LA CONJURA

viernes, 24 de octubre de 2014

El amor en los tiempos del cólera






O debería decir:  ¿El amor en los tiempos del ébola?


 La novela transcurre en la ciudad de Cartagena de Indias, con el Caribe y una epidemia de cólera de fondo.  Ahora,  yo leo esta historia en la Cartagena Mediterránea y Cantonal de Murcia y con el amenazante ébola en nuestros hospitales.






Pero el silencio era diáfano en el calor de las cuatro, y por la ventana del dormitorio se veía el perfil de la ciudad antigua con el sol de la tarde en las espaldas, sus cúpulas doradas, su mar en llamas hasta Jamaica.



Un amor “contrariado”, así llama GABO a la obsesión que Florentino Ariza siente por Fermina Daza, y lo hace con una prosa fluida y mágica, de grandes recursos estilísticos—bellas descripciones e inauditas comparaciones y metáforas (era la memoria la que se le escurría por las goteras)—que convierten lo cotidiano y a veces  lo soez en una aventura asombrosa, con la disciplina y el arte  propios de un maestro.



“Por la noche no los despertaban los cantos de sirenas de los manatíes en los playones, sino la tufarada nauseabunda de los muertos que pasaban flotando hacia el mar.”
“Con ella aprendió Florentino Ariza lo que ya había padecido muchas veces sin saberlo: que se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna. … El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas”



Me llama la atención los nombres tan poco poéticos en apariencia que utiliza:  Fermina, Florentino, Juvenal Urbino, Pío Quinto, la tía Escolástica, Lotario Thugut, Tío León XII, Tránsito Ariza … etc. Me dice mi maridito que no existen nombres más poéticos que otros y que la historia de la literatura así lo demuestra. Mira  por ejemplo  el nombre de Orlando—me dice—por muy extraño que parezca no deja de ser poético, sí claro, tiene razón;  pero a mí Orlando me recuerda  el tomate frito, o una ciudad americana repleta de asesinos, qué le voy a hacer.


Florentino y Fermina se conocen desde jóvenes. Inician una relación epistolar y llegan incluso a comprometerse. Pero un día Fermina  descubre  en Florentino  una figura triste, desfasada y  carente de atractivo. Ya no le interesa su poesía, ni su aire de poeta antiguo. Rompe con él  y se casa con Juvenal Urbino, un joven médico de buena familia. Florentino espera más de cincuenta años a que enviude Fermina para reiniciar sus relaciones.


Efectivamente, el doctor Juvenal Urbino muere, y de una manera estúpida: cae de una escalera cuando iba a atrapar un loro que se había escapado. Ya viuda, Fermina recibe a Florentino y decide reanudar su relación. El hecho decisorio de volver a aceptarlo no es el recuerdo de un amor juvenil sino una serie de cartas que Florentino le envía; y  que lejos de ser la misma poesía pueril que le enviaba cuando eran jóvenes, ha evolucionado a una serie de reflexiones morales, meditaciones, e ideas sobre la vida, el amor, la muerte. Algo que a Fermina la consuela en su viudez.

Cincuenta años  espera Florentino al amor de su vida.  Y al final lo consigue.


Nada en este mundo era más difícil que el amor.

Mucha gente compara esta obra con “La educación sentimental” de Flaubert. Así lo dicen estudios sesudos y tesis doctorales estableciendo paralelismos en ambas obras. Pero a  mí me parece que esta obra es más  nietszchiana que otra cosa,  es decir, supone el triunfo de la fuerza de la voluntad del hombre para perseguir un objetivo. También  supone el triunfo del pensamiento, de la filosofía frente a la poesía. Así lo veo yo.
Recordemos que ante sus primeras cartas de poemas de amor  Fermina corta su noviazgo y sólo lo  reanuda con el Florentino más filósofo.


 “Transcurrían en silencio como dos viejos esposos escaldados por la vida, más allá de las trampas de la pasión más allá de las burlas brutales de las ilusiones y los espejismos de los desengaños: más allá del amor”

¿Cómo no recordar a Nietzsche?

“Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal” Nietszche

Y si, como dicen expertos literarios, en “El amor en los tiempos del cólera” existe un paralelismo con el triángulo amoroso de “La educación sentimental”, qué menos que encontrarlo también en la vida de Nietsche: Salomé, el filósofo moralista y positivista Paul Rée y el propio Nietszche.

Una cosa curiosa en la narrativa de esta novela es el uso exagerado del término: “sin embargo”. Si uno lee esta obra puede contar la de veces que lo utiliza. Sin embargo, no te das cuentas hasta que terminas el libro.


Y sólo entonces había comprendido que un hombre sabe cuando empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su padre.
Entonces se hizo un silencio tan diáfano, que a través del desorden de los pájaros y las sílabas del agua en la piedra se percibía el aliento del mar.