LA CONJURA

viernes, 21 de diciembre de 2012

LOS OTROS SON MÁS FELICES.

De Laura Freixas




Este verano asistí junto a mi maridito a la conferencia de Laura Freixas titulada ¿Por qué escribir cuentos?. Ya de entrada la persona encargada de presentar el acto, una periodista de un periódico regional con muy poco tacto, nos dice: " señores, ustedes no saben quien es Laura Freixas, ni la han leído", debió de pensar que en aquella insignificante ciudad nadie leía, o a lo mejor nos vio a todos con cara de paletos. Oigo decir a mi maridito en voz baja "empezamos bien".



Reconozco que la conferencia de Laura fue didáctica, ahora bien, se notaba que aquello que nos decía se lo sabia al dedillo y lo soltaba con la seguridad de alguien que ha repetido la misma cosa una y otra vez, probablemente en sus clases de taller de escritura. A mi no me engañas—pensé yo, intuyendo que la escritora se limitaba a cubrir el expediente sin más. Uno siempre espera que la conferencia a la que asiste, se revele un dato importante hasta ahora inédito en la vida u obra del autor, o ver al conferenciante apasionado esa noche con una idea, con algo, con alguien... qué se yo, quieres algo especial. Algo que recordar.


Había en el público—y a pesar de la periodista regional que tan segura estaba de lo paletos que éramos todos allí—, un experto en su obra, un jubilado que yo conocía porque frecuentaba su bar, o por lo menos he pasado muchas veces por su puerta. Ni idea de que a este hombre le gustase la literatura. Fue una grata sorpresa. El caso es que cuando terminó la conferencia fui rápidamente hacia él y le pedí que me recomendara un libro. "Los otros son más felices" me dijo.

He tenido el libro a la espera desde este verano, sin duda por la influencia de la periodista... Empecé a leerlo hace pocos días para comprobar que no me gustaba. Quiero decir que tenía esa idea preconcebida. Quiero decir que tenía ese prejuicio. Además, después de leer a Sandor Marai, un representante de la alta literatura, después de eso, iba a ser difícil leer algo siquiera aceptable.


Pues bien. Me ha gustado. Sí, es un buen libro. Una descripción de la familia media española emigrante, consciente o no de sus limitaciones, de su pobreza, de la imposibilidad de superación, frente a una familia media "bien", urbana, con recursos, con posibilidades, pero sobre todo una familia con inquietudes culturales.

Un viaje a un pueblecito de la costa catalana, hecho decisivo en la vida de una adolescente de origen humilde, invitada por los Soley, familia de la clase media burguesa catalana, supone una ventana abierta, no ya al mar que la joven ve por primera vez allí, sino también a nuevos horizontes, nuevas formas de entender la vida, distinta  la de su famila, emigrantes de la Mancha.

En cuanto me desperté fui corriendo a abrir la ventana y vi el mar. [...] los que lo conocéis desde siempre no podéis entenderlo. Era, de pronto, el infinito...Debían de ser las ocho o las nueve, y había un contraluz brutal. [...] A un lado hay un franja plateada, centelleante, como de lentejuelas, pero lo demás es leve, de un color entre verde y gris muy pálido, incoloro casi. Es enorme, grandioso y a la vez, delicadísimo, como de aire y plata.

Tras las vacaciones en la Tramontana, Áurea, la protagonista, se enfrenta a los valores tradicionales propios de la España franquista, represiva y cutre, representados en su propia familia, frente a los valores supuestamente culturales, modernos y aperturistas de los Soley.

Mientras ella leía a Jane Eyre, Marina (la hija de los Soley) leía a Lenin; si la madre de Áurea le echaba a la maleta unos buenos zapatos a juego con el vestido, los otros, los Soley, llevaban alpargatas y grandes camisolas; si en casa de Áurea tenían un comedor impoluto que nunca se usaba y ese ... ah ah!! horrendo mueble repleto de fotografías, los otros tenían muebles sencillos con muchos libros; sí Áurea era guapetona o resultona, la otra, Marina, parecía un Modigliani.

En fin, en ese sentido, todos los murcianos tenemos primos catalanes.

Marina me recordaba esos personajes de Henry James, o de Proust, ocupados exclusivamente en intentar averiguar sí su amante es infiel, o en escribir sobre Vermeer o en un buscar un palacio en Venecia para pasar el verano ...sin que nadie aluda siquiera a eso que una, sonrojándose, sintiéndose irremediablemente paleta, no puede dejar de preguntarse: ¿de qué viven?, ¿de dónde sacan el dinero?...Ese dinero que a mí, para conseguirlo en cantidades modestísimas, me obligaba en esa época a pasarme ocho horas cada día cogiendo el teléfono en la Embajada de España.

Pero también hay mezquindades y traiciones en esta familia culta y refinada, los Soley. Secretos más retorcidos que los de la familia humilde de Áurea y que al final nos desvelan la misma esencia en el ser humano. Porque los otros no son más felices que nosotros, como creíamos, si acaso igualitos.



Notas: Conferencia 4,75

Libro .....................7, 5

Media ...................6,125


PD: Laura Freixas se comportó en aquella conferencia con la misma altivez que lo hizo Marina con Áurea, su protagonista. Nosotros, el público del auditorium, o mejor dicho de aquél sótano donde estábamos, éramos los paletos de pueblo, es decir, la familia de Áurea. Qué se le va a hacer!!



Todos somos Áureas!!

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