LA CONJURA

martes, 26 de septiembre de 2023

NO ME GUSTA MI CUELLO

 



Nora Ephron inició su carrera en los años sesenta en NY. Fue guionista de cine, periodista, ensayista, novelista y, de nuevo, guionista de cine (“Cuando Harry encontró a Sally”).


Este libro que reseño se titula “No me gusta mi cuello”.


Es una colección de textos donde Nora Ephron analiza hechos comunes, triviales, reflexiones de lo doméstico, de lo femenino, de lo humano en general; búsqueda de vivienda, divorcio, separación, el paso inexorable del tiempo y aunque hay momentos en que haya textos que parezcan frívolos e intrascendentes (sobre todo cuando habla de lo escandalosamente caros que son los bolsos Kelly, el tinte del pelo y los cosméticos en general) todos ellos tienen una pátina de humor, de inteligencia, de amargura, de los temas importantes de la vida real en la ciudad. Otros dirán que lo importante es la “ousía” y el ser del “da-sein”, como mi maridito. Gran error.


No sé si llamarle ensayo, al libro de Nora, por tratar cuestiones aparentemente sin importancia y con poca enjundia intelectual. Pero no es así, Nora Ephron escribía con inteligencia e ironía, y fue una gran narradora de la vida en Nueva York y de su tiempo, quizá conociera a Helen H. ( en mi reseña anterior).


A Nora le fascinaba la vida real tan asombrosa o más que la ficción. Decía Terencio, “Soy un hombre y nada de lo humano me es ajeno”.


A mi maridito le encantan las arrugas en su cuello, las canas en su pelo, la experiencia y conocimiento acumulado en la edad madura; por ejemplo para él Heidegger ya no tiene tanta importancia y, además, era un nazi loco, y la flor de la vida son los 59 años. Exactamente la mejor década para el ser humano es la que va de los 59 a los 69 años. Para gusto los colores.


Así que dos veces a la semana voy a peinarme a la peluquería. Es mucho más barato que el psicoanálisis y mucho mejor para el ánimo”


Recomiendo vivamente incorporar una papelera al escritorio y confío en que estas líneas basten para que la idea prenda, a lo grande, y se convierta en el logro por el que se me recuerde”


Estoy en el séptimo mes de embarazo de mi segundo hijo y acabo de descubrir que mi segundo marido se ha enamorado de otra. Ella también está casada. Su marido me llama por teléfono”


El strudel de col del que hablo aquí se vendía en Mrs. Herbst’s, una modestísima panadería húngara […] Tiene la corteza crujiente, escamosa y con el sabor a mantequilla del strudel de masa filo (arte que me propongo dominar en mi próxima vida, cuando también consiga pasar del primer capítulo de Proust), y lleva un jugoso relleno de col salteada que es a la vez dulce, salado y totalmente sorprendente, como todas las cosas buenas”


Mi amiga Judy murió el año pasado. Era la persona a quien se lo contaba todo. Era mi mejor amiga, mi hermana extra, mi verdadera madre, a veces incluso mi hija […] Tengo su chal blanco de cachemira. Cuando murió, lo llevé puesto varios días seguidos. Me envolví con él. Hasta dormía con él. Ahora no lo soporto, porque siento que es lo único que me queda de mi Judy. Quiero hablar con ella. Quiero comer con ella. Quiero que me regale un libro que acaba de leer y que le ha encantado. Es mi pierna o mi brazo fantasma, y no puedo creer que esté aquí sin ella”




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