LA CONJURA

sábado, 11 de octubre de 2025

LO QUE LEE UN EDITOR

 


Javier Castro Flórez es el editor de “Newcastle Ediciones”, especializada en libros de no ficción: viajes, memorias, ensayos... Son libros con un formato pequeño y manejable, de poco peso y precios muy asequibles y de un color que parece de cartón.


El libro “Lo que lee un editorconsta de veintisiete capítulos de corta extensión (636 palabras) dedicados cada uno a un autor u obra diferente: Manuel Barrios, Azorín, Carrère, Trapiello, Eça de Queirós, Plinio el joven,... y otros más. No hay criterio de selección salvo lo que lee el editor.


Mientras escribo oigo a mi maridito desde su sofá decir: “grandes obras en pocas páginas hay muchas”, y me habla de las tesis de Lutero (no llega a un folio—dice—,una página o dos), que si el poema de Parménides o la declaración de independencia de Estados Unidos, etc. No sé que tendrá que ver los americanos en todo esto, ¿es interesante como gran obra en la historia?.. pero él (mi marido) se ríe (así como muy superior) y dice: “hombre...je je, pues claro, sólo hay que ver en la etapa histórica en la que estamos...”.


En fin, todo esto para decirme que las grandes obras pueden tener pocas páginas y no tener nada que envidiar, por ejemplo, a “ A la busca del tiempo perdido”.


La reseñas que el autor hace dicen poco de la obra en sí misma, y sin embargo, dicen mucho de ella y mucho más que otras reseñas, porque despliega una mirada singular del libro reseñado, una crónica cargada de afecto y de historia personal, lo que significa una idea esencial.


Y en cada título se desarrolla una serie de voces, autores, ocurrencias, que hacen de cada capítulo algo único y original.


Así por ejemplo, para hablar de Carrère cuenta como a la escritora Sabina Urraca se le ocurre encender una hoguera con la obra “El reino” o se remonta al día en que un grupo de escritores y editores comieron un arroz caldero en cabo Palos y luego se lo pasaron muy bien de parranda.


Aparecen muchos autores y sus obras, y da igual de quien se trate porque el autor y editor todo lo relaciona, y muy bien. ¡o lo intenta relacionar! Incluso de alguno de esos libros que desconocía he tomado nota para comprarlos, lo cual es de agradecer.


El autor te prepara en cada capítulo y da la sensación de que utiliza los libros de los otros para sus fines, y contar sus historias, por ejemplo aprovecha el libro de Gismondi para hablar de una excursión a las Fuentes del Marqués en Caravaca, o el dinero que salió volando cuando intentó pagar en una gasolinera de Santomera que relaciona muy hábilmente con los vendavales de la vida y con "Rialto, 11. Naufragio y pecios de una librería" de Belén Rubiano. La excusa del libro.


Y no es que Javier Castro vampirice los libros como dice el prologista, es que actúa como el parásito de la toxoplasmosis que inocula al ratón y lo manipula y le hace ser más confiado para que lo atrape el gato y así reproducirse en el felino. De la misma manera Javier Castro Flórez se reproduce en los libros de los otros. ¡Qué cosas! Debe ser un método que le enseñó su gata Misha.



Un librito recomendable y maravilloso sobre el amor a los libros.


Cuando era más joven subrayaba todas aquellas cosas que me parecían bonitas para poder volver algún día a releerlas pero lo dejé porque me di cuenta de que lo bonito de las cosas bonitas es que no están subrayadas ni son fáciles de encontrar, que cuando aparecen lo hacen inesperadamente o tras una búsqueda fatigosa.


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