LA CONJURA

sábado, 15 de diciembre de 2012

TIERRA, TIERRA de Sándor Márai




"¡Tierra! ¡Tierra!" !  dijo  el marinero vigía que iba en una de las carabelas al mando de Colón. Este marinero vive eternamente dentro de todos nosotros, en cada ser humano. Así de perdido se encontraba también Marai cuando tuvo que salir de su Patria.

La situación en Hungría era insostenible por lo que terminó exiliándose de  Hungría en  el verano del año 48. Poder tocar su "Tierra", y olerla y saborearla era algo que le negaban los que ocuparon su Patria, donde estaba prohibido pensar libremente, incluso  estar callado era peligroso.

"Tierra, Tierra" es la segunda parte de sus memorias que ya inició en "Confesiones de un burgués".

En el año 1944 el ejército alemán, y digo bien, el alemán, invade Hungría y Sandor Marai junto a su esposa se refugia en un pueblecito a las afueras de Budapest. Cuando unos meses después, el ejército soviético se acerca a Budapest, la casa del escritor sirve como  retaguardia para los soldados rusos, donde se aprovisionarán, se organizarán,  y  algunos, incluso, compartirán la vida con el escritor.

Sandor Marai se esfuerza en comprender el alma rusa. Hay en los rusos algo diferente, algo que una persona de educación occidental no es capaz de comprender. Se mostraban infantiles, a veces salvajes, otras nerviosos y tristes, siempre chocantes e imprevisibles. "Nunca he sido capaz de descifrar las reacciones de los rusos, eran todos distintos, complicados, extraños e incomprensibles, como si fueran miembros de una raza humana diferente"  ah... El alma rusa.

Para los rusos la palabra "escritor" era mágica. Respetaban a los escritores con una admiración casi reverencial. Por eso Sandor Marai pudo defenderse en aquella guerra entre aquellos soldados venidos desde tan lejos con la palabra mágica "escritor". «Está bien porque sí tú eres escritor, puedes decir lo que nosotros pensamos"

Los soldados rusos eran astutos, hábiles, pícaros y maliciosos y les encantaba tomar el pelo y engañar a los occidentales. Pero también soportaban la amenaza con indiferencia y sin decir palabra. En una ocasión fue testigo de como unos soldados que iban a la deriva en una barca hacia una muerte segura, se mantuvieron sin moverse, sin gritar, sin quejarse, impasibles.

Todo el libro es una reflexión en blanco y negro (porque Sandor Marai sueña en blanco y negro), sobre el proceso de bolchevización en Hungría, la constatación de que nazis y comunistas utilizaban los mismos sistemas represivos, con la sospecha de que había algo peor que la violencia y el terror organizado, un enemigo mucho más peligroso del cual era imposible defenderse: la estupidez.

Porque la persona que cree en un solo libro es siempre peligrosa: se enfrenta a los problemas de la vida sin flexibilidad interna.


El marxismodice Sandor Marai estaba basado en valiosas premisas que hace un siglo respondía  a elementos con una razonable indignación social humana, pero que había sido trasplantado a un momento histórico totalmente distinto, con ayuda de una ortodoxia extrema, violenta y testaruda, algo así como sí el feudalismo hubiese influido aún después de la Revolución Francesa.

Aquellos que iban a traer la justicia social sólo trajeron nuevas forma de explotación. Se habían apoderado de la propiedad privada, y como el comunismo considera al individuo una propiedad privada, un día empezaron a apoderarse también de los individuos.

Sandor Marai sólo le quedaba una posibilidad: el exilio, como treinta años después, en 1977, tuvo que hacerlo la también húngara Ágnes Heller a la que recibí para una conferencia en Alicante con mi corgi Clemente en el año 2004. Allí en el aeropuerto de Alicante le pregunté por Sandor Marai . Ágnes Heller reconoció que fue un gran escritor pero no era el tipo de lectura que le interesaba a la filósofa. Quizás, digo yo, porque Sandor Marai fue el símbolo del escritor húngaro exiliado contra el comunismo, y no olvidemos que Ágnes Heller fue comunista, pero reflexiva.


Dejo aquí algunas de las reflexiones del libro.


Una obra literaria no es solamente lo que el escritor (y el libro) cuentan, ni tampoco su manera de relatar, sino sobre todo la atmósfera que la rodea. En esa atmósfera el libro cobra vida,y sin ella se resume en un astro frío, en un cuerpo celeste que brilla pero que no tiene alma.

Pues sabía que cualquier rasgo de carácter distinguido es ridículo, y que una persona solamente puede ser verdaderamente distinguida si es capaz de reírse de sí misma, y si la ironía brilla por encima de la máscara que lleva.

No se puede discutir con fanáticos y todavía menos si para colmo son también estúpidos.

¿Quiénes eran los proselitistas? Se podían distinguir tres tipos característicos. En primer lugar el proselitista creyente que tiene fe en la Idea, aunque sea obsoleta o inhumana. En segundo lugar estaban los compañeros de viaje cínicos y agresivos, que no eran en absoluto idiotas pero que están ahí porque les viene bien aunque las ideas que defienden fuesen injustas. Y la mayoría son aquellos que no saben, no pueden o no se atreven a quedarse solos, ya que tienen que pertenecer a algún lugar y se apresuran a unirse a los demás.

Exactamente igual que hoy en día. Los tontos que se lo creen, los listos que saben de qué va el asunto y la masa borrega que sigue a los demás, así que tarda en llegar a España la república democrática .


El ser humano es una posibilidad en sí mismo. ( Pensamiento filosófico que, según mi maridito, lo acerca a Zubiri.)

Sobre Goethe dijo que cuando alguien empezaba a hablar de la muerte de la nación,     éste se ponía a bostezar de aburrimiento porque sabía que lo que estaban contándole sólo era una serie de frases rimbombantes. Sin embargo, si se enteraba de que la casa de al lado había ardido en un incendio, entonces dormía mal y lleno de preocupaciones, porque eso sí lo consideraba una auténtica tragedia.

Leyendo a Chateaubriand cuando en "Memorias de ultratumba" escribió: Sin propiedad privada no existe la libertad.


La crueldad no se puede contemplar como un fenómeno ligado a determinada época: es un fenómeno atemporal, situado fuera de la Historia. ¿Cuál es la auténtica razón de la crueldad? ¿La represión psicológica? [] La molécula no es cruel. ¿ Acaso la razón de la crueldad es el pánico causado por la conciencia de nuestra muerte? No sabemos nada, todos los seres vivos estamos condenados a morir, somos unos condenados a muerte que vagamos en un universo indiferente y oscuro, llamados a la vida por una casualidad ciega.

Toda su vida se resume en amor a la literatura. Querido Sándor Marai!!!




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