herman Melville. Llamó a su pensamiento trascendentalismo y en él se combinan influencias hegelianas con algunas que pueden remontarse hasta Spinoza. El trascendentalismo es una suerte de idealismo panteísta: la realidad está presidida por una fuerza superior de alcance cósmico, a la que podemos llamar superalma o sencillamente Dios.

El hombre debe encauzar su acción según el modelo ético que puede leer en la organización de la naturaleza que habita: lo mejor de su destino es vivir en armonía con esa Superalma que todo lo mueve, cuyos dictados puede conocer tanto por la reflexión filosófica como por la poesía.

El estilo literario de Emerson mezcla el ímpetu poético con la capacidad razonadora. Fue un decidido partidario de la abolición de la esclavitud y su obra inspiró en gran medida el pensamiento político de Abraham Lincoln.

La actitud filosófica de mayor arraigo en Estados Unidos a finales del siglo XIX y a lo largo del XX es la conocida con el nombre de pragmatismo. Así la llamó su iniciador, Charles Sanders Peirce. Un poco a la manera de Descartes, también Peirce se ocupó sobre todo de cómo hacer claras nuestras ideas. Pero no pretende partir de una duda universal, sino más bien de las dudas concretas y parciales que suscitan algunas de las ideas comúnmente aceptadas.

Lo que pensamos de las cosas es lo que podemos hacer con las cosas: nuestras creencias son guías para nuestras acciones y no meras contemplaciones objetivas y desinteresadas del mundo. Así qué las ciencias naturales pueden servirnos de modelo para salir de dudas. Lo que debemos considerar verdad no es un absoluto ajeno a nosotros y a nuestros propósitos, sino aquello que mejor sirve para inspirar acciones que los cumplan.

William James, catedrático de la universidad de Harvard en New York fue quien popularizó el pragmatismo. Se consideró defensor de un empirismo radical, pero distinto del empirismo clásico de Locke. Para Locke lo que verifica el conocimiento es lo que comprobamos que ha sucedido, mientras que para el americano lo que cuenta es la experiencia futura, lo que esperamos que ocurra.

Los empiristas son escépticos en materia religiosa, pero en cambio James encuentra en su empirismo argumentos a favor de las creencias de ese tipo. Si la experiencia religiosa nos ayuda a dar sentido a la vida y dignidad a nuestros comportamientos, tenemos derecho empírico a creer.

John Dewey, nacido en Burlington fue continuador del pragmatismo aunque él prefería llamarlo instrumentalismo. Para Dewey, el hombre y el mundo conforman una unidad de acción y es imposible que el hombre se relacione con el mundo de una manera desinteresada y sin verse envuelto en sus vicisitudes históricas o naturales.

Cada solución obtenida para los problemas que nos planteamos nunca es definitiva y siempre da paso a nuevos enigmas que debemos resolver en un proceso infinito y abierto. La actitud de Dewey es antidogmática, porque los dogmas paralizan la riqueza de la búsqueda humana. En esta línea Dewey concedió gran importancia al tema de la educación.

El pragmatismo se ha puesto de moda en el llamado pensamiento débil, que tiene en el americano Richard Rorty y en el italiano Gianni Vattimo sus principales representantes. Una de sus características es relativizar el concepto de verdad, siguiendo también a Nietzsche, sostienen que no hay hechos indiscutibles y objetivos, sino diversas interpretaciones de la realidad, válida cada una de ella según la tradición cultural en que se encuentra.

En el caso de Vattimo hay también un intento a lo William James de rescatar la piedad católica, entendida de una manera antidogmática, aplicando lo que el pragmatista americano llamó la voluntad de creer.

viernes, 21 de diciembre de 2012

LOS OTROS SON MÁS FELICES.

De Laura Freixas




Este verano asistí junto a mi maridito a la conferencia de Laura Freixas titulada ¿Por qué escribir cuentos?. Ya de entrada la persona encargada de presentar el acto, una periodista de un periódico regional con muy poco tacto, nos dice: " señores, ustedes no saben quien es Laura Freixas, ni la han leído", debió de pensar que en aquella insignificante ciudad nadie leía, o a lo mejor nos vio a todos con cara de paletos. Oigo decir a mi maridito en voz baja "empezamos bien".



Reconozco que la conferencia de Laura fue didáctica, ahora bien, se notaba que aquello que nos decía se lo sabia al dedillo y lo soltaba con la seguridad de alguien que ha repetido la misma cosa una y otra vez, probablemente en sus clases de taller de escritura. A mi no me engañas—pensé yo, intuyendo que la escritora se limitaba a cubrir el expediente sin más. Uno siempre espera que la conferencia a la que asiste, se revele un dato importante hasta ahora inédito en la vida u obra del autor, o ver al conferenciante apasionado esa noche con una idea, con algo, con alguien... qué se yo, quieres algo especial. Algo que recordar.


Había en el público—y a pesar de la periodista regional que tan segura estaba de lo paletos que éramos todos allí—, un experto en su obra, un jubilado que yo conocía porque frecuentaba su bar, o por lo menos he pasado muchas veces por su puerta. Ni idea de que a este hombre le gustase la literatura. Fue una grata sorpresa. El caso es que cuando terminó la conferencia fui rápidamente hacia él y le pedí que me recomendara un libro. "Los otros son más felices" me dijo.

He tenido el libro a la espera desde este verano, sin duda por la influencia de la periodista... Empecé a leerlo hace pocos días para comprobar que no me gustaba. Quiero decir que tenía esa idea preconcebida. Quiero decir que tenía ese prejuicio. Además, después de leer a Sandor Marai, un representante de la alta literatura, después de eso, iba a ser difícil leer algo siquiera aceptable.


Pues bien. Me ha gustado. Sí, es un buen libro. Una descripción de la familia media española emigrante, consciente o no de sus limitaciones, de su pobreza, de la imposibilidad de superación, frente a una familia media "bien", urbana, con recursos, con posibilidades, pero sobre todo una familia con inquietudes culturales.

Un viaje a un pueblecito de la costa catalana, hecho decisivo en la vida de una adolescente de origen humilde, invitada por los Soley, familia de la clase media burguesa catalana, supone una ventana abierta, no ya al mar que la joven ve por primera vez allí, sino también a nuevos horizontes, nuevas formas de entender la vida, distinta  la de su famila, emigrantes de la Mancha.

En cuanto me desperté fui corriendo a abrir la ventana y vi el mar. [...] los que lo conocéis desde siempre no podéis entenderlo. Era, de pronto, el infinito...Debían de ser las ocho o las nueve, y había un contraluz brutal. [...] A un lado hay un franja plateada, centelleante, como de lentejuelas, pero lo demás es leve, de un color entre verde y gris muy pálido, incoloro casi. Es enorme, grandioso y a la vez, delicadísimo, como de aire y plata.

Tras las vacaciones en la Tramontana, Áurea, la protagonista, se enfrenta a los valores tradicionales propios de la España franquista, represiva y cutre, representados en su propia familia, frente a los valores supuestamente culturales, modernos y aperturistas de los Soley.

Mientras ella leía a Jane Eyre, Marina (la hija de los Soley) leía a Lenin; si la madre de Áurea le echaba a la maleta unos buenos zapatos a juego con el vestido, los otros, los Soley, llevaban alpargatas y grandes camisolas; si en casa de Áurea tenían un comedor impoluto que nunca se usaba y ese ... ah ah!! horrendo mueble repleto de fotografías, los otros tenían muebles sencillos con muchos libros; sí Áurea era guapetona o resultona, la otra, Marina, parecía un Modigliani.

En fin, en ese sentido, todos los murcianos tenemos primos catalanes.

Marina me recordaba esos personajes de Henry James, o de Proust, ocupados exclusivamente en intentar averiguar sí su amante es infiel, o en escribir sobre Vermeer o en un buscar un palacio en Venecia para pasar el verano ...sin que nadie aluda siquiera a eso que una, sonrojándose, sintiéndose irremediablemente paleta, no puede dejar de preguntarse: ¿de qué viven?, ¿de dónde sacan el dinero?...Ese dinero que a mí, para conseguirlo en cantidades modestísimas, me obligaba en esa época a pasarme ocho horas cada día cogiendo el teléfono en la Embajada de España.

Pero también hay mezquindades y traiciones en esta familia culta y refinada, los Soley. Secretos más retorcidos que los de la familia humilde de Áurea y que al final nos desvelan la misma esencia en el ser humano. Porque los otros no son más felices que nosotros, como creíamos, si acaso igualitos.



Notas: Conferencia 4,75

Libro .....................7, 5

Media ...................6,125


PD: Laura Freixas se comportó en aquella conferencia con la misma altivez que lo hizo Marina con Áurea, su protagonista. Nosotros, el público del auditorium, o mejor dicho de aquél sótano donde estábamos, éramos los paletos de pueblo, es decir, la familia de Áurea. Qué se le va a hacer!!



Todos somos Áureas!!

sábado, 15 de diciembre de 2012

TIERRA, TIERRA de Sándor Márai




"¡Tierra! ¡Tierra!" !  dijo  el marinero vigía que iba en una de las carabelas al mando de Colón. Este marinero vive eternamente dentro de todos nosotros, en cada ser humano. Así de perdido se encontraba también Marai cuando tuvo que salir de su Patria.

La situación en Hungría era insostenible por lo que terminó exiliándose de  Hungría en  el verano del año 48. Poder tocar su "Tierra", y olerla y saborearla era algo que le negaban los que ocuparon su Patria, donde estaba prohibido pensar libremente, incluso  estar callado era peligroso.

"Tierra, Tierra" es la segunda parte de sus memorias que ya inició en "Confesiones de un burgués".

En el año 1944 el ejército alemán, y digo bien, el alemán, invade Hungría y Sandor Marai junto a su esposa se refugia en un pueblecito a las afueras de Budapest. Cuando unos meses después, el ejército soviético se acerca a Budapest, la casa del escritor sirve como  retaguardia para los soldados rusos, donde se aprovisionarán, se organizarán,  y  algunos, incluso, compartirán la vida con el escritor.

Sandor Marai se esfuerza en comprender el alma rusa. Hay en los rusos algo diferente, algo que una persona de educación occidental no es capaz de comprender. Se mostraban infantiles, a veces salvajes, otras nerviosos y tristes, siempre chocantes e imprevisibles. "Nunca he sido capaz de descifrar las reacciones de los rusos, eran todos distintos, complicados, extraños e incomprensibles, como si fueran miembros de una raza humana diferente"  ah... El alma rusa.

Para los rusos la palabra "escritor" era mágica. Respetaban a los escritores con una admiración casi reverencial. Por eso Sandor Marai pudo defenderse en aquella guerra entre aquellos soldados venidos desde tan lejos con la palabra mágica "escritor". «Está bien porque sí tú eres escritor, puedes decir lo que nosotros pensamos"

Los soldados rusos eran astutos, hábiles, pícaros y maliciosos y les encantaba tomar el pelo y engañar a los occidentales. Pero también soportaban la amenaza con indiferencia y sin decir palabra. En una ocasión fue testigo de como unos soldados que iban a la deriva en una barca hacia una muerte segura, se mantuvieron sin moverse, sin gritar, sin quejarse, impasibles.

Todo el libro es una reflexión en blanco y negro (porque Sandor Marai sueña en blanco y negro), sobre el proceso de bolchevización en Hungría, la constatación de que nazis y comunistas utilizaban los mismos sistemas represivos, con la sospecha de que había algo peor que la violencia y el terror organizado, un enemigo mucho más peligroso del cual era imposible defenderse: la estupidez.

Porque la persona que cree en un solo libro es siempre peligrosa: se enfrenta a los problemas de la vida sin flexibilidad interna.


El marxismodice Sandor Marai estaba basado en valiosas premisas que hace un siglo respondía  a elementos con una razonable indignación social humana, pero que había sido trasplantado a un momento histórico totalmente distinto, con ayuda de una ortodoxia extrema, violenta y testaruda, algo así como sí el feudalismo hubiese influido aún después de la Revolución Francesa.

Aquellos que iban a traer la justicia social sólo trajeron nuevas forma de explotación. Se habían apoderado de la propiedad privada, y como el comunismo considera al individuo una propiedad privada, un día empezaron a apoderarse también de los individuos.

Sandor Marai sólo le quedaba una posibilidad: el exilio, como treinta años después, en 1977, tuvo que hacerlo la también húngara Ágnes Heller a la que recibí para una conferencia en Alicante con mi corgi Clemente en el año 2004. Allí en el aeropuerto de Alicante le pregunté por Sandor Marai . Ágnes Heller reconoció que fue un gran escritor pero no era el tipo de lectura que le interesaba a la filósofa. Quizás, digo yo, porque Sandor Marai fue el símbolo del escritor húngaro exiliado contra el comunismo, y no olvidemos que Ágnes Heller fue comunista, pero reflexiva.


Dejo aquí algunas de las reflexiones del libro.


Una obra literaria no es solamente lo que el escritor (y el libro) cuentan, ni tampoco su manera de relatar, sino sobre todo la atmósfera que la rodea. En esa atmósfera el libro cobra vida,y sin ella se resume en un astro frío, en un cuerpo celeste que brilla pero que no tiene alma.

Pues sabía que cualquier rasgo de carácter distinguido es ridículo, y que una persona solamente puede ser verdaderamente distinguida si es capaz de reírse de sí misma, y si la ironía brilla por encima de la máscara que lleva.

No se puede discutir con fanáticos y todavía menos si para colmo son también estúpidos.

¿Quiénes eran los proselitistas? Se podían distinguir tres tipos característicos. En primer lugar el proselitista creyente que tiene fe en la Idea, aunque sea obsoleta o inhumana. En segundo lugar estaban los compañeros de viaje cínicos y agresivos, que no eran en absoluto idiotas pero que están ahí porque les viene bien aunque las ideas que defienden fuesen injustas. Y la mayoría son aquellos que no saben, no pueden o no se atreven a quedarse solos, ya que tienen que pertenecer a algún lugar y se apresuran a unirse a los demás.

Exactamente igual que hoy en día. Los tontos que se lo creen, los listos que saben de qué va el asunto y la masa borrega que sigue a los demás, así que tarda en llegar a España la república democrática .


El ser humano es una posibilidad en sí mismo. ( Pensamiento filosófico que, según mi maridito, lo acerca a Zubiri.)

Sobre Goethe dijo que cuando alguien empezaba a hablar de la muerte de la nación,     éste se ponía a bostezar de aburrimiento porque sabía que lo que estaban contándole sólo era una serie de frases rimbombantes. Sin embargo, si se enteraba de que la casa de al lado había ardido en un incendio, entonces dormía mal y lleno de preocupaciones, porque eso sí lo consideraba una auténtica tragedia.

Leyendo a Chateaubriand cuando en "Memorias de ultratumba" escribió: Sin propiedad privada no existe la libertad.


La crueldad no se puede contemplar como un fenómeno ligado a determinada época: es un fenómeno atemporal, situado fuera de la Historia. ¿Cuál es la auténtica razón de la crueldad? ¿La represión psicológica? [] La molécula no es cruel. ¿ Acaso la razón de la crueldad es el pánico causado por la conciencia de nuestra muerte? No sabemos nada, todos los seres vivos estamos condenados a morir, somos unos condenados a muerte que vagamos en un universo indiferente y oscuro, llamados a la vida por una casualidad ciega.

Toda su vida se resume en amor a la literatura. Querido Sándor Marai!!!




lunes, 10 de diciembre de 2012

EL POETA MARCOS ANA Y EL PERRO TOBBY








Esta espléndida mañana de domingo hemos ido a visitar a un familiar al hospital Santa Lucía en Cartagena. Ya de vuelta, mientras  esperaba que mi maridito pagase el parking  he cogido un libro que tenía a mano en la guantera del coche y que un gran amigo dejó olvidado. 

Se trata de un librito de poesía de Marcos Ana, ( Fernando Macarro Castillo), poeta y político español, nacido en 1920, que luchó en la guerra civil española del lado republicano. Al terminar ésta, fue encarcelado y condenado a muerte. Permaneció encarcelado durante 23 años de su vida y de la de Franco. ¡¡¡¡Que pronto se dice veintitrės años!!!!




Mi vida,
os la puedo contar en dos palabras:
Un patio
y un trocito de cielo
por donde a veces pasan
una  nube perdida
y algún pájaro huyendo de sus alas.


Veintidós años... Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color su aroma,...Escribo

a tientas: "el mar", "el campo" ...
Digo «bosque» y he perdido
La geometría de un árbol.


Inmediatamente me engancho y para cuando llegamos al barrio de Santa Lucía había terminado de leer los doce poemas que contenía el librito. Cartagena es una ciudad imprevisible. El barrio de Santa Lucía es su peor barrio,—algo así como en su día lo fue Vallecas o el Carabanchel de Madrid—localizado enfrente del puerto, con sus escalinatas de piedra y ropa tendida que recuerdan a la Alfama de Lisboa, un barrio de pescadores devastado por la heroína allá por los años setenta y ochenta. 


Iba leyéndole a mi maridito el siguiente poema de Marcos Ana: " tanta luz sin salida, tanta puerta cerrada ante mis ojos" cuando vimos en un muro la siguiente pintada: "Se acaba la luz del mundo", lo que hizo de obligado cumplimiento la entrada al barrio por allí mismo. 

El  bar el Gato, el bar el Paraíso, y el bar el Pinacho, rodeaban la plaza del muelle, y al otro lado un curioso Belén de Navidad, con un nacimiento que tenía las bestias fuera del establo, sin mezclarlas con la Sagrada Familia, como así lo ha recomendado el Papa Benedicto XVI. Pero a cambio han puesto en el Belén, una churrera, un carnicero, un asador de pollos, y han tenido a bien representar  con las figuritas una matanza del cerdo. Llama la atención porque los judíos no comen cerdo. No es comida kasher.


En Santa Lucía, sin embargo, los judíos de hace dos mil años, comían cerdo y churros, y los domingos hacían cola para comer pollo rustido. Todo el mundo lo sabe. Pero eso son detalles sin importancia, a nadie parecía importarle en Santa Lucía la gastronomía etnológica, salvo el pescaito fresco y las tapas del bar el Pinacho que eran deliciosas, los vecinos estaban alegres en un día  radiante y con tanta luz como aquél. 


Hay árboles y un río
fijos en mi recuerdo;
una infancia salvaje,
un dulce amor ingenuo,
y dos nombres grabados
En el chopo más viejo.

Soñar, siempre soñar
que vuelvo a todo aquello,
lo que dejé y ya nunca
encontraré al regreso.

Luego de leer los versos anteriores nos vamos a la iglesia del barrio, la iglesia de Santiago Apóstol,  impresionada por los versos de un ser humano que ha estado tantos años en la cárcel. Allí vi la otra cara de la guerra civil española: un cuadro rememoraba a Francisco Soler Espinosa, mártir español que fue torturado y ejecutado por el ejército republicano. Volví a leer los versos de Marcos Ana (el pseudónimo son los nombres de su padre y madre)

Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.

Y apareció Tobby tras el altar. Me llamó la atención porque era la primera vez que veía un perro en una iglesia. Tobby, la mascota del cura párroco, vive en la Iglesia, y según me contaron  incluso asiste a misa, junto a su dueño, en el altar mayor  frente a los feligreses. 

En la Iglesia había otro Belén, y me entró la curiosidad por ver a dónde habían ido a parar las vacas y bueyes del nacimiento, si el dueño de Tobby siguiendo los principios de su Jefe los había sacado fuera. Pues no, el nacimiento continuaba igual que siempre, como  cuando éramos niños,  con sus vacas, bueyes y heno, y con María, José y el niño Jesús. 

Tobby  no es tan intolerante.


Feliz Navidad.


Pongo unas fotos provisionales hasta que descargue las que hice. El perro de la foto de arriba no es Tobby, debe ser el perro de Marcos Ana. 




Éste es Tobby: