LA CONJURA

sábado, 20 de mayo de 2017

EL ÚLTIMO ENCUENTRO





SÁNDOR MARÁI

“Para mi padre la palabra “amistad” era un sinónimo de honor”








Me dice mi maridito desde su sofá:

En la época clásica, en la que la política era la cumbre de la ética, la amistad convertía a los hombres en portadores de una misma alma. Sólo hay que conocer la obra de Aristóteles o Cicerón y creer que el alma sigue existiendo.  En esta época de tecnociencia, hay que  volver a dar a la amistad un sentido profundo y no banal como hoy en día ocurre en facebook.

Dos hombres vuelven a reunirse después de cuarenta años. Henrik; viejo general retirado, que continúa viviendo en su antigua mansión y  Konrád, músico, artista, que ha viajado y vivido en otros países. Será su último encuentro.  De jóvenes eran inseparables, casi hermanos. Sin embargo, un buen día, uno de ellos desaparece sin dar explicaciones.

Pero ambos saben muy bien que hay un SECRETO entre ellos y  ambos han vivido todos estos años esperando el momento de volverse a ver.

“Uno se pasa toda la vida preparándose para algo. Primero se enfada. A continuación quiere venganza. Después espera”


La narrativa de Sandor Marái es de gran calado, sin pretensiones y a la vez  con profundidad y sencillez. De pulso elegante y preciso, al estilo de las novelas realistas decimonónicas, con una gran sensibilidad y prolíficas reflexiones. 

Henrik, el viejo general,  recapacita sobre lo que hay de VERDAD en su AMISTAD con Konrád, y analiza los GRANDES TEMAS de la vida; la fidelidad, el honor, la pasión, la decrepitud, lo que nos quedará al final de la existencia y  lo que verdaderamente nos importará.

Leer a Sándor Marai es un dardo. Acierta en la diana de la esencia de las personas y  su destino. Tal es así,  que  aunque la novela es corta (unas 189 páginas),  son muchos los textos que he seleccionado y que la reseñan por sí mismos.

Como dardos de una ballesta.




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Mi padre también es poeta, ¿no lo sabías? Siempre está pensando en otra cosa.



En toda comunidad humana se tienen celos de este tipo de relaciones. La gente no desea nada con más fervor que una amistad desinteresada. La desea con fervor, aunque sin esperanza.



Temía la música, a la cual lo ataban unos lazos invisibles, no solamente en el nivel mental, sino también en el corporal, como si el significado profundo de la música constituyese un mandato superior.



La música que Konrád prefería no sonaba para que la gente olvidara ciertas cosas, sino que despertaba pasiones, despertaba incluso un sentimiento de culpa, y su propósito era lograr que la vida fuera más real en el corazón y en la mente de los seres humanos. Esta música es temible, pensó el hijo del guardia imperial..



El poder humano siempre conlleva un ligero desprecio, apenas perceptible, hacia aquellos a quienes dominamos. Solamente somos capaces de ejercer el poder sobre las almas humanas si conocemos a quienes se ven obligados a someterse a nosotros, si los comprendemos y si los despreciamos con muchísimo tacto [...] hablaba del mundo con burla, con un leve desprecio mezclado con un interés inútil.



Mi patria era un sentimiento.



Desde hace algún tiempo solamente me acuerdo de lo esencial.




Mientras uno tenga algo que hacer en esta tierra, se mantiene con vida.


A veces pienso que la amistad es la relación más intensa de la vida… y que por eso se presenta en tan pocas ocasiones ¿Qué se esconde detrás de la amistad? ¿Simpatía? Se trata de una palabra hueca, poco consistente, cuyo contenido no puede ser suficiente para que dos personas se mantengan unidas, incluso en las situaciones más adversas, ayundándose y apoyándose de por vida… ¿por pura simpatía? ¿O se trata quizás de otra cosa?... ¿Habrá tal vez  cierto erotismo en el fondo de cada relación humana? Aquí, en mi soledad, en mis bosques, al tratar de comprender los múltiples aspectos de la vida, puesto que no tenía otra cosa que hacer, algunas veces lo he llegado a pensar. Naturalmente, la amistad es algo distinto, no tiene nada que ver con la atracción enfermiza de quienes buscan la satisfacción con personas de su propio sexo. Al erotismo de la amistad no le hace falta el cuerpo… no le es atractivo, resulta incluso inútil. Sin embargo, no deja de ser erotismo. En el fondo de todo amor, de todo cariño, de toda relación humana late el erotismo. ¿Sabes?, he estado leyendo mucho--apostilla, como para disculparse--. Hoy se escribe de todo esto con más libertad. También he releído muy a menudo a Platón, puesto que en la Academia no entendí nada de lo que quería decir. La amistad, así lo creo, es la relación más noble que pueda haber entre los seres humanos. Es curioso: los animales también la conocen. Existe la amistad entre los animales, el altruismo, la disposición para ayudar.



Al igual que el enamorado, el amigo no espera ninguna recompensa por sus sentimientos. No espera ningún galardón, no idealiza a la persona que ha escogido como amiga, ya que conoce sus defectos y la acepta así, con todas sus consecuencias. [...] Y si un amigo nuestro se equivoca, si resulta que no es un amigo de verdad, ¿podemos echarle la culpa por ello, por su carácter, por sus debilidades? ¿Qué valor tiene una amistad si sólo amamos en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza? ¿Qué valor tiene cualquier amor que busca una recompensa? ¿No sería obligatorio aceptar al amigo desleal de la misma manera que aceptamos al abnegado y fiel? ¿No sería justamente la abnegación la verdadera esencia de cada relación humana, una abnegación que no pretende nada, que no espera nada del otro?



Uno no peca por lo que hace, sino por la intención con que lo hace. Todo se resume en la intención.



--¿Lo crees así?--pregunta el general, con afectada ingenuidad--¿Que las palabras no tienen importancia? Yo no me atrevería a afirmarlo con tanta seguridad. A veces creo que muchas cosas, que todo depende de las palabras, de las palabras que uno dice a su debido tiempo, o de las que se calla, o de las que escribe.



Al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida: a las preguntas que el mundo le ha hecho una y otra vez. Las preguntas son éstas: ¿Quién eres?...¿Qué has hecho de verdad?...¿Qué has sabido de verdad?...¿A qué has sido fiel o infiel?...¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía?...Éstas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera.



Es la mayor tragedia con que el destino puede castigar a una persona. El deseo de ser diferentes de quienes somos: no puede latir otro deseo más doloroso en el corazón humano. Porque la vida no se puede soportar de otra manera que sabiendo que nos conformamos con lo que significamos para nosotros mismos y para el mundo. Tenemos que conformarnos con lo que somos, y ser conscientes de que a cambio de esta sabiduría no recibiremos ningún galardón de la vida: no nos pondrán ninguna condecoración por saber y aceptar que somos vanidosos, egoístas, calvos y tripudos; no, hemos de saber que por nada de eso recibiremos galardones ni condecoraciones. Tenemos que soportarlo, éste es el único secreto.



Pero quien se confía, quien se vuelve arrogante o altivo, quien no puede soportar con humildad los agasajos del destino, quien no percibe que ese estado de gracia solamente dura mientras no se malgaste el regalo de los Dioses, ése sucumbirá. El mundo sólo perdona, y sólo momentáneamente, a los puros y humildes de corazón…



Porque la amistad no es un estado de ánimo ideal. La amistad es una ley humana muy severa.



Existe una forma de vergüenza, la más penosa que un ser humano pueda experimentar: la vergüenza de la víctima al tener que mirar a la cara a su asesino.



Sólo a través de los detalles podemos comprender lo esencial, así lo he experimentado yo, en los libros y en la vida. Es preciso conocer todos los detalles, porque nunca sabemos cuál puede ser importante, ni cuándo una palabra puede esclarecer un hecho.



Se aproximaba a todo lo que la vida le daba con la alegría incondicional de una criatura que ha nacido al mundo para disfrutarlo todo. Como si estuviera en conexión íntima  con cada criatura, con cada fenómeno del universo, ¿comprendes lo que quiero decir?...



Todo se convierte en polvo y en ceniza, incluso los hechos. Todo lo que nos quemaba el corazón, de tal manera que creíamos que no podríamos soportarlo y que moriríamos por ello, o que mataríamos por ello, o que mataríamos a alguien.


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