LA CONJURA

sábado, 19 de abril de 2014

Mr Gwyn



De Alessandro Baricco


Alessandro  Baricco es un buen escritor. De otra manera no entiendo que se pueda mantener al lector  pendiente  hasta la última página  en un libro con el siguiente argumento:


Jasper Gwyn es un escritor de éxito que decide dejar de escribir para convertirse en un copista. Su idea es escribir retratos, es decir,  hacer retratos de personas con palabras, y no con pintura,  para que sean colgados en la pared como si fuese un cuadro cualquiera.  Para ello contrata un local viejo, con humedades, encarga dieciocho bombillas (del tipo Catalina de Médicis) a un viejo artesano  para que vayan apagándose sucesivamente durante un plazo aproximado de treinta días, además de componer una banda sonora  con  ruidos  cotidianos, como por ejemplo el gorgoteo de las tuberías. Allí debe permanecer desnuda la persona que ha de ser retratada, observada por Gwyn.


Baricco habla, habla y habla ( escribe). Su prosa me recuerda a Vila-Matas, a Bolaño y sobre todo a Murakami en el pájaro que da cuerda al mundo. De este escritor gusta hasta la lista de la compra (leo en un blog). Vaya, me pregunto cómo sería el resultado si tuviese una buena  historia pues no es  ésta una historia de novela, no es la historia de 100 años de soledad o de Lo que el viento se llevó…es una historia pequeña, insignificante…

Sin miedo no se puede hacer nada que sea bueno.

Me enseñó que no somos personajes, somos historias, dijo Rebecca. Nos quedamos parados en la idea de ser un personaje empeñado en quién sabe qué aventura, aunque sea sencillísima, pero lo que tendríamos que entender es que  nosotros somos toda la historia, no sólo ese personaje. Somos el bosque por donde camina, el malo que lo incordia, el barullo que hay alrededor, toda la gente que pasa, el color de las cosas, los ruidos.




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